Disponer de menos de tres comercios por cada 1.000 habitantes “puede tener profundas implicaciones para la comunidad y el desarrollo rural”, pero ésta es una realidad con la que conviven muchos municipios rurales de Euskadi. En Gipuzkoa, sin ir más lejos, hay 43 municipios de menos de 2.000 habitantes y 34 de ellos ni siquiera llegan a 1.000 o lo hacen justo, justo. 

Mantener el poco comercio que tienen es esencial para ellos y en Euskadi el deterioro del comercio local en estos municipios está siendo notable en los últimos 15 años. Uno de cada cuatro ha desaparecido en ese periodo. Menos en Gipuzkoa, que mantiene una posición mejor, pero no está exenta de problemas y desafíos, sobre todo en zonas como Tolosaldea, plagada de municipios de menos de 400 habitantes.

Euskadi ha perdido entre 2008 y 2023 el 26% de estos comercios locales, lo que supone un duro golpe también para la vida social del 5,1% de la población vasca, 111.000 personas que residen en los 144 municipios con menos de 2.000 habitantes en toda Euskadi (en total hay 251).

Es cierto fluctuaciones importantes de un año a otro, especialmente en el periodo posterior a la crisis económico-financiera de 2008; también debido al covid en 2020 y 2021, con la posterior recuperación, pero la tendencia es clara. Y es bajista en los tres territorios, aunque menos en Gipuzkoa.

Los 706 comercios locales que había en pequeños pueblos de Euskadi en 2008, cayeron hasta 546 en 2023: 160 menos. Aunque a pesar de este descenso, “la mayoría de los municipios mantienen al menos una tienda”.

Las zonas más afectadas Las zonas más afectadas son Busturialdea, en Bizkaia; puntos concretos de Araba como la Rioja alavesa, La Llanada, Mendialdea y Añanaldea; y en Gipuzkoa, pese a ser el territorio que mejor resiste y mantiene todavía una “oferta amplia y diversa”, Tolosaldea, que cuenta con 21 municipios con una densidad comercial por debajo de 1 por cada 1.000 habitantes. Y son varios los que ni siquiera tienen tienda.

Así se desprende del Estudio del comercio local en los pueblos-herri txikiak, que ha llevado a cabo el Departamento de Turismo, Comercio y Consumo del Gobierno Vasco, a través de Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos. Su objetivo es conocer la realidad lo mejor posible para diseñar políticas específicas que ayuden a mejorarla.

En el caso de Gipuzkoa, el informe destaca de forma específica y diferencial su “relativa solidez y disponibilidad de oferta en la mayoría de sus áreas”: 

“A diferencia de otros territorios, Gipuzkoa experimenta menores problemas en este sentido, lo que se traduce en una presencia significativa de establecimientos comerciales a lo largo de la región”.

¿Por qué desaparecen?

Los cambios en los patrones de consumo y la competencia de las compras online son elementos que inciden en esta caída y también, según el estudio, la migración de la población de zonas rurales hacia áreas urbanas más grandes. 

Las capitales comarcales como Tolosa, Beasain-Ordizia y Zumarraga juegan un papel clave en la Gipuzkoa rural, con una oferta comercial complementaria, pero también pueden atraer población y provocar que los pueblos de alrededor mengüen. 

Aunque en este sentido Gipuzkoa mantiene el tipo. Probablemente la potente red de carreteras, reforzada con la culminación de la Rotonda de Gipuzkoa, y la proximidad que ello ha generado, ha contribuido a que estos pequeños municipios no pierdan población en el territorio guipuzcoano. 

Imanol Odriozla, junto a su comercio de Erribera Kalea en Zumaia, que cerró a finales de 2024 Pedro Amundarain

De hecho, en lo que va de siglo, la población en los municipios de menos de 1.000 habitantes de nuestro territorio, los más difíciles de sostener, ha aumentado un 15%. Y es quizá ese uno de los motivos de que el comercio local siga presentando una erosión menor que en Araba y Bizkaia. 

En cuanto a la tipología de los comercios, el 46,7% pertenece al sector de la alimentación, seguido por un 35,1% de establecimientos dedicados al equipamiento personal y del hogar. 

Los ostatus y el coche

En los municipios entre 1.000 y 2.000 ya aparece más variedad. Las farmacias y tiendas de alimentación destacan por su papel estratégico, ya que además de su función comercial, cumplen tareas sociales de acompañamiento, reparto a domicilio y asistencia informal, sobre todo a personas mayores.

Pero tampoco podemos olvidar el papel esencial y clave que juegan los ostatus, precisamente en Gipuzkoa. Muchos de ellos están incorporando pequeños espacios con tienda donde ofrecen productos de primera necesidad, evitando desplazamientos. 

También el comercio ambulante resulta clave para llegar zonas dispersas, sobre todo en Araba. Pero en Gipuzkoa, donde todo está cerca y el coche forma parte del día a día de la población rural, no podemos olvidar el papel que juega el comercio ambulante en la venta de pan a domicilio. 

Lo que está claro es que no encontraremos tiendas de equipos de telecomunicaciones, audio y vídeo, ni de alfombras y revestimientos, por ejemplo. 

Retos de futuro

El estudio también incide en la parte cualitativa, preguntando en aquellos municipios que sí un tejido comercial razonable, cuáles son los principales retos. Y la digitalización aparece como elemento clave.

En este sentido, el estudio dibuja una “realidad dual”, con una “diferenciación clara” entre los comercios que proveen productos básicos y los que ofrecen otros de alta calidad y sello propio.

Son las primeras, las tiendas de comestibles y pequeños supermercados que venden productos básicos, los que incorporan menos estrategias de digitalización. Mientras que los comercios que ofrecen productos diferenciados de alta calidad (carnicería, panaderías artesanales, productos locales gourmet) están adoptando estrategias digitales, como “la promoción online o el desarrollo de tiendas en línea para vender sus productos directamente a los consumidores”.

Otro reto estructural detectado es el cambio en los hábitos de consumo: un consumo a la carta en la que el consumidor actual prioriza la conveniencia, el precio y la variedad, factores que favorecen a las grandes superficies y al comercio electrónico, en detrimento del comercio de proximidad.

También existe una preocupación creciente en cuanto a la falta de relevo generacional y las dificultades para atraer a personas jóvenes a este tipo de negocios, aunque socialmente se valora mucho la cercanía y el trato humano que ofrecen estos comercios.

Algunas experiencias de éxito incluyen economatos autogestionados por grupos de consumidores que apuestan por productos de kilómetro cero y comercio justo.

Espacios multifucionales

Adaptar la innovación al medio rural y fomentar el relevo generacional se presumen como elementos clave a futuro. Para ello, el estudio recoge propuestas como marketplaces comarcales, redes de mentoría, talleres itinerantes y la utilización canales accesibles como WhatsApp o redes sociales para gestión comercial.

Se impulsa también la multifuncionalidad de los espacios comerciales, combinando venta con servicios sociales, culturales o turísticos, como bares, farmacias, puntos de información o centros sociales, aumentando así su valor económico y comunitario.

El turismo también se plantea como aliado clave: rutas temáticas, pasaportes turísticos, cestas experienciales y ferias locales, junto con formación en idiomas y storytelling para comerciantes, buscan dinamizar el comercio y conectar con visitantes.