Era verano de 2014, el Eibar acababa de ascender a Primera División y Jagoba Arrasate entrenaba a la Real. El técnico txuri-urdin llevaba tiempo mirando a Ipurua y viendo en Raúl Navas, central armero, a un futurible.

Tal circunstancia se concretó en el fichaje del andaluz durante aquel mercado, aunque el club txuri-urdin apostó por cederle al propio Eibar durante una campaña adicional. Navas se curtió así en la Primera División, cuatro años después de debutar en la misma con el Real Valladolid. Integraba su filial durante la campaña 2009-10, y las circunstancias le llevaron a estrenarse en la categoría en la última jornada, en el Camp Nou y a las órdenes de Javier Clemente. El Barcelona de Guardiola necesitaba ganar para proclamarse campeón. Los pucelanos necesitaban puntuar para salvarse. Perdieron 4-0 y cayeron a Segunda.

Navas vistió de blanquivioleta durante un curso más, en la división de plata. Pasó luego por el filial del Celta. Y recaló después en el Eibar,

en 2012, para competir en Segunda B. De la mano del club armero fue subiendo escalones, hasta vivir aquella agridulce experiencia de la campaña 2014-15, a las órdenes de Gaizka Garitano. Los azulgranas se estrenaron en Primera. Bajaron a Segunda de inicio tras una última jornada para el olvido, en la que resultó estéril su triunfo ante el Córdoba (3-0 con gol de Navas). Pero el descenso administrativo del Elche significaría la continuidad en la elite.

El defensa sevillano no se benefició de esta última circunstancia, pues en verano de 2015 pasó ya a la disciplina realista. Lo hizo, eso sí,

viviendo una temporada completa en blanco, por culpa de unos problemas en el pubis que arrastraba de la etapa armera. No debutó hasta la quinta jornada del curso 2016- 17, a las órdenes de Eusebio en un 4-1 en Anoeta contra el Las Palmas de Quique Setién. El andaluz se convirtió a partir de entonces en un habitual en las alineaciones. Dentro, eso sí, de una lenta y progresiva tendencia a la baja en cuanto a protagonismo sobre el césped.

Esta se detuvo el pasado verano cuando Jagoba Arrasate le reclutó para Osasuna, donde recaló cedido con opción de compra obligatoria. Antes del parón solo había jugado seis partidos, lastrado por las lesiones (se operó de una rodilla en febrero).