El relevo generacional en el caserío de Gipuzkoa es un problema de actualidad. La incertidumbre sobrevuela de generación en generación sobre las explotaciones agrícolas o vinculadas al sector primario en Gipuzkoa. Gotzon, Aimar y Amaia son rara avis en estos tiempos de Inteligencia Artificial y adoración por el ocio y el entretenimiento. Fuerza viva que ha tomado las riendas de sus negocios familiares, los que hoy dan de comer a los Izeta de Aia y los Garmendia Sukia de Zaldibia. Dos familias, y un propósito: mantener el legado familiar y vivir de una actividad que han mamado “desde pequeños” y que les “gusta”

Los tres son “jóvenes” que son motivo de orgullo para sus familias y sirven de ejemplo para otros en el objetivo estratégico de impulsar el sector primario en Gipuzkoa, un territorio que, según los últimos datos el Eustat, en tres años ha perdido el 15% de sus explotaciones agrarias (pasó de 4.916 a 4.026 entre 2020 y 2023); y ahora aspira a incorporar 380 jóvenes al medio rural en diez años, dentro de la estrategia vasca de relevo generacional del Gobierno Vasco y las diputaciones forales.

En la actualidad, en Gipuzkoa existen 309 explotaciones agrarias con titulares que tienen más de 60 años.

Tercera generación en Aia

Gotzon Iruretagoiena tiene don de gentes y no le tiembla la voz ante el gran público. Ayer fue uno de los protagonistas y expuso su caso, de éxito, sin duda, ante las más de 500 personas que han asistido este jueves al congreso Gure Lurra Sembrando futuro que organiza la Diputación de Gipuzkoa por octavo año consecutivo. Le acompañaron su padre, Sebastián, de 63 años; y su abuela, Ángeles, de 86: tres generaciones que dado un nombre y un estatus en el territorio al negocio familiar.

Pero la pregunta sobre la inexorable decisión que en el futuro deberán tomar sus tres hijos de 14, 12 y 8 años si quieren que continúe el legado familiar, provoca un silencio incómodo incluso en Gotzon. “¿Seguirán nuestro legado o no?”, duda el alma máter de lo que hoy en día es un negocio que va viento en popa: el restaurante-sidrería Izeta Sagardotegia de Aia.

 El día de su comunión, sin concluir el banquete, Gotzon recuerda que se desvistió la ropa de ceremonia y se puso en la parrilla. Una escena chocante, que “entonces me parecía normal, pero hoy seguramente no me lo parece ni a mí”, asegura: “Había 300 comidas que servir”. 

Años más tarde, no dudó. Asumió las riendas del negocio familiar “porque es lo que había vivido y visto toda mi vida y me gustaba", reconoce. “Y porque vale para esto”, replica su abuela, Ángeles, parca en palabras, pero certera.

Hija del caserío Arbea de Zestoa, cuando Ángeles Elustondo se casó con Manuel Iruretagoiena y se fue a vivir al caserío Izeta de Aia. El trigo era ya cosa del pasado. No lo conoció, pero Ángeles “ayudaba trabajando en la huerta, recogiendo hierba y con el ganado”; no tanto en la cocina, porque aquel era territorio de la amona de entonces. Hoy la amona es ella, a sus 86 años. 

Tuvieron 11 hijos e hijas; entre ellos, Sebastián, un joven “con poca afición a la escuela”, y que pronto orientó su carrera hacia el negocio familiar que era el caserío. Estudiar no, pero cuando llegaba a casa, lo hacía "siempre con ganas de trabajar”, reconoce este hombretón de 63 años. “Nunca he sido perezoso para ayudar en lo que hiciese falta”.

Una decisión difícil

En el caserío Izeta “siempre se había hecho sidra”, pero “para consumo doméstico”, recuerda Ángeles. No fue hasta hace dos décadas cuando su esposo, Manuel, decidió dar el salto. Fue cuando comenzaron a producir en grandes cantidades y a comercializar sus caldos. Al aitona Manuel le convenció un viejo amigo de Ergobia, Tximela: “Ez zen erabaki erraza izan aitonarentzat”, reconoce Sebastián. Dio con la tecla. Mucho trabajo, sí, pero Ángeles se reafirma: “No me arrepiento”. 

"Mis tres hijos aún están estudiando, pero la decisión de seguir o no será de ellos; si lo hacen, les apoyaremos"

Gotzon Iruretagoiena - Sidrería-restaurante Izeta de Aia

Hoy, Izeta es todo un referente, convertido ya no en sidrería, sino en restaurante, después de una reflexión a la que llegaron de la mano de los propios clientes y amigos, que iban demandando “más croquetas, pescado… No solo el menú de sidrería”.

