"Estoy disfrutando mucho todas estas semanas. Tengo una ilusión tremenda por ver a amigos y conocidos en el salón de plenos”, cuenta radiante la historiadora Lola Horcajo. La ciudad de Donostia que tantas y tantas veces ha investigado la premia ahora con una medalla al mérito ciudadano que la llena de orgullo. “Sin quererlo, voy a pasar ahora a las páginas de historia que tanto he leído”, bromea.

Junto a Juan José Fernández Beobide –“La persona que prefiere quedarse siempre en las sombras y no hablar”, apunta–, la historiadora ha publicado numerosos libros sobre la historia donostiarra, desde sus villas más emblemáticas y los comercios con más solera, hasta las formas de vivir y vestir de cada época. “En las pequeñas historias están realmente las grandes historias”, asegura sobre una pasión que nació hace muchos años. “Siempre me han encantado las historias de lo que era la ciudad. Cuando empecé a investigar la época que conocemos, desde el final de las murallas hasta ahora, me di cuenta de que la propia ciudad nació siendo consciente de lo que estaba pasando y de cómo estaba cambiando la sociedad”, afirma.

No obstante, este interés no tenía claro que fuera compartido por el resto de los ciudadanos. No fue hasta que empezó a publicar sus diferentes investigaciones cuando se dio cuenta de que a los donostiarras “les encanta comprender su ciudad”. “Creo que el motivo por el que me propusieron para la medalla es por la divulgación. Por mucho que estudies algo, si se queda olvidado no sirve para nada”, apunta. Por ello, para ella, “el mayor premio es que cada vez que sacamos un libro la gente lo quiera”.

Con este reconocimiento, se prevé un Día de San Sebastián movido para ella. Normalmente, el día previo lo celebra con una cena, “que algunas veces ha pasado a ser una comida”, con su cuadrilla, a la que le sigue la izada y una cena posterior el día 20 antes de acudir a la arriada. Sin embargo, la entrega de las medallas trastoca todo. “La cena previa con la cuadrilla está en duda. Sino haremos comida el 20. Además, he oído que los premiados pueden ver desde el balcón la izada y me gustaría mucho poder ir. Después de tantos años yendo e investigando nunca he tenido la oportunidad de ver la tamborrada así”, apunta entre risas.

De este modo, para la historiadora todavía hay muchas cosas que descubrir de Donostia. “Pensamos seguir investigando y contrastando informaciones. Todavía hay muchas partes por desvelar. Conocemos la historia que hemos leído y estoy segura de que hay que corregir muchas cosas que se han manipulado u ocultado”, asegura.