Como decíamos ayer, a todos nos encanta que la Real gane. Si lo hace siguiendo un plan innovador y revolucionario de su entrenador, que provoca que en primera instancia cargue los pocos pero ruidosos fusiles que le apuntan hacia él, su éxito personal trasciende al de una simple victoria en un encuentro de ida de un play off o de unos dieciseisavos de final de Europa League. Si el viaje a Roma estuvo marcado por el grave ataque ultra de los del Lazio a los de la Real, el de Herning lo condicionó por completo el frío. Se había anunciado que se espera que el mercurio apenas superar los 0 grados, pero lo que no nos habían explicado con exactitud es que cuando soplaba el viento, como hizo a lo largo de todo el jueves, la sensación térmica se acerca a los diez grados bajo cero. Eso para un partido de fútbol es letal, porque el terreno de juego se convierte en un campo casi de hielo, en el que es complicado mantenerse en pie. Ni que decir tiene que intentar conducir la pelota se convierte casi en una misión imposible, como bien certificó Barrenetxea, en varias carreras largas que no tenían ninguna posibilidad de fructificar. Como comentaba un periodista desplazado, en pocas horas pasamos de un frío soportable, “como el que puede haber una noche cualquiera de invierno en Vitoria”, a casi no poder estar en la calle a pesar de ir protegido con todo tipo de prendas térmicas y de accesorios como buffs, gorros y guantes. Muchos entendimos por fin los motivos por los que Dinamarca, que tiene su sede competitiva en Herning, acumula cuatro mundiales de balonmano seguidos.

Lo más incómodo fue quizá el contraste de temperaturas, ya que en Donostia la víspera de emprender el viaje se alcanzaron casi los 20 grados. El miércoles al mediodía y bajo una lluvia que le acompañó desde Donostia hasta Noain, de donde voló hacia tierras danesas, la delegación txuri-urdin emprendió un viaje bastante cómodo que tenía como horario previsto despegar a las 15.30 y aterrizar en una base militar situada en la localidad de Karup.

Es curioso, porque en la tarjeta de embarque ponía que el destino era Midtjylland, nombre del equipo rival y de la zona en la que se encuentra la península de Jutlandia. A la hora de facturar, los organizadores del viaje avisaron de que, por una cuestión aleatoria, les había tocado una revisión más exhaustiva y varios de los jugadores, como por ejemplo Brais y Kubo, tuvieron que pasar unos controles más serios de los habituales cuando se vuela en chárter. Con las clásicas pruebas se supone que para detectar sustancias peligrosas o realizar un simple control de drogas. Como todo el mundo que vuela por costumbre sabe, el agente emplea un detector de trazas que recoge muestras en las muñecas, en el cinturón o en las manos. Después se pasa al instante la muestra por una máquina, que analiza si existen trazas o no de sustancias prohibidas.

La Real llega a Dinamarca Mikel Recalde

El viaje fue en hora y el trayecto se acortó bastante porque el avión tomó tierra a las 18.00 horas. La diferencia al abrir las puertas fue brutal y varios de los realistas, que se habían pasado dormidos parte del viaje y sufrían el lógico destemple, lo pasaron mal hasta llegar a la pequeña sede del aeropuerto (Barrenetxea estaba medio tiritando). Como no podía ser de otra manera, no falló la timba de cartas en los que estaban los clásicos, en una delegación que en esta ocasión no encabezaba Jokin Aperribay al encontrase fuera por sus negocios particulares. Fue su mano derecha, Ángel Oyarzun, el que tomó su relevo.

En esta ocasión faltaron bastantes de los consejeros y en la expedición no había casi ningún familiar. En un chárter con 234 plazas, la realidad es que estaba sin ocupar casi la mitad de sus asientos. Solo algunos patrocinadores se animaron a acompañar al equipo en un desplazamiento que, todo hay que decirlo, no hubo tiempo material para organizarse bien y que para el ciudadano de a pie era caro y con dificultad de acceso, por las escalas y las consiguientes esperas que había que aguantar para llegar.

