La Real Sociedad no se clasificó para la Champions League el año pasado gracias a su brillantez en los días más inspirados. Estuvo muy bien, sobresaliente en determinadas fases del curso, pero la exitosa cuarta plaza se forjó cuando, allá por febrero y marzo, el equipo atravesó un pequeño bache de juego y resultados. Faltaban futbolistas. Asomaba el cansancio. Los disponibles tampoco es que anduvieran exquisitos. Pero los de Imanol se mantuvieron siempre en pie, logrando sus dos principales objetivos durante aquella etapa de la campaña: que el mal momento durase lo menos posible y hacer un buen acopio de puntos durante el mismo. Se ganó al Espanyol en Cornellà y al Elche en Anoeta. Se sumaron empates ante Celta, Cádiz y Mallorca, que supieron a poco pero contaron igualmente. Y solo se perdió en Valencia, porque la derrota casera con el Valladolid, la tarde en que empezó la racha negativa, tuvo poco de contextual y sí mucho de puntual.

En esas anda ahora nuestra Real, luchando por marcar la diferencia respecto a otros desde la máxima regularidad posible. Resulta imposible mantener un mismo nivel durante diez meses, más imposible aún si las prestaciones ofrecidas son las de este pasado otoño. Asumiendo como asumimos que el equipo está ahora mismo lejos de su techo, se trata de lograr un suelo lo más elevado posible, tarea que pasa por mantener la competitividad en época de brillo escaso. Compro el reivindicativo discurso del entrenador en Pamplona, porque las lecturas que se hicieron tras perder en Bilbao sacaron las cosas de quicio. Que sí, que el Athletic mereció el triunfo. Que sí, que los de Valverde parecieron algo menos incómodos en la jungla del derbi. Pero, ahora mismo, si cualquier escuadra acude a San Mamés carente de espíritu, de esfuerzo y de voluntad no perderá solo 2-1, concediendo lo poco que se concedió. La Real no está para echar cohetes, pero la actitud y el compromiso de esta plantilla no se tocan.

Para muestra, otro botón, el de El Sadar. Les costó generar a los txuri-urdin ante un Osasuna que repitió plan respecto a la Liga. Imanol introdujo matices en el suyo para intentar hallar superioridades. Pero Jagoba ajustó bien y asistimos a un nuevo encuentro de mucho duelo, de mucha disputa y de detalles, de los famosos detalles. Decisiones arbitrales, acciones a balón parado, ocasiones claras que le caen al delantero (Budimir) en la pierna mala... Todo sumó para que se consumara la victoria de una Real que ahora mismo no nos enamora, pero que sí nos garantiza pelea y presencia en los partidos, asentada además sobre una magnífica defensa de su área. Se trata de un gigante en época de vacas más flacas, pero sus pies no son de barro precisamente. Valorémoslo.  

1- PRECEDENTE LIGUERO. El pasado 2 de diciembre, en el derbi liguero en El Sadar, Osasuna logró defender bien a la Real con un 5-3-2. Los navarros taparon la vía interior al cuadro txuri-urdin, obligaron a los de Imanol a salir por fuera y, una vez que recibían Traoré y Tierney, basculaban su línea medular para ahogar en banda al adversario, ayudando en este sentido el central del costado del balón (flecha de David García).

2- ESCORAR A INTERIORES. En previsión de que se repitiera el panorama táctico, Alguacil preparó para la Copa un partido basado en gran medida en el movimiento de dentro a fuera de los interiores Zakharyan y Merino. Trataban de arrastrar a banda a Torró y generar un espacio para jugar con Urko libre, un movimiento que salió muy bien de inicio. Osasuna lo ajustaría con saltos agresivos de sus centrales a por Merino y Zakharyan, manteniendo Torró la posición.

3- EL ARREÓN DE OSASUNA. Con 0-1 y en inferioridad numérica, Osasuna se lanzó a por el empate a base de empuje, de corazón y también de pizarra. Jagoba diseñó un claro 4-4-1 que llevó a la Real a presionar en 4-4-2 y en el que el movimiento del pivote Moncayola en salida, situándose como falso lateral diestro, desajustó algo a los txuri-urdin. Areso quedó a menudo libre en el carril y los centros al área embotellaron al cuadro visitante.