- Entrenamiento del martes. Cuando la reducida plantilla txuri-urdin lleva ya más de una hora de trabajo con asfixiantes ejercicios de posesión, Imanol se acerca a David Silva, le comenta algo y le da una cariñosa palmada. El canario se retira al interior de las instalaciones acompañado de Monreal mientras sus compañeros se quedan en el campo completando varias series físicas. El club está haciendo todo lo que está en su mano para que la adaptación del único refuerzo para esta temporada sea tan rápida como óptima. Y lo está consiguiendo. A Silva se le ve integrado y encantado. Incluso Imanol está dosificando su participación en el equipo después de que no hubiese podido hacer la pretemporada al acabar el pasado curso más tarde con el Manchester City. Sí, el oriotarra ya le ha abierto las puertas de la titularidad, como lo demuestra que lleva tres partidos seguidos de inicio, pero todavía no ha acabado ninguno.

Esto en lo que respecta al verde. Al margen de las exigentes condiciones contractuales que provoca el dar un pelotazo en el mercado al fichar a Silva, la Real ha incorporado a su plantilla de Zubieta a su fisioterapeuta personal. Eduardo Álvarez, a quien ya había introducido en la disciplina del City desde hace varias campañas, después de pasarse varios años viajando una vez al mes para tratar al mediapunta. En principio, su remuneración la abonan en parte la entidad blanquiazul, porque también trabaja con los demás jugadores, y en parte el canario, con quien le une mucho más que una relación laboral.

Nacido hace 44 años en Mieres, la ciudad más poblada de las cuencas mineras asturianas, Álvarez conoció a Silva por una carambola futbolera. El primer eslabón fue Sergio Díaz, un chico de Turón, un pueblo cercano a Mieres, que jugaba en el Hércules. Comenzó a tratarle primero por una lesión muscular y después por un problema que le generó la rodilla. Como su tratamiento funcionaba, cada vez se desplazaba más a Alicante, hasta el punto que llegó a tener un chándal del propio club. El que se lesionó después fue Manuel Ruz, junto a Sisi, amigos inseparables de Silva en la cantera valencianista. Cuando el fisioterapeuta viajó a Valencia para pasar consulta, apareció Silva, que también arrastraba problemas y le pidió que le echara un vistazo. Era el final de 2009. Meses más tarde ganó el Mundial de Sudáfrica y fichó por el City. Y ya no se han separado más, de forma que también se lo ha traído a Donostia. El propio protagonista ha escrito Real Sociedad, en el perfil de su cuenta de Twitter.

Álvarez estuvo varios años pasando tres días al mes en Manchester: "Es más una amistad que una relación profesional. Voy a tratarle a Inglaterra y me quedo en su casa. David es un tío normal, más tímido de lo que parece. Además, es tranquilo y familiar, así es muy fácil trabajar con él. Si tuviera que tratar a un futbolista como Balotelli, seguro que no lo tendría tan fácil", comentaba hace unos años en una entrevista concedida a medios asturianos. "Después de un derbi contra el United, le estuve tratando hasta las cuatro de la mañana. La gente suele comentar que los futbolistas viven muy bien, pero hacen esfuerzos muy grandes; conviven con el dolor".

Silva le ha solido visitar más de una vez en Asturias: "Viene, nos encerramos todos en casa de mi padre en el monte y hacemos un cordero a la estaca. Es David Silva los 15 primeros minutos. Luego es David. Es más que un paciente: somos amigos. Nos vamos de fin de semana, de vacaciones, a cenar". Hasta le hizo socio del Caudal: "Es nuestro amuleto".

La Real se entrega para que el canario sea feliz en Donostia. Hasta le ha fichado a las manos que mejor le cuidan. Su mejor apoyo. Lo que sea para que Silva despliegue toda su magia.