Por cierto que al llegar, primero Jon Martín, Aramburu y Kubo se quedaron medio atrapados en una puerta giratoria, lo que provocó el vacile de sus compañeros y hubo un problemas con el equipaje, ya que los trabajadores locales no se dieron cuenta que había varios autobuses y juntaron todas las maletas. Hubo que esperar más de media hora para que aparecieran dos furgonetas y fueran separando una a una todas las valijas mientras se iban reconociendo.

Preocupación por el terreno de juego

A pesar de la preocupación latente que se respiraba en el avión por el estado del terreno de juego, Imanol decidió entrenar en Zubieta e incluso optó porque la plantilla re refugiara de forma inmediata a su hotel en Herning, situado a unos 30 kilómetros por carretera del Karup, para evitar disgustos y que nadie se enfriara. Solo Óskarsson e Imanol se acercaron al estadio para atender a los medios de comunicación.

La vuelta del islandés a la casa de su máximo rival cuando jugaba en el Copenhague levantó mucha expectación y morbo. Tanto que, pese a que su comparecencia era muy esperada por los enviados especiales guipuzcoanos, los medios locales local casi coparon la mayoría de las preguntas de su rueda de prensa, incidiendo mucho en que volvía a un estadio que no se le daba bien y en el que nunca había ganado. Con toda su buena voluntad, Orri quiso contestar en castellano a algunas preguntas para los medios radiofónicos y televisiones, pero le costó mucho explicarse y fue Imanol, que se lo pasó en grande, el que le acababa varias de sus frases.

Aunque en el avión la broma giró en torno a ver si alguien le preguntaba si consideraba que estaba “muy green” (está muy verde, como repite el técnico, en inglés), como declaró su entrenador, la verdad es tampoco hubo demasiada opción para hacerlo. El nórdico demostró personalidad y quiso dejar claro que no era ninguna marioneta cuando el técnico le acabó una intervención señalando su manido lasaitasuna y, al contrario que con todas las frases que le terminó y que repitió en este caso pasó por alto su comentario de forma absolutamente consciente y voluntaria. Óskarsson no tiene ninguna intención de ir despacio… 

Imanol volvió a sembrar de incertidumbre su renovación, aunque a día de hoy siga pareciendo casi imposible todo lo que no sea que más pronto que tarde estampe su firma en su nuevo contrato. 

Hubo que darse prisa para hacer el check-in en los hoteles porque los restaurantes cerraban pronto. Para los que viajaron a Alemania, Herning era una ciudad parecida a Leverkusen o a las típicas inglesas pequeñas. En la que apenas hay atractivos o lugares para visitar y que cuenta con una arteria comercial que al final acabas recorriendo una y otra vez. Para arriba, para abajo…

El club invitó a sus patrocinadores a una suculenta cena y la noche se alargó para algunos con una buena partida de dardos, en la que participaron consejeros, aficionados y sobre todo periodistas. Algunos de ellos dejaron muestras de mucha calidad.

En la localidad danesa es la semana blanca, por lo que no hay clases y algunos hinchas alargaron la noche hasta altas horas, a pesar de que el ambiente en la calle era tan frío como triste.

La mañana del partido, los periodistas comenzaron con su habitual búsqueda de hinchas para hablar con ellos, hacer las fotografías de rigor y los posteriores reportajes. En esta ocasión la misión se convirtió en casi imposible, ya que aparte de que no se podía estar en la calle e iban todos tapados con pocos distintivos txuri-urdin, lo cierto es que viajaron menos que nunca. No llegaron ni a los 150, una cifra paupérrima que sumada a otros desplazamientos en los que se han apuntado menos que de costumbre, revela que algo no funciona bien. O al menos tan bien como antes.

Es normal y lógico que en cinco años se hayan roto muchas huchas y que la gente no tiene posibilidad ni disponibilidad para acudir a todas las citas europeas, pero también lo es que a todo el mundo le choca el bajón que se ha sufrido esta temporada. Algunos realistas manifestaban con buen criterio que quizá muchos seguidores estén esperando los octavos con ese posible viaje a Londres o Manchester, pero bueno, habrá primero que clasificarse y después ver si viaja más gente. Ojalá que sí, porque este equipo se lo merece. Daba un poco de pena verles en el hueco de la grada visitante, aunque luego, como siempre, entraran en calor al no parar de cantar y animar. Desde luego, a pesar de ser tan pocos, se hicieron notar.

