El barrio donostiarra de Martutene vive a golpe de suceso desde hace tiempo y cada día que pasa parece ponerse a prueba un poco más la convivencia entre los vecinos. Los conflictos en torno a dos edificios ocupados, el antiguo instituto de formación profesional y Villa Oyón, se han convertido en una estampa habitual que no pone las cosas fáciles. De hecho, los vecinos llevan 10 años pidiendo una solución.
Nadie se pone una venda en los ojos ante robos y problemas de inseguridad que se han ido generando, pero en el sentir del barrio prevalece la apuesta por la convivencia. Una apuesta que se viene encontrando con un discurso cada vez más radical de un sector “reducido pero muy activo” que les tacha de negar la evidencia.
Y así, al problema de delincuencia e inseguridad se añade otro serio contratiempo: el discurso de odio que poco a poco se va abriendo paso. “Algunos vecinos queremos trasladar a esta gentuza de mierda que nos están tocando los cojones que estamos en posesión de permisos de armas en regla. Que tenemos en propiedad más armas y munición que todos los hijos de puta que están haciendo la vida imposible en el barrio y que hemos decido tomar cartas en el asunto”. No hacen falta muchas más palabras. Los términos del escrito, difundido hace una semana, permiten advertir bien a las claras hasta qué punto se ha tensionado la convivencia en un barrio en el que se han sucedido hasta cinco operaciones policiales sin que se haya resuelto el problema de fondo.
“La verdad es que la cosa está bastante caldeada”, reconocen los vecinos, que pese a todo confían en el trabajo que se está desarrollando de la mano del Ayuntamiento de Donostia con un proyecto por el buen trato que implica a diferentes entidades. En esa búsqueda de soluciones a un problema de covivencia tan complejo también ha sido necesaria la contratación de la Fundación Gizagune, una entidad especializada en la gestión de conflictos que ya está trabajando en Egia, Herrera y Martutene, barrios que guardan un nexo común en los últimos tiempos: los incidentes protagonizados por personas sin recursos que malviven en edificios ocupados, y los ánimos de personas afectadas que acaban por estallar.
Es a partir de ahí cuando surge la división vecinal. “Llevamos tres años denunciando la situación de los edificios okupados, la delincuencia y la inseguridad. Pero otra cosa es que no lo hagamos con las palabras que algunos quieren”, señala una vecina de Martutene en alusión al ala más radical del barrio. “No vamos a criminalizar a todo un colectivo cuando sabemos que todos no son iguales. Han colocado a los inmigrantes como enemigos, pero nosotros no buscamos eso. Nos están colocando también a nosotros como enemigos, y al final es algo que está creando más problemas de convivencia de los que ya tenemos”, añade.
El último desencuentro
El último desencuentro ha venido de la mano de un supuesto modus operandi seguido en Martutene para cometer robos. En concreto, según se ha difundido en redes sociales y llegó a alertar de ello a sus socios el Club de Golf Basozabal, jóvenes que ocupan el antiguo instituto habrían aprovechado el paso de coches por el camino Barkaiztegi para tumbarse sobre la calzada y, una vez conseguido detener al conductor, robarle.
Ésa es, al menos, la versión que se ha difundido y que desmienten a este periódico fuentes consultadas. “Ningún cuerpo policial” tiene constancia de incidencias siguiendo ese modus operandi. “Parece ser un bulo que no hace más que generar inseguridad”, añaden las mismas fuentes. En cualquier caso, según ha podido saber este periódico, agentes de la Ertzaintza de paisano tienen previsto desplazarse a la zona a partir del lunes que viene para llevar a cabo las oportunas indagaciones.
“Nadie niega lo evidente. De hecho ayer (por el martes) se cometió un robo en el Eroski. A un hombre le quitaron la cartera y el móvil, ¿pero qué necesidad hay de inventarnos más de lo que está ocurriendo?”, se preguntan vecinos consultados, que confían en que sigan avanzando los trámites con el Gobierno Vasco para buscar una solución al antiguo instituto politécnico, un descomunal inmueble de 7.000 metros cuadrados, asentado sobre un solar de 11.000 que es propiedad del Gobierno Vasco.
Se trata de un edificio que acabó convirtiéndose en una patata caliente para el Departamento de Educación al que no le dieron las cuentas en su día a la hora de valorar usos futuros. En este lugar un total de 56 personas fueron identificadas el pasado 14 de marzo en una operación que contó con la intervención de la Guardia Municipal, de la Ertzaintza y de la Policía Nacional, competente en materia de extranjería. En aquella ocasión se procedió al traslado de 29 de los jóvenes identificados.
Oposición vecinal
Fuentes municipales explicaron que la operación policial se produjo tras las reiteradas quejas de vecinos por distintos incidentes registrados. La operación, sin embargo, también contó con oposición vecinal. Tanto unos como otros solicitan como posible solución el uso de esta parcela como un nuevo centro educativo para el barrio.
Sobre el otro edificio abandonado, Villa Oyón, propiedad de un banco y que se encuentra a diez metros del patio de la ikastola del barrio, los vecinos esperan cuanto antes a la orden de derribo que el Ayuntamiento de Donostia les comunicó que sería efectiva en unos meses.
Con todo, la Asociación de vecinos de Martutene Sarroeta Auzo Elkartea vuelve a pedir a las instituciones una solución “integral” a los problemas de inseguridad. Esta entidad ya lo hizo en una concentración que tuvo lugar el pasado 30 de mayo en solidaridad con un vecino de 77 años que fue víctima de una violenta agresión por parte de un desconocido que trató de robarle.
Como entonces, vuelven a pedir “al Ayuntamiento, Gobierno Vasco y Ertzaintza, implicación directa y responsabilidades. Donostia necesita una solución integral a la problemática que llevamos denunciando desde hace muchos meses. Intervención policial y protocolos de urgencia sí, ya que es una medida que puede ayudar a corto plazo, pero bien sabemos que esto por sí solo no va a solucionar de manera integral el problema que vivimos en nuestra ciudad desde hace tiempo”, según recoge un comunicado.
Sarroeta Auzo Elkartea traslada, en todo caso, un mensaje de calma al vecindario.