El lunes por la tarde asistí el estreno del documental En Silencio que le ha grabado la actriz y directora Sara Sálamo a Isco. Una romántica declaración de amor en forma de reportaje dedicado a la soledad del futbolista lesionado y a las horas que debe pasar en el gimnasio separado y alejado de la dinámica de grupo. Imagino que esa sensación se puede equiparar a la del entrenador cuando el equipo no termina de arrancar o cae en una crisis como le está sucediendo a la Real Sociedad. Todavía recuerdo el día en Yokohama, cuando Aperribay por fin se unió a la expedición en el anexo del campo en un día muy complicado en el que no pudieron llevar a cabo un acto para intentar buscar patrocinadores y estaba que fumaba en pipa. Nada más llegar al lugar donde se iba a entrenar la Real, cruzó la pista de atletismo para ir a saludar a Sergio Francisco. Le dio un abrazo de oso y se alejó hacia el campo arropándole con el brazo apoyado en su hombro. Me recordó un poco a la famosa y expresiva celebración del título de Copa en el césped de La Cartuja junto a Imanol, a quien, como desveló el propio oriotarra meses después, no le concedió ni una mínima tregua en la gloria y le incidió en que tenían que cerrar cuanto antes su clasificación para las competiciones europeas.

El beso de Judas

Imagino que un técnico, al constatar que el saludo cada vez es más frío y que ya no tiene tantas ganas de charlar contigo, lo tiene que relacionar casi con el beso de Judas. El principal problema es que, cuando te riges por las medias verdades y exageras mucho a la hora de reivindicar tu apuesta por un entrenador de la casa, si las cosas no salen como esperabas, ya no sabes muy bien cómo salir adelante. Sergio no era la primera opción para el banquillo y una mentira no se convierte en verdad por mucho que la repitas y encima acaba volviéndose en su contra. ¿Cuál es la cuestión ahora? Que, por lo que cuentan, el presidente, que sin Roberto Olabe ha vuelto a meter mano en todas las decisiones deportivas, está muy nervioso e incluso ha activado su maquinaria habitual (la que todos conocemos, sobre todo los periodistas) para lanzar avisos directos al técnico de lo puede y debe hacer. Por lo que ya estamos en situación de alerta…

Yo llevo todo el comienzo de la competición denunciando que si apuestas por un preparador de la cantera, le tienes que proteger haciendo los deberes cuanto antes y dotándole de las herramientas necesarias con la intención de que no tenga excusas para no hacer navegar a la embarcación. Desde luego que la planificación no le ha ayudado a un Sergio Francisco que casi en octubre todavía no ha podido contar con todos los refuerzos, y precisamente le falta al que más importancia le daba. Me contaba un amigo suyo que le veía un poco cabezón, porque no ponía a los jugadores que estaba demandando la afición. En boca de todos está la solicitada entrada de Carlos Soler de 8, que es su puesto natural. Ese sí que sería el principio del fin.

Ningún entrenador se echa piedras contra su propio tejado, por lo que muy mal tiene que ver de forma a los demás centrocampistas para que haya dado la titularidad a Pablo Marín en las cinco jornadas de Liga, en las que ha acreditado que no se encuentra en su mejor momento. Ojo, yo no digo que Sergio no se esté equivocando. Es evidente que no está dando con la tecla y que tiene su particular cuota de responsabilidad en que el equipo se encuentre en puestos de descenso. Aparte del doloroso tema Jon Martín-Caleta, para mí su mayor error está siendo no haber roto con lo que venía haciendo Imanol, ya que, aparte de los ascensos del C y del B, su principal aval para aterrizar en el primer equipo era precisamente su versatilidad, su camaleónica capacidad para cambiar la forma de jugar, para modificar el estilo del equipo y adaptarse a la propuesta del rival. A nadie se le escapa que su política de continuidad es irrebatible, no hay demasiadas diferencias más que matices, cambia muy poco y esto provoca que las secuelas de la época de Imanol, que casi terminó como el rosario de la Aurora, sean mucho más complicadas de superar.

