Dice Jokin Altuna (Amezketa, 1996) que si se encontrara a su yo del pasado solamente le daría un consejo, que no fuera “resultadista”. Son días para recapitular y bucear en la carrera del amezketarra, que acaba de ganar su tercera txapela del Manomanista y este lunes cumple diez años como profesional. Queda lejos aquel 24 de junio de 2014. Debutó en San Juan en Eibar. Tenía 18 años. “Este tiempo se me ha pasado volando. Otras veces no he mirado atrás, pero una década es un número potente. Ha sido muy intenso y muy bonito”, ratifica. En el retrovisor: un palmarés que le coloca como el cuarto pelotari de la historia en títulos –campeón del mano a mano (2018, 2021 y 2024), del Cuatro y Medio (2017, 2020, 2021 y 2023) y del Parejas (2022)–. En el retrovisor: toda una vida.  

Jokin –el ser humano que se esconde detrás de Altuna III– echa la vista atrás con serenidad. “Tengo la sensación de que a los 16, 17 o 18 años disfruté un montón. Iba al colegio, a entrenar y tenía muchos partidos. Todo fluyó muy rápido. El año del debut jugué mucho ante aficionados de nivel. Todo salió redondo y me topé con el debut. Ahora, en cambio, me impacta ver a esos chavales que tienen mi edad. Estoy orgulloso. He aprendido mucho, porque he vivido situaciones de mucha tensión con poca edad. Eso tiene su peligro, pero si aprendes de cada situación, te fortaleces”, desbroza el guipuzcoano. En poco tiempo se fueron Titín III, Xala o Irujo, pilares de Aspe. Altuna III, Irribarria o Ezkurdia tuvieron que tomar el mando. Responsabilidad. “Era una gran oportunidad, pero había que aprovecharla”, sostiene. “Iba a muerte a cada partido, a tirar la puerta abajo. Mis primeros años estuvieron llenos de ilusión. Iba nervioso incluso a las presentaciones”, cuenta Jokin.

Jokin Altuna, en su debut el 24 de junio de 2014 en Eibar. Javier Colmenero

Entretanto, la pelota a mano ha ido cambiando. Como lo ha hecho él. De ser un niño, de tener ídolos, a serlo. Directo al Olimpo. “Antes había más competencia en el campo aficionado. Debutar era más difícil, pero había más margen. Además, la figura del veterano que no estaba ni en Primera ni en Segunda se ha perdido. Eso era bueno para los jóvenes. Un pelotari si juega a los 20 o 21 años en Primera tiene que ser porque se lo ha ganado, no para probar. Para ser de Primera hay que hacer un camino y ganar a los pelotaris que hay en medio”, agrega Altuna. Habla de la mili. A él le tocaron Julen Retegi, Aritz Lasa o Aitor Mendizabal. Duros como rocas. “He coincidido con muchos pelotaris. En Aspe estaban Zubieta, Titín, los hermanos Merino, Irujo, Xala... En Asegarce también estaban Saralegi u Olaetxea, que igual no jugaban el Parejas, pero eran pelotaris que enseñaban mucho”, evoca. 

La evolución

El Altuna III que salió aquel San Juan, el que no se arrugó ante un Titín III que le sacaba 27 años, tuvo que evolucionar. De pelotari técnico a pelotari total. “He cambiado mucho en todas las facetas. Con 18 o 20 años, pensaba que mentalmente era muy fuerte. Escuchaba lo de los psicólogos y pensaba en que eran para gente que estaba mal, pero luego te das cuenta de que estar mucho tiempo en situaciones de tensión te merma”, esgrime. Físicamente tenía que “evolucionar”. Ha cogido peso, musculatura. Tiene poder de besagain y mueve la pelota, pero nunca ha olvidado el frontón, su hábitat. “Jokin Etxaniz siempre me ha hecho hincapié en el juego y no en lo que gano. Eso me viene bien”, afirma. “Nunca me ha pesado la etiqueta de ser un pelotari técnico, pero me he equilibrado. A la velocidad que se juega hoy, es imposible ganar solo con la técnica”, desbroza.

Aquel niño que miraba los entrenamientos desde las gradas del frontón Larrunarri de Amezketa mientras esperaba a su a que su ama terminara de trabajar soñaba con pelota, pero no se “imaginaba” todo lo conquistado. “Cuando gané a los pesos pesados de aficionados, pensé en que podía llegar, pero nunca imaginé esta trayectoria. Es más, hace cuatro años tampoco creía que iba a tener ocho txapelas. Vivo el momento. No afronto diferente cada partido. La pelota no para. Eso me ayuda a seguir mejorando”, desgrana. Olvida rápido: lo perdido y lo ganado. “No se puede vivir de los resultados. La valoraciones tienen que ir más allá”, zanja Jokin. Al día siguiente, pase lo que pase en la cancha, siempre sale el sol. Y así durante toda la eternidad.