En las calles de Herning no se respiraba ningún ambiente de fútbol, ni por los visitantes ni por los locales. Es más, la mayoría de los 150 fueron llegando a lo largo del día, muchos de ellos desde Copenhague a dónde tenían previsto regresar para pasarse toda la semana visitando a la sirenita y otros desde la sede de Lego, Billund. La capital estaba situada a unos 300 kilómetros. El Ayuntamiento de Herning organizó un recibimiento oficial al que acudió Oyarzun, que acompañado de sus directivos, acudieron al almuerzo de rigor entre los clubes.

Al estadio

La afición entró pronto en el estadio, en el que hay que destacar un trato exquisito por parte de los miembros de seguridad, del club y de la parroquia local. Los mejores anfitriones que hemos conocido en muchos años, sin poner ningún problema a nada, haciéndolo fácil y poniendo buena cara. Ni un solo problema les ha generado la visita y el partido contra la Real, por lo que ellos también estaban encantados.

Al llegar al estadio ya saltaba a la vista que el campo se encontraba horrible, “el peor en el que yo he jugado desde que soy profesional”, lo consideró Kubo con su habitual gracia y su siempre exagerada y graciosa forma de expresarse. El frío era insoportable, pero los propios nativos aclaraban que estaban siendo días muy fríos también para ellos, que no se encontraban tan acostumbrados. La situación era tan dramática que el Midtjylland repartía en la grada mantas y cafés calientes gratis. Las capas con las que trabajaron varios de los enviados especiales acabaron siendo significativas. Llevaban más ropa puesta que en una maleta para un viaje de solo 40 horas.

Conflicto con el entrenador danés

La alineación de Imanol protagonizó los momentos previos al encuentros. Como para acertarla esta vez… Su revolución resultó tan inesperada que acabó generando hasta un pequeño conflicto con el entrenador danés quien, al parecer ante los micrófonos de la prensa local, señaló que les había menospreciado y que en el descanso se había visto obligado a hacer tres cambios para corregir su plan. Imanol dejó claro que no era cierto, que si decía eso no le conocía y que él jamás infravalora a ningún adversario. El danés luego zanjó la cuestión desmintiendo su versión a preguntas de los enviados especiales vascos, pero no parecía que los medios locales se lo hubiesen inventado. 

Las radios estaban en mitad de la grada, por lo que los hinchas locales escuchaban perfectamente sus narraciones y cómo cantaban los goles, sin que nadie les reprochara absolutamente nada. Peor fue el trato a Óskarsson al que el sector más radical de la hinchada nórdica le dedicó un sonoro “You are a big shit” (eres una gran mierda), sin venir mucho a cuento, porque el islandés ni hizo ni el más mínimo gesto feo con la grada. Una pena que no pudiera ver puerta para vengarse.

Al término del encuentro y con algunos en situación límite por el frío sobre todo en los pies, Kubo acaparó la atención al atender a todos los medios con una paciencia y una amabilidad extraordinarias y a pesar de que de vez en cuando lanzaba un mensaje de socorro: “¡Que se va mi autobús!”. Incluso, como es habitual en él, no dejó de lado a los tres compatriotas que también se desplazaron hasta tierras danesas y que vibraron con su golazo.

Retraso en el regreso

Nada más acabar y sin tiempo para nada, la expedición partió dirección al aeropuerto de Karup de donde tenía previsto partir a las 23.00 horas, un horario que no pudo cumplir. Con una media hora de retraso, la Real dijo adiós a su aventura danesa mientras el avión parecía una sala de striptease con todos los presentes quitándose capas para no empezar a sudar. Cerca de las dos de la mañana, aterrizó en Vitoria y tras una hora por carretera y con las lógicas caras de cansancio, la expedición txuri-urdin llegó a Zubieta donde los jugadores tenían la posibilidad de quedarse a dormir o regresar a sus hogares para descansar. 

No había tiempo que perder, hay que preparar el partido del Betis. Y la vuelta ante el Midtjylland, Y el del Leganés. Y la ida de las semifinales contra el Madrid. Un ritmo de locos que solo se hace soportable a base de victorias. Con mayor o menor brillo, pero ganar siempre allana el camino