Vamos a ser serios, y aquí incluimos al presidente, ¿por qué cabeza pasa que un club como la Real piense en prescindir del entrenador que mejores resultados ha cosechado en categorías inferiores? Si apuestas por alguien de la casa, debes demostrar paciencia y sobre todo ser coherente. Lo mínimo tendría que ser ver si es capaz de arrancar el coche con todo su potencial. Porque si no, no estarías a la altura, ni con la persona ni con tu filosofía.

Planificación

Ahora bien, si nos ceñimos puesto por puesto a la planificación, podemos comprobar que no hay derecho a lo que le han hecho a Sergio. En la portería, confiamos en que la del otro día sea la gran pifia trimestral de Remiro. En el lateral derecho, a día de hoy están Aramburu, que es muy defensivo, Rupérez, de que siguen escondiendo su lesión y tiene para rato, y Álvaro Odriozola, que no cuenta mucho para el míster. En el club están convencidos de que Traoré iba a ser el titular, pero se le traspasó en las últimas horas. El tema de los centrales, estando en la quinta jornada y que solo dispongas de dos, es de juzgado de guardia. Y además uno de ellos es Caleta-Çar, que una cosa es que salga en alguna foto de los goles que se encajan y otra, que lo haga en todas. En el izquierdo, se está asentando un parche como Sergio Gómez, que vale para cualquier descosido.

En la medular, muchos se vinieron arriba al defender que Gorrotxa iba a hacer olvidar a Zubimendi, pero no es lo mismo jugar en Segunda con el Mirandés que llevar la batuta de la Real. Me temo que la única forma que está viendo por ahora para arroparle es insistir con Pablo Marín, que tácticamente es muy disciplinado y siempre está atento a las coberturas. Pero no es suficiente. El regalo al Espanyol de Urko no se puede entender, por mucho que Sergio haya apostado por Turrientes en lugar de por él en la lesión de Gorrotxa. De los mediapuntas, con el overbooking que tiene el plantel y que ninguno de ellos se acerque a lo que se le presupone, tiene delito. Y arriba, en Zubieta pasaron de la noche a la mañana de la cesión de Endrick, un 9, a que el elegido es Óskarsson, que ni termina de cuajar, ni parece estar preparado para semejante responsabilidad, ni logra superar su fragilidad física, y luego a reforzar una segunda línea que por ahora no llega. ¡Y algunos cruzaban apuestas sobre los tantos que iba a marcar el islandés y decían que más de quince! Ojalá, pero me temo... Seguimos con muy poco gol, en manos de Oyarzabal y con Barrenetxea y Kubo que tienen que aportar muchos más números.

Que demuestren

Insisto con la seriedad. Caleta-Çar, Guedes y Soler no son buenos fichajes hasta que demuestren lo contrario. Aquí no han venido los tres siendo los futbolistas que triunfaron hace unos años, son otros, que llevan meses de inactividad e improductividad. La Real no se puede pensar que es la más lista del mercado y, lo que es peor, que los demás son tontos. No van a encontrar un mirlo blanco o en su balneario no va a recuperar a futbolistas que compra a precio de ganga porque su club de origen ya no confía en ellos.

Esto es lo que le han dado a Sergio y, a partir de ahí, si puede, que se arregle y que intente clasificar para Europa al equipo. Me sabe mal que el talento y la bondad siempre estén bajo sospecha. “El equipo ya no cree en él, es demasiado buena persona”, he leído muchas veces estos días. ¿Y por qué no? A ver si el foco hay que ponerlo en la plantilla si de verdad es así. O “hay que traer a un sargento”. Insisto, ¿por qué? ¿Acaso este grupo necesita mano dura? ¿Insinuamos que no lo están dando todo y nos queremos cargar al entrenador? Sergio tiene su culpa, por supuesto, pero, aunque le puedan despedir porque el fútbol no espera a nadie, me temo que el mayor responsable del desbarajuste que hemos vivido hasta ahora viste de corbata. ¡A por ellos!