Lo de David Silva es tremendo. Sus propios compañeros pudieron constatar el recuerdo y el significado que tiene en el Manchester City, donde se convirtió en una leyenda inmortal después de diez temporadas a un nivel extraordinario. La confirmación de la veneración del club y su gente es que le han levantado una estatua en los aledaños del Etihad Stadium. Fiel a su personalidad, siempre discreto y modesto, en un segundo plano y sin ningún afán de protagonismo, el canario todavía no la conocía hasta que la semana pasada, con motivo de la visita a Old Trafford, en plena levitación grupal tras un triunfo que perdurará para siempre en nuestras retinas, la plantilla txuri-urdin se ejercitó en las instalaciones del City y al término de la práctica, se improvisó un bonito homenaje bajo el monumento en el que no faltaron Txiki Beguiristain y Pep Guardiola. Abrumado y con esa incómoda sensación de vergüenza que genera su evidente timidez, el escudo en el que se protege cuando no rueda un balón cerca de él, declaró a sus pies: “Tenía ganas de visitarla. La había visto en fotos y vídeos, pero verla así, ha quedado muy guay, es impresionante. Volveré con mi familia”.

Incluso Guardiola, con su particular sentido del humor, no dudó en vacilarle: “Ya creía que no ibas a venir. Ganas en Old Trafford otra vez... Enhorabuena”.

No era mal día para rememorar su pasado Citizen, cuando la víspera había logrado su séptima victoria consecutiva en el templo de su vecino y eterno rival. Un hito escandaloso posiblemente sin paragón en la historia mundial. Silva se elevó a los cielos como mediapunta, después de unos inicios más escorado en la banda. El problema es que en los últimos años, la tendencia de pasar a jugar con extremos en un 4-3-3 y no un 4-4-2 o 4-2-3-1 que tan de moda estuvo en el fútbol español y en la selección, han ido disipando la figura del 10 de toda la vida. “Ha cambiado con el pasado del tiempo. En mi época era más representativa. Había muchos más mediapuntas específicos. En el fútbol actual, este puede actuar de interior o de extremo. No se está utilizando tanto esa figura”, asegura el exrayista Roberto Trashorras. Lo mismo opina el exvalencianista Mista: “Antiguamente el mediapunta era un mediapunta. Y ya está. Ahora ese jugador puede actuar en diferentes posiciones”. O el exmadridista Víctor del Amo, que deja un argumento interesante para explicarlo: “Esa figura fue transformándose en un centrocampista más que en un segundo delantero. La importancia de la posesión en los equipos ha influido mucho. El objetivo de tener más tiempo el balón ha provocado que se convierta en un tercer centrocampista dentro del 4-3-3 y ahora se juega con delanteros en las bandas (los extremos), alejándoles de la finalización y limitando también la presencia de centrocampistas especialistas de banda”.

Es David Vidal quien pone claridad en este tema a su manera en el debate que abrió Marca: “El mediapunta tiene que ser carismático, de talento y que sepa marcar goles, si no complicado. Debe jugar entre líneas y apoyar al delantero: recibir, rematar, hacer jugar a los extremos... Por ahí es realmente donde viene el peligro. Los goles realmente los marcan los extremos. Si meten 26 balones habrá más tantos que si meten seis centros. La clave está ahí y no con cuántos delanteros juegan”.

La Real lo vivió en sus carnes cuando Canales le dejó en la estacada. Se pasó un año sin un mediapunta reconocible hasta que el verano siguiente la dirección deportiva decidió que sin un especialista en ese puesto no iban a ningún lado y se trajeron a Odegaard. Recuerdo que Moyá, que solía desmenuzar muy bien las claves del equipo, destacó el hecho de recuperar la figura de un 10 como era el noruego, que en Anoeta dejó un recuerdo casi inigualable: “Yo siempre había dicho que desde que llegué a la Real, y con la marcha de Canales y Xabi Prieto, igual nos faltaba ese 10 que es mediapunta y filtra esos pases y tiene esa visión de juego. Con Odegaard la dirección deportiva de la Real ha acertado. Qué voy a decir que no sepa la gente ya de Odegaard. Él solito se muestra ya al fútbol mundial”.

Un mediapunta tiene que ser carismático, con talento y que marque goles. O los genere. Parece que Vidal estaba hablando de David Silva. Nadie puede discutir que el canario es uno de los mejores jugadores que ha vestido la camiseta txuri-urdin. No hay más que preguntar y escuchar la admiración que le profesan sus propios compañeros, que casi dan gracias a Dios de compartir la rutina diaria en Zubieta con uno de esos futbolistas de talla mundial que lo ha ganado todo. Con su forma de ser, reservada, pero con una fina e inteligente ironía, es un hombre que hace mucho vestuario. Por poner un ejemplo, este verano, la plantilla ha organizado uno de esos juegos en los que se hacen equipos y tú ejerces de director deportivo para hacer fichajes y vender jugadores. Sus dos primeras contrataciones fueron Turrientes y Barrenetxea, dos de los jóvenes que se quedaron impresionados con su elección. Con pocas palabras da muchos consejos que son escuchados como si les estuviera hablando el mismísimo Cruyff.

Pero si hay una persona que se ha rendido hace tiempo a todo lo que supone y representa Silva ese es Imanol. En las últimas fechas se ha abierto el debate sobre la idoneidad de seguir jugando con el 4-4-2 por la lesión de Sadiq y por la ausencia por ahora de Carlos Fernández. Son muchos los que piensan que el oriotarra cambió de sistema para buscar soluciones a la larga ausencia de los terrenos de juego de Mikel Oyarzabal. Y es cierto que todo parece indicar que fue así. Pero yo hace tiempo que manejo mi propia teoría. Ese giro de guion o ziaboga de Imanol que llegó después de una noche, imagino que en vela, dándole vueltas en el hotel de Elche, me parece un guiño a Silva. Es como si le hubiera levantado su propia escultura en forma de sistema para que pueda lucir en su máxima expresión. El canario se maneja como pez en el agua en el vértice del rombo. Juega como los ángeles. Recibe, se gira, sale por la derecha o por la izquierda, siempre mejora la jugada, busca el último pase, si no lo ve claro le da paciencia al juego... Es un privilegio disfrutar del ocaso de uno de los más grandes futbolistas que jamás se ha visto en la Liga. El año pasado, Imanol se dio cuenta de que si le colocaba buenos lugartenientes por detrás, las dos torres gemelas Merino y Brais (antes Rafinha), y dos delanteros por delante, que son plenamente conscientes de que la mayoría de las veces les va a dar el balón en el momento y lugar exacto, afloraría la mejor versión de un protegido Silva. Sigue siendo una maravilla verle jugar, aunque algún día nos contará por qué casi nunca chuta a puerta, o no ha lanzado una falta con la txuri-urdin cuando le hemos visto limpiar muchas telarañas de las escuadras a lo largo de su carrera. Necesitamos una pócima para convertirle en eterno porque se trata de una especie en extinción. Que alguien llame a Peter Pan. Para David, bueno y ya de paso, si sobra (es más importante lo del canario) para mí también. Y yo que ya le veía hacer todas esas cosas con 16 años... ¡Qué futbolista! Irrepetible. ¡A por ellos!