No es lo mismo una final apretada y tensa que arrancar 19-1. Jokin Altuna confirma que tiene el cuerpo mejor que en otras ocasiones tras arrasar con Unai Laso (22-5) para conquistar su tercer Manomanista y su octava txapela en Primera. El guipuzcoano sigue haciendo historia.

Apenas tiene tiempo saborear el triunfo.

—En once días compito en Zeanuri. Ahora me voy unos días de vacaciones, para desconectar, pero no se puede regresar y salir a la cancha al día siguiente. Me gustaría tener un poco más de tiempo, pero sé cómo es el calendario de la pelota y cuál es el peaje. Cuando no te salen bien las cosas, quieres que llegue el siguiente partido cuanto antes; pero cuando ganas algo así, te gustaría disfrutarlo y descansar más. Es lo que hay.

Fue una final plácida para usted. No sufrió demasiado físicamente.

—Los días previos son bastante cansados. Estás con ganas de que llegue el día. El viernes y el sábado son los peores momentos, porque te pasas las horas esperando que llegue la final. Se hace un poco largo. Todo salió bien.

“Mi intención era apretar a Laso desde el principio, pero no me imaginaba irme al descanso 12-1 ni loco”

Hizo una tacada de 19 tantos. Ni en sus mejores sueños.

—Desde luego. Estaba sacando bien y tenía esa confianza de que si seguía así, a él le iba a costar recuperarlo. Fíjese, Unai nos ha hecho eso durante el Manomanista: agarrarse al saque y hacer tacadas. En la final sucedió lo contrario.

Continúe.

—Fui tanto a tanto. Mi intención antes del partido era apretarle al principio, endurecer el partido y meter ritmo. Veía a Laso como el mejor del mano a mano y quería apretarle, pero no pensaba ir 12-1 al descanso ni loco. Cuando te sale la pelota así, es muy complicado contrarrestarlo. A veces hablamos de coger el centro de la cancha y es algo que parece fácil, pero para controlar el centro tienes que dominar al contrario. Necesitas estar muy bien para conseguirlo. 

“No pienso demasiado en las marcas. Una txapela más o menos no indica el nivel de cada pelotari”

La importancia del saque

Comenzó el Manomanista con menos confianza en el saque y en sus dos últimas comparecencias es cuando mejor lo ha ejecutado. Resultado: 22-10 y 22-5 de su lado contra Artola y Laso, dos favoritos.

—Siempre que piensas en qué cosas hay que hacer bien, la primera es el saque, porque o haces tanto o tienes pelota para hacerlo después. Puedes preparar los partidos bien, pero si no te sale la pelota de la mano...

“No es casualidad que en las últimas finales no hubiera 3.000 personas y jugando Unai y yo, en cambio, sí”

¿Es esta la txapela de la serenidad de Altuna III?

—No lo sabría decir. No ha sido un campeonato fácil. Cuando empezó, al encajar el 7-22 ante Laso, se me puso todo cuesta arriba. No me alarmé. Sé perfectamente que puedo ganar y perder contra todos, fácil incluso. Hay que seguir trabajando.

Su fiabilidad se demuestra en que es muy complicado que tenga dos accidentes en un mismo campeonato, ¿no?

—Sí. He vivido campeonatos en los que ha ido todo rodado, ganando fácil, con muy buenas sensaciones y te acostumbras a ellas, de tal modo que no es fácil darle la vuelta cuando vienen mal dadas, y acabar perdiendo la final. En otros, en cambio, me ha pasado lo contrario. Contra Darío, con el 19 iguales y el saque en su poder, me vi casi eliminado. Superarlo me dio una fuerza terrible.

¿Dónde reside el límite de Jokin Altuna?

—No me gusta pensar en esas cosas. Estoy a gusto y me toca disfrutar. Todavía soy joven y quiero seguir mejorando. Lo que más me gusta es entrenar. Sé que llegará un día en el que físicamente entraré en una edad en la que no se mejora. Quiero aprovechar. Me quedan todavía unos cuantos años buenos.

El margen de mejora

¿Y dónde observa ese margen de mejora?

—Trabajamos para mejorar todo. He experimentado mucha mejoría durante estos diez años. En el mano a mano, antes no tenía ese poder que tengo ahora y no hacía tanto daño. Jokin Etxaniz es primordial para mí. No es de los que me dice qué hice bien o mal, sino que se centra en el día a día. Siempre me demuestra que tiene fe en que puedo seguir mejorando. Puedo mejorar tanto en defensa como en ataque.

Con su tercera txapela del Manomanista iguala en números a Patxi Eugi y Miguel Gallastegi.

—Estoy contento. No pienso demasiado en las marcas. Una txapela más o menos no indica el nivel de cada pelotari. Hay cosas más importantes y más difíciles de controlar que una txapela. Si piensas demasiado en eso, te obsesionas. Es mejor centrarse en el día a día.

Altuna III, en el podio del Manomanista de 2024. Oskar González

Eso sí, tal y como manifestaba en la rueda de prensa posterior a la final, ha colmado sus expectativas.

—Sí. Ahora me siento poderoso en el mano a mano. He llegado a cinco finales y he ganado tres txapelas. La primera fue una sorpresa para mí. Quería ganar un Manomanista, pero no lo imaginaba a los 22 años. Después, te exiges tú también codearte con los mejores.

Jugó la final del Manomanista de 2023, ganó el Cuatro y Medio de 2023, quedó subcampeón del Parejas de 2024 y se acaba de calar la presente txapela del mano a mano. Doce meses de ensueño.

—Si se miran los resultados, se podría decir que ha sido uno de los mejores años; pero lo cierto es que he tenido muchas dificultades. En el Cuatro y Medio lo pasé muy mal. Gané, pero tuve que parar. En el Parejas me fastidié la mano y nos quedamos cerca del título, porque casi remontamos la final. Viendo el inicio, no pensábamos siquiera en llegar tan lejos. Y en el Manomanista todo empezó mal, pero estoy contento. El año pasado, por ejemplo, me sentí mejor de juego y no logré ninguna txapela. Entran en juego muchos factores.

Portará la camiseta colorada todo el año, con lo que implica.

—No creo que se me vaya a exigir más por ser el campeón. Cuando gané la primera, no pasé un buen año. Pensaba que tenía que ganar siempre. Veía las cosas de forma diferente. En 2021, en cambio, viví el verano de otro modo. No me voy a presionar más.

Tiene 28 años y llega la madurez.

—No lo sé. Me siento bien. Estoy centrado en mi trabajo. No me emociono tanto con los días grandes y no me derrumbo con los palos. Tengo más equilibrio.

El Bizkaia se llenó hasta la bandera. ¿Qué significa para usted después de unas ediciones en las que no se terminaba de alcanzar ese pleno?

—Está yendo mucha gente al frontón durante todo el año. Las dos últimas temporadas está acudiendo mucho público. No es casualidad que en las últimas finales no hubiera 3.000 personas y jugando Unai y yo, sí.

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Llega el verano.

—Es una época exigente. Más igual después de la txapela. Juegas contra compañeros que quieren quitarte el sitio. Cuando empecé en Primera, en verano tienes opciones de demostrar tu lugar y no hay pachangas. Eso sí, para mí no hay nada más bonito que recibir el cariño de la gente.