Corre el año 2136: en mitad de dos conflictos bélicos, la V Guerra Mundial y la VI Guerra Carlista, Euskal Herria vive en un mundo postapocalíptico cercano a Mad Max y Waterworld y en el que se abre paso una pandemia mundial del virus Gargantúa, capaz de zombificar a sus portadores. El cambio climático ha hecho que las mareas suban y Donostia y Bilbao han quedado sumergidas, pero protegidas por una cúpula bajo la que viven las clases populares. En la superficie se ha construido otra Donostia artificial, con su playa y todo, al más puro estilo de Dubái, para la élite de la ciudad. En lo que antes era la bahía de La Concha permanece el Monte Igeldo, ahora convertido en isla. Hay costumbres que no han cambiado, eso sí: con la llegada de la Semana Grande se sigue celebrando el tradicional abordaje donostiarra, lo que ocurre es que ahora es a muerte. Hay mil maneras de morir en La Concha y continuando con la idea popularizada por Los inmortales, “sólo puede quedar uno”.

Este cóctel “macarra” de elementos pulp, llenos de referencias al cine de los 80 y los 90, que deconstruyen la tradición y que, seguro, pondrá nervioso a más de un purista, se halla en el tercer número del fanzine que han pergeñado el ilustrador Kike Infame y el guionista Señor Verde –nombre artístico de Gorka Echevarría–, titulado Morirse en La Concha y que sirve de excusa para la exposición del mismo nombre que se inauguró ayer en la casa de cultura de Intxaurrondo, en la que permanecerá hasta el 16 de este mes. La muestra se compone de arte original de este y anteriores fanzines, así como de una réplica de la barandilla de La Concha de cartón-pluma que el propio Infame ha trabajado con las manos. A su vez, también se exhiben un par de obras de artistas invitados, los ilustradores donostiarras Josean Olabe y Maite Caballero.

Morirse en La Concha es la tercera parte de una grapa que se inició con Morirse en sanfermines (2020) y continuó en Morirse en La Blanca (2021), que como se intuye es un repaso a las fiestas de verano con el toque particular que le imprimen Infame y el Señor Verde. En el caso de los sanfermines, los encierros están protagonizados por triceratops y no por toros. Además, quien llegue a la meta conseguirá un puesto de diputado, mientras que en el caso de las festividades La Blanca, Celedón es un autómata que en en vez de paraguas desciende a la plaza con una cuchilla gigante que convierte a los blusas y a las neskas en picadillo. Las aventuras de la cazarrecompensas Leire Riscal y su gato de tres ojos continuarán en Morirse con Marijaia y Morirse en la batalla de flores, aunque empezar, empezaron hace más de diez años, antes que la saga actual viese la luz, en una obra que se tituló Morirse en Bilbao, que vio la luz en formato fanzine a partir de 2011 y hasta 2016. Dos años después, gracias a un crowdfunding, se recopiló en un integral de gran éxito que ha alcanzado ya las cuatro ediciones. 

Fue tal el impacto de la Bilbao distópica que imaginó este tándem creativo que el Festival de Cine Fantástico de Bilbao programó el año pasado una exposición sobre el trabajo de Infame y el Señor Verde. La de Intxaurrondo podría considerarse por tanto una secuela espiritual que se nutre, en parte, del propio proceso del micromecenazgo, que también se utilizó como método de financiación en los números más recientes, que conjuntamente se agrupan bajo el título de Morirse Otra Vez. “Vimos que con el crowdfunding se creaba un sentido de comunidad, un interés que iba más allá de lo local. En el mundo de la auto-edición llegas a donde llegan tus pies, mientras que con este sistema vimos que podíamos llegar a otros espacios”, contó ayer Infame, en una conversación con este periódico durante el montaje de la exposición.

Gaztelubide arde a manos del Sukaldari Maestro, inspirado por David de Jorge. N.G.

Pensando en las recompensas que acompañarían a los crowdfundings contactaron con amigos del sector para tantear la opción de que colaborasen plasmando su visión particular sobre este universo en portadas, postales u otros soportes. En el caso de Donostia, el tándem creativo lo tuvo claro, querían contar con Josean Olabe, autor responsable de 1813: La gloria impune, Distorsionando Donostia o San Sebastián, Belle Epoque y otras historias; y con Maite Caballero, responsable de Guillotina, el festival de autoedición de la capital donostiarra. Tanto Olabe como Caballero, Infame, Señor Verde, Asier Iturralde Gastón y Daniel Gojénola –autor de las portadas de Morirse Otra Vez– compartieron sus puntos de vista y experiencias sobre la auto-edición en una charla que acompañó ayer a a la inauguración y que querían que sirviese para visibilizar la importancia de la “comunidad”. Al respecto de la autoedición, añadió el Señor Verde, las pequeñas tiradas permiten unas calidades “estupendas”. Así, sus trabajos, aunque con irrenunciable “espíritu” de fanzine, presentan una calidad destacable.

Colaboraciones

“Lo bonito de las colaboraciones es que llevan lo tuyo a otros contextos”, subrayó Infame. En el caso de la obra de Olabe, es perfectamente reconocible en el espacio. No en vano, parte de la singular pieza que se exibía en una de las paredes del antiguo Ensanche de la Parte Vieja, en el que unos percebes gigantes mutantes surgían del Kursaal causando terror. Ahora, los percebes han vuelto a esta exposición y engullen a todo el que pisa la playa de La Concha. Otro guipuzcoano también ha colaborado con Infame y el Señor Verde, el cocinero David de Jorge. Los autores querían que el hondarribiarra se prestase a ser caracterizado como uno de los personajes de Morir en La Concha. Se prestó con mucho gustó hasta reclamar que le convirtiesen en un villano-robot, el Sukaldari Maestro, que incendia Gaztelubide el Día de San Sebastián. Además, la idea les hizo tanta gracía que pidieron a hosteleros que creasen recetas para su Recetario Postapocalíptico, otro fanzine.