Llegado el mes de noviembre, acostumbro a visitar una papelería que me gusta. Compro la agenda del año siguiente y la voy completando. Lo primero que hago siempre es coger un rotulador rojo y señalar unas fechas concretas. Por ejemplo, los días de sarao, que si San Marcial, que si San Sebastián, que si el 8 de septiembre, que si Semana Santa, que si Navidad, que si… Llegado el 17 de enero, escribo San Antón-Getaria. Es una jornada a la que acudo siempre que puedo porque comparto el txotx del txakoli con amigos que me invitan. Lo paso estupendo. No solo por la copa de recuerdo (ayer la pedí en la casa de Txomin Etxaniz, donde fueron muy amables) que uso en las probaketas, sino también porque encuentro a mucha gente que no veo desde hace tiempo. Ayer no fue la excepción. Llevaba tres años seguidos sin poder ir. No salió, precisamente, un día soleado y cayó la del pulpo, aunque a la hora de la inauguración nuestro cielo se tomó un respirito. Como sarna con gusto no pica, acabamos empapados más por fuera que por dentro.

Te cruzas con gente de la política, del deporte, de la cultura, de la gastronomía, compañeros de profesión, amables lectores y viejos oyentes. Todo muy variado, pero coincidentes con las charlas. Si detuve el camino quince veces, en trece de las conversaciones salió la Real. A todos nos pareció penalti la falta a Kubo. Unanimidad para contraponer otras voces discordantes con la evidencia. El mismo son para destacar todo lo que el equipo viene haciendo para satisfacción de la mayoría y un puntito de temor ante la visita del Mallorca. El agua, la posible pesadez del terreno, el perfil rocoso del oponente, el fresquíbiris… anunciaban dificultades en el compromiso copero. Pasado el tiempo, el equipo alcanza los cuartos de final, que era el objetivo prioritario, ganando por la mínima.

No me refiero, obviamente, a la copa de txakoli que andaba en uno de los bolsillos de la parca larga con la que trataba de no mojarme. ¿Qué me pareció el de este año? Si le preguntas a un sumiller seguro que se luce y te habla de un vino amarillo pálido, con uvas Courbu y aromas de flores, una traza de vainilla o canela, con aire de cítricos y fresco en boca, amplio en nariz y otras lindezas similares. Como no dispongo de semejantes conocimientos, os digo que acompañado con un plato de bonito y anchoas, artesanales hechas en Getaria, está divino de la muerte. ¡Nada que ver con el moscato!

Alguna vez coincidimos con algunos futbolistas afamados, pero en día de partido eso es imposible. Ellos, a lo suyo, a tratar de superar una eliminatoria exigente con premio final y pase a cuartos. ¿Cómo respondería el equipo al subidón del domingo? ¿Después de la tempestad, el atasco? Llegada la hora de las siete de la tarde, las gradas se fueron cubriendo hasta el punto de reunir a 23.408 fieles que acabaron como los huevos, pasados por agua. Mérito indudable de esos espectadores que salieron del estadio con la satisfacción del deber cumplido. Imanol conseguía como entrenador la victoria número 100. Robert Navarro volvía a abrir la lata con un gol que, en esta ocasión, supuso la clasificación. Lo hizo ante el Cazalegas, en Coria, frente a la UD Logroñés y en la última comparecencia. El pase que le da Zubimendi merece que esa afamada cantante colombiana, de la que todo el mundo habla, le dedique una cumbia.

He visto al Mallorca en Gal, en Pontevedra, el pasado fin de semana en El Sadar y en el compromiso de anoche. Es un equipo muy parecido en todos los encuentros, que refleja con claridad lo que quiere su entrenador, pero sin riesgos mayores. Fue bastante inferior en el primer tiempo, en el que la Real jugó más y mejor, debiendo haber ampliado la ventaja y ahorrarse un segundo tiempo más tosco y con el riesgo de que en una acción aislada los baleares movieran el cocotero. No fue así. Remiro apenas pasó por situaciones de peligro.

El técnico realista decidió cinco cambios respecto al equipo que se impuso en el derbi. Sobre la marcha, fue modificando el protagonismo de unos y otros. Protegió a algunos jugadores, probablemente pensando en la cita de Vallecas, pero el equipo perdió presencia y un punto de orden. Eso me pareció. Fue menos brillante, pero estaba la noche más para caldito y chimenea. O a lo sumo, para una huevera, con el huevo pasado por agua, cascando con la cucharilla la parte de arriba, echándole un poco de sal y sopitas de pan. Ciertamente, creo que esa opción está un poco demodé. Sumando todo, el equipo sigue en la buena racha de resultados. Estará el viernes en el bombo de los elegidos. Misión cumplida y a otra cosa mariposa.

Apunte con brillantina: Si recordáis el último Beaterio, concluía con una pregunta relacionada con la comida de las directivas. ¿Hubo angulas en la mesa? Realizadas las investigaciones, desplegados los agentes de Sherlock Mujika, la respuesta es tajante. ¡No! Del mismo modo que tampoco les sirvieron unos huevos pasados por agua.