El juego del Quién es quién suele ser un termómetro fiable para calibrar la categoría de una plantilla. Las cuentas están muy claras. Este verano, la Real decidió traspasar a Diego Llorente, un defensa que, al margen de gustos, ha sido internacional absoluto, para apostar por el regreso de Modibo Sagnan. Y eso que durante el curso anterior eran muchas las voces que reclamaban la necesidad de traer un central fiable que certificase que se mejoraba la retaguardia y que, además, se intentó la contratación de Hermoso o Cabrera. El resto siguieron siendo los mismos. Roberto Olabe justificó la decisión con una de esas declaraciones que llevan su impronta: "La base de este proyecto es ser fieles a las leyes de sucesión, e intentar juntar generaciones de talento. Hemos hablado mucho de la importancia de la construcción, y aún estamos en ese proceso. Construcción no solo de la plantilla, sino de cómo queremos ser. No solo es incorporar, podemos firmar, pero también queremos formar". ¡Toma ya!

Pues bien, jugando al Quién es quién sobre la alineación de Imanol descubrimos que en la zaga no estaba ninguno de los llamados a ser los titulares el pasado verano (Zaldua, Aritz, Le Normand y Monreal). Y que uno de los centrales era Zubeldia, un mediocentro reconvertido que la pasada semana actuó de lateral derecho. Por muy polivalente que sea, si no quieres volver loco a un futbolista, no le cambies de posición cada semana. Que se lo pregunten a Mikel González, que se pasó dos años siendo el relevo para el lateral izquierdo, y no jugaba bien en ninguna de las dos posiciones. Sagnan, que todavía no ha acreditado tener nivel para ser titular, por muy excepcionales condiciones físicas y técnicas que tenga. Y los laterales, Gorosabel y Aihen, que no andan finos, aunque no les ayude el descalabro general. En un duelo clave, ante un rival directo, se supone o eso queremos seguir creyendo, para entrar en Champions, la Real hizo aguas en defensa y dilapidó a base de regalos sus opciones de puntuar en el Pizjuán. Fue una defensa de verbena, con errores de ligas juveniles y dispuesta a extender un cheque al portador a quien se pasara por ahí porque podía hacer lo que quisiera. La semana pasada el señalado fue Willian José, que al menos tenía la coartada de que se encontraba en territorio comanche, esta vez no. Y los culpables no fueron solo los defensas, porque se sumaron el portero, con un inicio de encuentro lamentable y el pivote, Zubimendi, que firmó su peor actuación desde que está en el primer equipo, superado por la asfixiante presión hispalense. Merino, que no debería jugar ni medio minuto en la Supercopa al estar fundido, y un Guridi perdido también colaboraron en el sainete. Si regalas tres goles al vigente campeón de la Europa League, te pegas un disparo en el pie y sabes que vas a regresar de vacío a Donostia.

"No puede ser, hombre, no puede ser", fue de largo la frase más repetida en los hogares realistas donde los aficionados no daban crédito a lo que estaban viendo. El mismo equipo que nos había vuelto locos en el inicio de la temporada, cuando había alcanzado el liderato que ocupó durante seis jornadas, ha perdido el alma, la fe, la magia y la confianza en sus posibilidades. La racha de una victoria en once encuentros (una de nueve en Liga después del deslumbrante triunfo en Cádiz) ya está haciendo mella en la línea de flotación txuri-urdin. El equipo ya no es el mismo y hay que buscar soluciones porque nadie discute que hay nivel para soñar con cosas importantes. No hay que olvidar que a la Real le aguarda en abril su partido más importante en las últimas tres décadas y, a día de hoy, lo va a afrontar con menos potencial que la pasada campaña. Algo que sería imperdonable. Si es cierto que, como suele repetir en prensa, Imanol no ha pedido un refuerzo atrás, una vez analizado lo sucedido desde el cierre del mercado estival, empieza a parecer que es un irresponsable. Y cada vez que vuelva a repetir esa frase debería volver a ver el partido de ayer en Sevilla como castigo. Eso sin entrar a valorar que la mediapunta también se podría haber apuntalado y que, visto que ayer no salió cuando se iba perdiendo, Willian parece tener las horas contadas en Anoeta (único realista que no hizo rondos en el descanso).

El comienzo del encuentro fue una locura. A los tres minutos, Fernando casi se echa una siesta a la espalda de Sagnan, que no sabemos muy bien a dónde iba, antes de que le viera Suso (partidazo el suyo); su pase fue demasiado largo y Remiro parecía llegar fácil, pero incomprensiblemente salió sin estirar los brazos, ni hacerse grande permitiendo la asistencia para que marcara a placer En-Nesyri. El regalo fue tan flagrante que el Sevilla, en un gesto de club señor, se marcó un gran gol en propia puerta en una vaselina surrealista de Diego Carlos en la siguiente acción. Alucinante.

Dos minutos después, la Real se empeñó en confirmar que su debilidad defensiva no era casual, y en un error en cadena de Guridi, Zubimendi (doble) y Zubeldia, En-Nesyri se coló por el centro e hizo el 2-1. Los realistas reaccionaron y Merino, a centro de Gorosabel, rozó el empate. En ese córner, Isak, solo en el segundo palo, anotó el 2-2 con la zurda. Con Lopetegui e Imanol tirándose de los pelos, Guridi no acertó en la mejor combinación realista; e Isak, el realista más destacado, buscó un gol casi imposible tras un reverso diabólico. El Sevilla reaccionó y Remiro, ya el de siempre, detuvo un remate de Jordán, y un uno contra uno del goleador en otra acción en la que entraron por el lado de Zubeldia como si fuera mantequilla. Sagnan probó suerte desde lejos y concedió una mano al borde del área que no aprovechó Jordán.

En la reanudación, Merino perdió un balón imperdonable y en tres toques el Sevilla hizo el 3-2 sin que Zubeldia se adelantara a En-Nesyri. A partir de ahí, el Sevilla contemporizó y buscó contras que no acabaron en gol por las paradas de Remiro; y la Real, que no mejoró con los cambios, desperdició las ocasiones de Portu y Merino, que salvó bajo palos Koundé.

Segundo 3-2 seguido en el Pizjuán. El mérito realista fue que, a pesar de haber podido ser goleada, murió de pie. Pero esta Real no es la misma. Nos la han cambiado. Y la cosa va a peor. Necesita ayuda.

En el minuto 14 el marcador lucía un increíble 2-2, con cuatro errores garrafales en defensa de los dos equipos y con un doblete de En-Nesyri

Nada más iniciarse la segunda parte, Merino perdió un balón imperdonable y En-Nesyri, con la colaboración de Zubeldia, hizo el 3-2