No hay semana en la que no se publique un informe o un estudio que sitúe al mercado inmobiliario de Donostia como el más caro del Estado. Desde cualquier ángulo que se analiza la situación, la capital donostiarra presenta casi siempre los índices de precio y oferta más extremos, lo que le convierte en uno de los territorios más inaccesibles para vivir, con importantes consecuencias sobre la pirámide de edad de su población. Es cierto que el problema no es nuevo y que singulariza a Donostia respecto a otras ciudades en las que el mercado inmobiliario proyecta una imagen menos tensionada. Pero en los últimos tiempos la situación se está agudizando y para muestra el informe que esta misma semana ha hecho público una conocida inmobiliaria donostiarra, con amplia experiencia, cuyo análisis revela que desde 2012 se está registrando una acusada escalada en los precios. De todos los datos, el más llamativo me parece el de la tasa de esfuerzo para comprar un piso. Mientras los donostiarras necesitan dedicar el 38% de su salario al pago de la hipoteca, en Bilbao y Gasteiz es el 23% y 22% respectivamente. Más allá de las causas que lo explican, conocidas y de difícil abordaje, como muestra el impacto que la nueva ley de Vivienda está teniendo en el alquiler, con la retirada del mercado de casi la mitad de los pisos, es necesario un plan de choque público con oferta intensa en cantidad y accesible en el precio que absorba buena parte de la demanda existente. Auditz Akular, que regresa al escaparate y los terrenos del cuartel militar de Loiola, están llamados a actuar como lo hizo Intxaurrondo en los años 90.