En su primer acto público como presidente de Kutxabank, Anton Arriola defendió ayer “repensar” el modelo de transición energética para permitir el desarrollo y la competitividad del tejido productivo. En un desayuno de trabajo con Adegi y el presidente de Orkestra-Instituto Vasco de Competitividad, Iván Martén Uliarte, Arriola señaló que, en un momento en el que la Unión Europea apuesta “con nitidez” por la transición energética, surgen cuestiones “críticas” como cuál es el ritmo adecuado de esta transición, cuáles son los “reequilibrios de poder” al abandonar los combustibles fósiles, el peso inversor requerido por cada fuente alternativa de energía e incluso el papel que debe seguir jugando la energía nuclear.

En este sentido, el nuevo presidente de Kutxabank considera necesario “repensar conjuntamente”, entre todos los agentes, el modelo de transición energética que se elige como “el más adecuado” para permitir el desarrollo y la competitividad del tejido productivo, “a la luz, también, de las políticas elegidas por Estados Unidos y las potencias emergentes”.

En el acto, Arriola ofreció su ayuda a los empresarios guipuzcoanos ante los complejos retos que tiene hoy en día su actividad diaria, siendo uno de los principales el generado por la guerra en Ucrania. “La recuperación económica se ha visto lamentablemente interrumpida por la invasión de Ucrania”, manifestó. En este sentido, el directivo indicó que esta “terrible circunstancia” ha dejado en evidencia la debilidad de la Unión Europea en términos de suministro energético.

En este sentido, tanto el presidente de Kutxabank como el dirigente de Orkestra criticaron la dependencia europea tanto de los hidrocarburos como de suministros esenciales para la transición energética.

“Europa ha pasado de una dependencia terrible de Rusia y Oriente Medio en hidrocarburos a una dependencia de China para minerales, componentes y elementos que van a ser fundamentales en la transición energética”, sostuvo Martén. Según este doctor en economía, consejero independiente de empresas e instituciones como Repsol, Tubacex y el EVE, el contexto actual evidencia “la fragilidad del ecosistema energético mundial”, tal y como ha quedado demostrado con la pandemia y la guerra de Ucrania.

“Hay que ser muy cuidadosos, se requiere actuar drásticamente pero no de una manera alocada”, recalcó Martén, quien lamentó que en asuntos “trascendentales” para la economía y el planeta, “lo ideológico se haya situado por encima de la realidad industrial y tecnológica”. “Se ha querido plantear un dilema entre electrificación y combustibles fósiles que no es correcto porque ambos van a tener que ser compatibles durante mucho tiempo. Vamos a necesitar todas las energías”, apuntó. En este sentido, abogó por “acompasar” los tiempos de una transformación energética que se torna “ineludible a la realidad tecnológica propia de Europa”.

“Lo que hemos hecho es una transición al carbón y a China porque vamos a depender muchísimo de sus recursos y componentes”, subrayó Martén, quien insistió en que apostar por la tecnología será “clave”. Y puso como ejemplo el caso del neodimio, que solo produce el gigante asiático y que es un componente clave para hacer imanes que hacen funcionar, entre otras cosas, los motores de los vehículos eléctricos.

“Durante una serie de años hemos estado anunciando la tierra prometida y es cierto que hay que avanzar hacia la descarbonización y la transición, pero donde hemos fallados es en contar la travesía por el desierto que actualmente estamos haciendo y que tiene implicaciones importantes en empleo, competitividad o geopolítica”, señaló. “Tenemos que descarbonizar la sociedad lo más rápido posible pero con el menor coste social posible y esto se nos está olvidando”, advirtió.