Un gesto de rabia contenida, también de liberación, un puño al aire, estalló en el Frontón Bizkaia. Esa fue la celebración primitiva, desde las entrañas, de Jokin Altuna antes de abrazarse con Unai Laso, al que superó por un incontestable 22-5 en la final del Manomanista.

Fue un monólogo de Altuna, que todo lo hizo bien ante un Laso que nunca encontró alivio a sus penas. Fue una sombra informe de Laso, sobrepasado de punta a punta. Altuna coleccionó su tercera txapela de la modalidad. Al delantero de Amezketa le coronaron las manos mágicas de José Ángel Iribar, el mito.

Altuna camina por esa senda, la de un manista totémico que se acerca cada vez más al Olimpo de los dioses de la especialidad más dura, áspera y especial. El Alfa y el Omega. El laurel que supone el respeto y el reconocimiento. 

Cuando empezó, nunca pensó Altuna en semejantes logros. Le bastaba con sentir ser campeón una vez. “Cuando empece, para mí ya era un reto ser campeón del Manomanista. Serlo tres veces es alucinante”, expresó Altuna con una sonrisa que recorría su rostro, dichoso después de haber conquistado el Manomanista.

“Me he sentido muy bien desde el principio. Notaba chispa, la pelota me salía con velocidad y de piernas me sentía fresco”, analizó el delantero de Amezketa, el mejor manista de esta época. Altuna se impulsó a través del saque, un arma que había alimentado el músculo competitivo de Laso durante el torneo.

La importancia del saque

“Le he metido tres tantos directos de saque al principio y para Unai esa era una situación nueva. Hasta ahora era él el que hacía daño con el saque y a partir de ahí tenía dudas de si ir hacia adelante o quedarse atrás para restar. Si uno coge el saque y acierta se puede hacer mucho daño. En este campeonato se han visto muchas tacadas”, describió el campeón. 

Las dudas de Laso eran certezas para Altuna, que no se fue a restar de aire los saques de su rival. Lo había estudiado. “Viendo su campeonato, cómo sacaba, ir adelante, a restar de aire, era como jugar a la lotería. Con diez pelotazos te hacía diez tantos. Mi idea era que trabajara y me ha salido”, reconoció el delantero de Amezketa, que completó una final sin fisuras mientras Laso se resquebraja a medida que avanzaba la final. 

"Viendo su campeonato, cómo sacaba, ir adelante, a restar de aire, era como jugar a la lotería"

Jokin Altuna - Delantero de Aspe

Un buen comienzo

“En el tanto 1-0 le he dado dos buenos pelotazos. Veía que la pelota me salía bien de la mano. Eso te da tranquilidad. Tienes que centrarte en lo tuyo y sacar tu mejor versión. Le he jugado a los pies y se ha sentido incómodo. Además, le he jugado a la izquierda y me ha salido bien”, explicó Altuna, analítico y didáctico. Aprendiz y profesor.

Derrotado por Laso en la liguilla de cuartos por 22-7, Altuna quiso relativizar el impacto de aquella derrota, al igual que rebajó de algún modo el marcador que endosó a Laso, sabedor de que en el Manomanista penaliza cualquier bajón de juego y sublima a quien es capaz de sacar lo mejor de sí mismo. 

“Ese día él estaba a tope, y yo no estuve bien y hoy ha sido al revés”, determinó el de Amezketa, que posó su mirada sobre el campeonato. “Si vas salvando los partidos vas cogiendo confianza. Eso no indica que vayas a salir campeón, pero yo sabía que a él le iba a costar si no le dejaba marcharse. Él, durante el campeonato había empezado los partidos muy bien y si te ves por debajo, las cosas cambian”.

La responsabilidad del campeón

Altuna portará la camiseta roja, la que identifica al campeón del Manomanista durante un año. “Ganar el mano a mano es muy grande pero no te puedes dormir en el verano ni en el Cuatro y Medio o el Parejas. Tienes que demostrar que eres el campeón. Ahora se ve todo bonito y fácil, pero no es así. Me voy a casa con una temporada muy buena. Ahora toca descansar”, cerró el campeón del Manomanista.