Primer parámetro: la participación. Pese al forzado discurso optimista oficial desde Bruselas, gana la desafección sobre la participación. La altísima abstención ha de ser subrayada, no como factor de deslegitimación de estas elecciones pero sí como dato clave para relativizar estos resultados europeos en futura proyección a las respectivas dimensiones estatales de cara a próximos comicios internos. Los peores pronósticos de participación se han cumplido: un 43,11% a nivel europeo, y en Euskadi un 44,50%.
La normativa deja libertad a cada Estado para aplicar su propio sistema electoral, y el Estado español ha optado desde su incorporación a la Unión Europea por el sistema más rígido y que menos incita a la participación, en beneficio además de los grandes partidos estatales frente a las fuerzas políticas que centran su actividad en ámbitos territoriales específicos: la circunscripción estatal y única.
Los dos partidos tradicionales a nivel europeo han acusado el impacto de la doble crisis (la económica y la política). Su especie de "despotismo ilustrado" (todo para Europa, pero sin contar con el pueblo europeo) les ha alejado de sus votantes tradicionales. Se ha reivindicado una nueva manera de participación política, para acercar Europa a sus ciudadanos. La desafección, la lejanía, la frustración, la indignación hacia la política europea ha castigado claramente a las formaciones políticas que representan el sistema, lo establecido, lo preexistente.
El terremoto catártico francés, con el Frente Nacional francés, ha tenido réplicas significativas con la presencia de similares orientaciones populistas políticas provenientes de europarlamentarios elegidos en Dinamarca, Finlandia, Grecia, Italia, Hungría, Alemania y Reino Unido. Es otro factor que complicará la gobernabilidad del proyecto europeo. La pregunta que ahora cabe hacerse es : ¿es posible construir una Europa sin europeísmo? ¿es posible avanzar hacia el federalismo europeo sin federalistas?
En Euskadi la visión de una Europa menos intergubernamental, menos estatalista se impone electoralmente: la exigencia de una Europa que reconozca la existencia de naciones en su seno ha permitido consolidar el triunfo del PNV, junto a la irrupción de Eh Bildu en el Parlamento.