donostia - El pájaro Birdboy continúa imparable su trayectoria internacional de altos vuelos. Cinco años después de alzarse con el Goya al mejor cortometraje de animación, el tándem vasco-gallego formado por Pedro Rivero y Alberto Vázquez subía de nuevo al escenario el pasado sábado.
El reconocimiento de la Academia llegaba de la mano del largometraje Psiconautas. Los niños olvidados, basado en la novela homónima firmada por Vázquez. Esta coproducción de Zircozine, Basque Films, Abrakam Estudio y La Competencia Producciones se imponía al otro título vasco nominado en la misma categoría, Teresa eta Galtzagorri, de Dibulitoon Studio, y a la película Ozzy.
Manteniendo la cuidada estética y perturbadora temática que destacaban en el cortometraje inicial, Birdboy y Dinki repiten como protagonistas de esta profunda metáfora sobre el paso hacia la edad adulta que también aborda temas como la drogadicción, la falta de expectativas laborales entre los jóvenes o la contaminación.
Desde el mismo momento de la concepción del cortometraje Birdboy, sus directores siempre pensaron en llevarlo al formato de largometraje y, tras varios años de trabajo, Psiconautas por fin ha visto la luz. El Zinemaldia de 2015 marcó el punto de partida de una prolífica trayectoria internacional en la que ha ido engrosando su lista con cerca de una veintena de galardones a los que ahora se suma un Premio Goya. “Ha sido muy especial porque este es un proyecto para adultos, con historias personales y un poco más duras. Que este tipo de películas entren dentro del sector y se reconozcan es un paso adelante”, se felicitaba Vázquez, quien celebra “un año redondo” con otro cabezón por el cortometraje Decorado. “Estos premios, sobre todo, sirven para seguir haciendo más proyectos”, apunta.
La de Psiconautas es una apuesta arriesgada que juega con unos personajes de aparente estética infantil para construir una trama dotada de una gran complejidad. “Hay un contraste evidente entre la forma y el contenido que nos sirve para contar historias duras e intentar hacer reflexionar”, sostiene el director.
“Me gusta mucho trabajar con animales porque son iconos, no tienen lugar ni tiempo, y puedes construir historias universales como las fábulas o los cuentos”, desvela. Ese universo atemporal se dibuja, además, detalle a detalle, con una rica paleta cromática. “Nos interesa trabajar con la poesía visual, crear metáforas visuales”, explica Vázquez.
El público podrá disfrutar del universo fantástico de Birdboy a partir del 24 de febrero, fecha en la que está previsto el estreno de Psiconautas en varias salas de cine vascas y estatales.
Doble reconocimiento La trigésimo primera edición de los premios Goya ha sido muy especial para él. En apenas cinco minutos veía multiplicada su alegría al recoger un galardón por Decorado, en el que, al igual que en Psiconautas, también ha participado la productora bilbaina UniKo. “Es un proyecto del que me siento muy orgulloso; lo hemos estrenado en Cannes, ha estado en todos los festivales y está funcionando genial”, cuenta.
Con el blanco y el negro como únicos protagonistas, Decorado utiliza grabados del siglo XIX para plasmar una crítica a las convenciones sociales, a las apariencias, a la artificialidad con la que se construyen a veces las relaciones. Todo ello aderezado con un gran dosis de humor e ironía, tomando como protagonista a un ratón desencantado con su vida.
Vázquez, cuya trayectoria profesional se viene desarrollando desde hace años en Euskadi, pone en valor la gran calidad de la animación vasca y reivindica una mayor implicación de las instituciones públicas en lo que respecta al formato del cortometraje. “El principal problema reside en que suelen moverse por los festivales y si no los ves allí es muy difícil que se programen en televisión.
Por otro lado, los compositores vascos han tenido también una notable presencia en los Goya de este año. El getxotarra Fernando Velázquez, nominado en otras ocasiones por su trabajo en la composición de las bandas sonoras de El Orfanato, Lo Imposible y Ocho apellidos vascos, lograba su primer cabezón. Lo hacía de la mano de Un monstruo viene a verme.
La película de Juan Antonio Bayona concluyó la noche con nueve estatuillas. Entre ellas se encuentra la otorgada a Velázquez, quien se impuso a tres competidores de nivel, dos de ellos también vascos: el donostiarra Alberto Iglesias por Julieta; Pascal Gaigne, por su trabajo en El Olivo; y el sevillano Julio de la Rosa, autor de la banda sonora del thriller El hombre de las mil caras.