Estaba en la sala de prensa de Bilbao lamiéndome las heridas tras la dura derrota. Normalmente nunca llego a la comparecencia de Imanol porque estoy acabando de escribir. Pero como en esta ocasión fue la crónica de una muerte anunciada, escribí la mayoría del artículo más caliente que una plancha olvidada mientras se consumía otra frustrante decepción más en San Mamés. Lo cierto es que en mi interior confiaba firmemente en que Imanol mitigara mi mosqueo con un mensaje certero y contundente, y un análisis autocrítico y creíble. Pero mi gozo en un pozo. Nada más lejos de la realidad. Desde que tomó la palabra me vino a la cabeza lo que desveló en su día Barrenetxea: “Imanol nos echa unas broncas increíbles cuando ganamos y nos dice que somos los mejores del mundo cuando perdemos”. La archiconocida estrategia del palo y la zanahoria elevada a su máxima expresión. Lo entiendo, pero cuando te hierve la sangre por haber perdido un derbi creo que la gran mayoría de los aficionados necesitábamos un mensaje inequívocamente menos simplista. Las cosas como son.

“Ha sido un partido muy disputado que se ha decidido por detalles”. No puedo estar de acuerdo. Si bien es cierto que apenas generaron más ocasiones que los dos goles, la sensación es que el Athletic fue en todo momento superior, que controló el duelo a su antojo y, lo que es más grave de todo, no necesitó mostrar su mejor versión para imponerse con suficiencia, y yo diría que hasta comodidad, a la versión timorata y encogida que lleva mostrando la Real en los tres últimos años en Bilbao.

La percepción que me quedó me recuerda a lo que dijo Carvajal después de caer 3-0 en pretemporada contra el Barcelona: “Perder contra el Barça no es un plato de buen gusto, pero hay que saber el momento en el que estamos y lo que significa el partido. Estoy convencido de que en competición oficial, cuando llegue la hora de la verdad, les vamos a pasar por encima”. Un poco parecido a lo que le sucedió al Athletic en Anoeta en la primera vuelta, con la diferencia de que también valió tres puntos de Liga con otro 3-0. Valverde recordó la víspera del duelo que el resultado fue engañoso y en su guarida se tomaron la misma revancha con la Real que el Madrid con su eterno rival en la Supercopa. Me temo que lo visualizaron de la misma forma.

Los famosos detalles… El gran detalle que se le escapa a Imanol es que su lustro es el más triunfal casi de la historia de la Real. Concretamente, el segundo. Que esta temporada hemos visto a su equipo desplegar un fútbol champagne y salir a jugar al estadio de los mejores equipos de Italia, Portugal y Austria con una personalidad y una autoestima admirables y fuera de lo normal. Por eso no se pueden entender los motivos por los que se vulgariza de tal manera cada vez que pisa el feudo bilbaino. Me recordó a la frase que pronunció el oriotarra tras perder el año pasado 2-0 en la misma sala de prensa: “A algunos jugadores les faltó calidad y ser más valientes y agresivos”.

Lo que quiero decir es que no me parece ningún detalle que la Real reincida en los mismos errores y acabe cayendo sin ser ella misma en el estadio que más le duele perder a su afición, a pesar de que cuenta con mejor equipo y mejor plantilla que su vecino. Hace tres años, se justificó un 4-0 porque los realistas se encontraban plagados de bajas y en mitad de la eliminatoria de Europa League ante el Leipzig. Zubimendi mostró su enfado porque nunca había sufrido un palo así ante el eterno rival y se ganó una reprimenda de campeonato de Imanol en el vestuario. El curso pasado, el del 2-0, nos quedamos sin excusas al no haber pasado a cuartos de final. Y este año, más de lo mismo, faltaban el portero por un error garrafal suyo, tres titulares por África y Asia y dos delanteros que no tenemos ni idea nunca si están de verdad o no. Lo siento, no valen como coartada. Ninguna. Nada es casualidad cuando se repite en el tiempo. Me quedo con dos frases de Cruyff para resumir lo que le faltó a la Real en San Mamés: “Jugar al fútbol es muy sencillo, pero jugar un fútbol sencillo es la cosa más difícil que hay. Juega como si nunca pudieses cometer un error, pero no te sorprendas cuando lo hagas”. No eran detalles, fueron errores graves. Y no sólo en los goles encajados. Y aquí mi pequeña interpretación, también parafraseando al fallecido astro holandés: “Los italianos no pueden ganarte, pero sí puedes perder frente a ellos”. Esa es la sensación que tengo con esta por momentos esplendorosa Real de este último lustro cuando se enfrenta al vecino. De ahí mi frustración e impotencia con la que llevo tres años regresando a casa por la A-8.

Nunca llueve a gusto de todos. Cuando criticas, porque te pasas y estos jugadores y entrenador no se lo merecen. Cuando ensalzas mucho sus hazañas, porque eres un vendido y supuestamente no quieres que se enfaden contigo. Ay, el inescrutable mundo de Twitter… La Real se juega gran parte de la temporada hoy en Pamplona. Porque le hemos visto competir tan bien que pensamos que puede optar a ganar la Copa. Con eso queda todo dicho. “Sorteo amable”, lo definieron algunos. O sea, 90 minutos a vida o muerte en casa del finalista, en octavos de final, ahora es tener suerte… Y lo peor es que el club le ha dejado sin las herramientas necesarias a su entrenador para que nos vuelva a guiar a la gloria. La situación no es nada buena ni halagüeña como lo acredita la última vez que visitó El Sadar a principios de diciembre, donde no fue capaz de ganar a pesar de dominar y someter a su rival por la falta de pegada. Dicho todo esto como crítica constructiva. Ni poniéndonos en lo peor hoy, se tambalearía mi convicción de que no podemos tener un entrenador mejor.

Convirtiendo a mi gusto también la famosa anécdota de Cruyff y Valdano en el campo, cuando este último comenzaba su carrera, entiendo y acepto que Imanol podría plantarse delante de mí y preguntarme:

–“Tú, ¿qué edad tienes o cuántos años has jugado al fútbol?

–A fútbol en equipo, no más de diez.

–Pues con esos diez años, a Imanol Alguacil se le habla de usted”. ¡A por ellos! l