La Semana Grande es seguramente el momento álgido en cuanto a presencia de gente por las calles del centro de Donostia. Con el reclamo de las fiestas, a la población donostiarra se le suman miles de visitantes, entre los que pernoctan y los que vienen a pasar el día. Como el vehículo privado sigue siendo el rey de la movilidad, los atascos están servidos. Hay quien atribuye el resultado electoral de las pasadas elecciones municipales al descontento de los donostiarras con este asunto. Dejaremos que sean los sociólogos los que indaguen en los mensajes que arrojaron las urnas. En cualquier caso, lo de los atascos en verano no es una calamidad nueva, pero como ahora hay mucho más turismo la situación ha evolucionado a peor. Los donostiarras que viven en la periferia hace tiempo que saben que al centro conviene ir andando, en bici o en transporte público. En Donostia la mayoría de los parkings están en el Centro. Y, además, el parque automovilístico sigue creciendo sin parar, al punto de que en Gipuzkoa hay 67 vehículos por cada cien habitantes. La movilidad siempre es fuente de polémicas y agrios debates, pero la amenaza del cambio climático ha cambiado el escenario. Ya no vale con ordenar los distintos medios de transporte, se trata de priorizar o directamente desterrar buena parte del modelo que hemos conocido hasta ahora, en el que el vehículo privado ha sido el amo y señor.
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