Pero el futuro se escribe de generación en generación y nadie puede adivinar lo que sucederá con Izeta en el futuro. Ni Gotzon: “No lo sé. Mis tres hijos están estudiando de momento. La decisión de seguir con el caserío tiene que salir de uno mismo. Ellos tendrán que decidir; nosotros les ayudaremos, porque es nuestro y vivimos de ello. Pero si les gusta otra cosa, les apoyaremos igual”, admite.

Los hermanos de Zaldibia

Aimar y Amaia llevan solo un año de emprendizaje al mando del negocio familiar y ya han sido objeto de varios reportajes en diferentes medios. Ayer también expusieron su caso en el congreso Gure Lurra Sembrando Futuro. Jóvenes, guapos y preparados. Son un buen reclamo.

Hace años que “nos hacíamos nuestras películas, pero antes de dejar el trabajo en la fábrica nunca nos habíamos planteado en serio seguir con el negocio de casa”, reconoce Amaia: “Te imaginas si esto, y lo otro…”. Los hermanos fantaseaban a espaldas de sus padres, Gerardo Garmendia (67 años) y Modes Sukia (66). Y hace justo un año aparcaron sus respectivos trabajos en la industria para seguir el legado familiar. En este caso, son segunda generación y aún no tienen hijos e hijas a las que inculcar su pasión por el sector agrario. 

"Antes de dejar la fábrica, nos habíamos hecho nuestras películas, pero nunca habíamos hablado en serio de coger el negocio familiar"

Amaia Garmendia - Productora de queso Idiazabal y ganadera

Gerardo Garmendia, Mozo, es bien conocido en Goierri. Cuenta Amaia, su hija menor, de 26 años, que “empezó con problemas de salud” hace un tiempo y ello provocó que ella y su hermano, de 28 años, asumiesen un papel más activo en la ganadería familiar, aunque “a la sombra del aita”. 

"Siempre nos han animado a estudiar y probar un trabajo fuera de casa, cada uno con sus estudios. Nos decían que ya habría tiempo para seguir con las ovejas después si queríamos”, reconocen los dos hermanos. Y así ha sido. 

"Siempre nos han animado a estudiar y probar un trabajo fuera de casa primero, cada uno con sus estudios"

Aimar Garmendia - Emprendedor ganadero de Zaldibia

Aimar estudió un Grado Superior de Formación Profesional (FP) en Mecatrónica. Ella, un grado de Administración y Dirección de Empresas en la universidad. Empresariales de toda la vida, aderezado con un “máster de Finanzas”.

Aimar estuvo trabajando “ocho años en Orkli”, una cooperativa industrial de Ordizia, “pero llegó un momento en que veía que no era para mí. La rutina diaria se me hacía pesada”, admite. “El primero en enterarse que iba a dejar la empresa fue mi jefe. No había comentado nada en casa", ni siquiera a la hermana con la que fantaseaba en llevar el negocio familiar. Fue después. Solo después, cuando se lo trasladó a su padre y su madre. Se abría una puerta de esperanza para el negocio familiar.

"Tope" en la industria

La inminente jubilación de su padre y su madre “no tuvo nada que ver” en su decisión. “Al final, nosotros hicimos tope en el mundo de la empresa”, reconoce la pequeña de los Garmendia Sukia, Amaia. “Yo trabajaba en Eredu”, una cooperativa dedicada a la fabricación de mobiliario de camping, jardín, playa y terraza en Legorreta. “Hice carrera dual y master dual. Estudiaba y trabajaba al mismo tiempo y luego estuve dos años trabajando en la fábrica”.

Hoy, cada uno tiene su espacio y el negocio familiar se ha multiplicado. “Aimar cogió otra explotación de producción de carne de vaca que había en Zaldibia”, cuenta Amaia, y “yo me quedé con las ovejas. Produce queso con Denominación de Origen Idiazabal. Con la marca Haitzberri para el queso producido en el caserío Iporra, camino de Lizarrusti y Gaintza. Y Doniturrieta, el mismo nombre que la txabola que ocupan en Aralar durante el verano, para el queso de pastor (de montaña).

Gotzon, Aimar y Amaia escenifican un sector en reconstrucción para cuyo impulso la Diputación de Gipuzkoa está destinando numerosos recursos en los últimos años.