El pueblo de Itsaso comenzó hace ya unos años a imaginar cómo podía ser su futuro. Y en junio de 2019, sus habitantes plasmaron ese horizonte en un plan estratégico (Itsaso 2030) que debía servir de hoja de ruta para el municipio en el que se había convertido tras su desanexión de Ezkio, antes de que ésta fuese anulada un año después por el Tribunal Supremo. Y en ese futuro se avistaba una tienda como la que se ha inaugurado el mediodía de este viernes, 14 de junio, en el barrio de Alegia, donde arranca la subida hacia el pueblo. Un punto de encuentro que más allá de servir para la compra de productos de cercanía, directamente a los productores locales, es también un “elemento que mejora la calidad de vida” de sus vecinos y vecinas y un buen exponente de que “hay esperanza” para los pueblos pequeños, dice Pilare Muxika.  

Ella y Anttoni Okariz nos han recibido en el nuevo local, aún sin estrenar. Hasta entonces, en ese espacio había una caseta donde se guardaban los contenedores de residuos donde los vecinos del barrio de Alegia (asentado en terrenos de tres municipios: Ezkio-Itsaso, Ormaiztegi y Gabiria), depositaban sus residuos sólidos urbanos. 

En la entrada del nuevo “sindikatoa”, las fotos de los nueve productores locales que allí venderán sus productos, y sus contactos, código QR incluido, ya aventuran una experiencia nueva. Proveerán a medio centenar de personas socias de carne de ternera, miel, pan, frutas, arándanos, zumos, artesanía de porcelana, carne de cordero, leche de vaca y de oveja, ropa para mujer y cerámica. 

También se podrán adquirir en este pequeño pero coqueto establecimiento productos de primera necesidad como galletas, legumbres, arroces, pastas y otros que proveerá un establecimiento cercano, Topa, situado en el barrio de Santa Lutzi (Ezkio-Itsaso). 

"Erosi zuzenean"

Sindikatoa es uno de los proyectos incipientes de este pueblo que confía poder convertirse en Entidad Local Menor. “Estamos muy ilusionadas, admiten Pilare y Anttoni. En la misma entrada de la tienda luce un cartel que dice: Erosi zuzenean. Directamente a los productores, rostros conocidos, sin intermediarios. La sociedad creada no tiene ánimo de lucro y no aplica ningún margen propio.

La ejecución del proyecto ha sido posible gracias a 72.000 euros de los Fondos Next Generation provenientes de Europa. En este caso, de una partida destinada al apoyo comercial de zonas rurales. Y también gracias a la ayuda de la cooperativa Irizar de Ormaiztegi, fabricante de autobuses situada a poco más de 100 metros de distancia en línea recta.

Esta pequeña tienda es especial. El dinero abonado irá directamete al productor, sin intermediarios. Para ello han instalado una terminal (TPV) que dirigirá la parte correspondiente de la compra a cada productor o productora, en una especie de desglose, de modo que si un consumidor compra pan, verduras y carne, aunque éste hará un único pago con su tarjeta de crédito o débito habitual, el dinero se repartirá. Al que hace el pan, su parte, al de carne, la suya y al de verduras, la correspondiente. 

Esta es una iniciativa basada también en la confianza mutua que se tienen los vecinos y vecinas de Itsaso y alrededores, ya que también se ha permitido la entrada en la sociedad a personas de Ormaiztegi, Gabiria y Ezkio. Las personas asociadas en esta especie de sociedad abrirán con su propia llave, se servirán y pagarán lo anotado.

Futuro y tradición: desde 1931

El nuevo sindikatoa es una apuesta de futuro, pero también un guiño al pasado, ya que en ese mismo emplazamiento se levantó por primera vez el viejo Itsasoko sindikatoa en marzo de 1931. Se fundó con 20 socios que pusieron 6,7 pesetas cada uno de entrada y hoy vuelve con medio centenar. 

Durante años tuvo encargados ilustres, como Euxebi Murgiondo, del caserío Gartziandegi etxea, que fue las responsables de la cooperativa entre 1960 y 1982. Cada vez que sonaba el timbre de casa le abría el sindicato a quien lo necesitaba. También había teléfono en su casa y le llamaban para comunicar cualquier nacimiento, fallecimieno o evento importante, para que luego fuese divulgado entre la vecindad. Y más tarde, Joxe y Jexux Mari Gorrotxategi (Errota etxea), que estuvieron hasta su cierre, desde 1982 hasta el 18 de diciembre de 1992. Luego Sindikatoa se derribó y en su lugar se hizo una placita y una fuente. 

En sus inicios, se vendían pienso para el ganado, patata azul, paja o abono (Superfosfatos). Luego alpargatas, pimiento y tomate embotado, y más tarde aceite de cocina. Incluso vino traído de Tafalla. Y ¡cómo no!, jabón Chimbo y lejía. 

Euxebi, entre 1960 y 1982, fue innovadora; iba al mercado de Ordizia y de allí traía muda, calcetines, rompa interior, pañuelos, jabón aromático (Heno de Pravia) y colonia. Algunos vecinos recuerdan aún la máquina que a cambio de una peseta dispensaba un chicle de bola dura. Se convirtió en tienda y también almacén de productos de los baserritarras. 

La cartilla del socio

Cada socio tenía ya por entonces un número de socio para el control de lo que compraba. Una copia de cada pedido se llevaba a casa y la otra se quedaba en el sindicato. Allí se escribía todo lo comprado durante meses y el segundo domingo de cada mes había que abonar el gasto realizado. Como una tarjeta de crédito. 

Incluso los no socios, tenían la opción de comprar, “pero al contado”, recuerdan Pilare y Anttoni. El autobús que iba a la feria de Ordizia los miércoles y los domingos al de Zumarraga, paraba a la vuelta en el sindicato para que los baserritarras pudieran meter los piensos y compras en el autobús y subirlas a casa o al pueblo. También era habitual hacer las compras el domingo al mediodía, después de misa.

La sensación de orgullo es evidente en el pueblo. Muxika asegura que el “hecho de que el viejo Sindikatoa estuviese en el mismo punto, le da un valor añadido.” al proyecto, que es también una apuesta por la “sostenibilidad”, la producción ecológico y el kilómetro cero. Y_añade que, con iniciativas como ésta, “los pueblos pequeños pueden mostrar que siguen teniendo fuerza”. Y sirven también para “demostrar que hay futuro y una oportunidad para la esperanza. En Itsaso no se ha perdido el sentimiento de pueblo”, añade Pilare.