falta de juego, la Real suma jugadores. Ayer fue el día de Martín Zubimendi (Donostia, 1999). El donostiarra, con el número 36 a la espalda, debutó como titular en el primer equipo del club de su vida. Un debut amargo, ingrato para el trabajo realizado. Porque Zubimendi hizo las cosas muy bien. Entró en el once para dar descanso a Zubeldia -el de Azkoitia había jugado todo hasta la fecha- y como consecuencia de las lesiones de Illarra y Ander Guevara.

El potrillo, de 21 años, se estrenaba en el once de la Real en un partido complicado, ante uno de esos equipos sorpresa de la Liga, pero por su mala clasificación. El Celta no era el rival más asequible para jugar sus primeros 90 minutos como el mediocentro defensivo del equipo.

Y, sin embargo, el canterano cumplió con su objetivo en el verde. El último producto de la fábrica de centrocampistas de Zubieta jugó fácil, sin tomar riesgos, y fue adquiriendo confianza y protagonismo con el paso de los minutos. Acabó disponiendo incluso de alguna ocasión en ataque y filtrando balones a la delantera, que, como ya es habitual en esta vuelta a la competición, fueron desaprovechados.

Comenzó timorato, como es lógico en alguien que solo había disputado hasta la fecha quince minutos en Primera. Se fue despegando de la presión a medida que el equipo se iba haciendo con el control del balón. Guardaespaldas de Merino y Odegaard, Zubimendi se centró en acompañar y hacer circular balones. El primer balón largo lo puso en el minuto 18.

En una Real preconfinamiento, su labor habría lucido mucho más, pero la realidad hoy es muy diferente. Los dos cracks que tenía ayer como compañeros de línea volvieron a estar ausentes -muy preocupante el nivel y sensaciones que transmite Odegaard-. El equipo le buscó más y más con el inicio de la segunda parte. Se animó incluso a disparar a puerta en el minuto 47. Lástima que el balón se marchara lejos de la portería viguesa.

Aunque Zubimendi es más distribuidor que stopper, algo habitual entre los pivotes txuri-urdin de nuevo cuño, el donostiarra realizó varias recuperaciones de mérito. En una de esas intentonas fue amonestado, lo que mermó su protagonismo en defensa. Pero, a pesar de ello, no se arrugó en ningún instante.

Seguro que, si no antes, tras el partido de ayer, el último potrillo en realizar su debut como titular recibió algún mensaje o llamada de Xabi Alonso. Su míster en el Sanse, en cuyo once es un fijo (20 partidos esta temporada), bien le puede dar consejos para seguir progresando en una posición que el tolosarra conoce como nadie.

Desde el televisor de su casa, Alonso pudo ver a su pupilo filtrar un fenomenal pase interior a Portu en la segunda parte que el murciano no acertó a finalizar con peligro.

Pero si por algo resultó amargo el debut en el once de Zubimendi fue por la derrota. Un nuevo varapalo de la Real en Anoeta en el que el joven donostiarra fue protagonista involuntario. Y es que Llorente, que va a error grosero por partido, no despeja el balón que acaba con Aspas en el suelo por la llegada de Zubimendi en ayuda defensiva.

Error que no se le puede achacar al canterano, que, con los cambios tácticos de Imanol, en busca del gol salvador, tuvo más presencia en la zona de tres cuartos. Trabajó con ahínco para que el balón fuera de un lado a otro y siempre a botas blanquiazules.

Ante el Getafe, Zubimendi volverá, presumiblemente, al banquillo. A su sitio natural por ahora. Pero Imanol ya sabe que ahí hay futbolista.

Uno más. Ante el Celta, la Real volvió a encajar un gol de penalti. El de anoche fue el sexto que le pitan en contra en los últimos seis partidos de Liga. Un lastre que ha sido fatal en la vuelta a la competición de los txuri-urdin. Hasta cinco puntos ha dejado de ganar el equipo por culpa de decisiones que se podrían calificar de, cuanto menos, muy discutibles. Algunas fueron bochornosas, como fue la mano de Le Normand en el Camp Nou, y otras rigurosas. La de ayer, un claro ejemplo. En definitiva, de los seis penaltis, solo uno -el segundo pitado en Eibar- fue claro. Imanol prefiere no pedir explicaciones, pero la situación alarma.