Parada al txoko


  • Una comida. Cogote de merluza con patatas y pimientos. 
  • Una bebida. Una radler. 
  • Un partido. El debut. 
  • Un rival. Me habría gustado enfrentarme en el individual a Martínez de Irujo. Es una espina. 
  • Un zaguero. Miguel Merino. Aprendí mucho de él en mi primer Parejas de suplente. Me marcó. 
  • Una txapela. La primera, la del Cuatro y Medio ante Urruti (2017). Había soñado con ello. 
  • Un sueño por cumplir. Ser padre y que mi hijo o hija me vea jugar. La pelota es mi pasión y quiero transmitirlo. 
  • Un ídolo. Irujo. Al dejar la pelota, me ha sorprendido a mejor. Cuando pierdo, siempre me llama.
  • Una película. ‘Gladiator’ o ‘El último samurai’. También me gustan las de ‘Harry Potter’. 
  • Un libro. ‘Invicto’, de Marcos Vázquez. 
  • Una canción. Hay dos a las que siempre vuelvo: ‘Rayando el sol’ de Maná y ‘Esperantzara kondenatua’ de Gari.
  • Un lugar para escapar. Formentor, en Mallorca.

Un palmarés envidiable

Con 28 años recién cumplidos –los hizo en marzo– suma su tercera txapela de la modalidad reina tras las conquistadas en 2018 ante Aimar Olaizola (22-14), 2021 ante Beñat Rezusta (22-5) y la de Unai (22-5), en cinco finales. De este modo, alcanza en el listado histórico a Patxi Eugi (1996, 1999 y 2000) y Miguel Gallastegi (1948, 1950 y 1951). Palabras mayores. A un título quedan Aimar Olaizola (2005, 2007, 2012 y 2013), Rubén Beloki (1995, 1998, 1999 y 2001) y Atano III –si se contabilizan los cetros reglados– (1940, 1942, 1944 y 1946). Por delante están Juan Martínez de Irujo (2004, 2006, 2009, 2010 y 2014), con cinco; Juan Ignacio Retegi (1969, 1970, 1972, 1973, 1974 y 1975) e Hilario Azkarate (1960, 1961, 1962, 1964, 1965 y 1967), con seis, y el inalcanzable Julián Retegi, con once (1980, 1981, 1982, 1983, 1984, 1985, 1986, 1987, 1988, 1990 y 1993). “Es algo que se quedará ahí por los años de los años”, analiza el propio Altuna III. 

De todos ellos, solamente dos superan en precocidad al amezketarra: Beloki y Azkarate. El Látigo de Burlata fue durante 21 largas campañas el manista más joven de la historia en hacerse con la txapela más preciada del panorama, con 20 años, pero su récord lo devoró Iker Irribarria en 2016, con apenas 19. En 1999 conquistó su tercer reinado y tenía 25 años. En el caso del elorriotarra, su tercer Manomanista le llegó con 27, en 1962. Retegi II y Martínez de Irujo, entretanto, están a la par de Altuna. 

El amezketarra, no obstante, afila su palmarés con un tránsito sobresaliente en el Cuatro y Medio, modalidad en la que acumula ocho finales consecutivas (desde 2016 en adelante) y cuatro entorchados (2017, 2020, 2021 y 2023). En la jaula, ya dispone de números de leyenda. Empata a finales con los más prolíficos: Olaizola II, Patxi Eugi y Juan Martínez de Irujo; tiene los mismos títulos que Retegi II (1989, 1990, 1991 y 1992) y solamente queda por delante el de Goizueta, con siete (2002, 2004, 2005, 2008, 2011, 2012 y 2013). La cuarta txapela del actual responsable técnico de Baiko Pilota le llegó con 29 primaveras recién cumplidas. Jokin lo logró el pasado noviembre, con 27 en el cuentakilómetros.

Altuna III alcanzó la Triple Corona en 2022 con la consecución del Campeonato de Parejas junto a Julen Martija. “Es el campeonato más complicado, porque es muy largo y entran muchos factores en juego durante los cuatro meses de competición”, reflexiona siempre el delantero de Aspe. Forma parte del selecto club en el que también se encuentran Retegi II, Fernando Arretxe, Olaizola II, Martínez de Irujo, Abel Barriola, Mikel Urrutikoetxea y Oinatz Bengoetxea.

Jokin Altuna, con la txapela de campeón del Manomanista de 2018. Pablo Viñas

La calzada de los gigantes

Con los datos en la mano, cabe reflexionar sobre la importancia del amezketarra no solo en la pelota a mano actual, que domina con puño de hierro con quince finales y ocho títulos en diez años en activo y con gran solvencia para entrar en la fase de semifinales –en 21 de sus 29 campeonatos en Primera–, sino en la historia. El caso es que Altuna III es el cuarto pelotari con más títulos, apenas superado por los tres gigantes: Julián Retegi, Aimar Olaizola y Juan Martínez de Irujo. 

Altuna III, en el podio del Manomanista de 2024. Oskar González

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En total, el legendario delantero de Eratsun llega a las 20 txapelas (las once del Manomanista, cuatro del Cuatro y Medio y cinco del Parejas), marca que se antoja prácticamente imposible de batir. Los registros del goizuetarra y del de Ibero son más cercanos. Aimar posee catorce títulos (cuatro del Manomanista, siete del Cuatro y Medio y tres del Parejas) y Juan, trece ( cinco del Manomanista, tres del Cuatro y Medio y cinco del Parejas). Juntos suman 27 txapelas de las 40 que hubo en juego mientras estaban los dos en activo. En 33 finales de esas 40 estuvo, al menos, uno de los dos gigantes. Altuna III va tras la estela, hambriento.