El ciclista británico Simon Yates, del equipo australiano BikeExchange, se ha adjudicado este lunes la 99ª edición de la Ordiziako Klasika, gracias a un demoledor ataque que ha lanzado en la subida final a Abaltzisketa. Con un tiempo de 5:37, Yates ha pulverizado el récord histórico de la mencionada ascensión y ha puesto tierra suficiente de por medio respecto al nutrido pelotón que le ha precedido en línea de meta, diez segundos después de su entrada.

El propio Yates, Samuele Battistella (Astana) y Juan Ayuso (UAE) se habían destacado antes del gran grupo, en la penúltima vuelta, pero en el llano que une Ordizia y Alegia han sido absorbidos para iniciar el pelotón compacto la doble subida final a Altzo y Abaltzisketa. Superada la primera de estas ascensiones, Iván García Cortina (Movistar) ha conseguido abrir un pequeño hueco que no ha inquietado a los favoritos. El UAE del citado Ayuso ha impuesto un fuerte ritmo una vez realizado el paso por Amezketa, y el asturiano ha tenido que rendirse.

Posteriormente, cuando parecía que el trabajo de los emiratís iba a verse culminado por una ofensiva de Ayuso, Yates ha protagonizado su fulgurante arrancada. Enseguida ha abierto diez segundos de hueco, ante los movimientos atrás de, entre otros, Gorka Izagirre. El británico ha coronado con 15 segundos de renta y ha logrado más ventaja durante el descenso, mientras el pelotón se reagrupaba y pasaba a verse integrado por una treintena de unidades. Yates ha podido tomarse con tiempo los metros finales y celebrar con calma su segunda victoria en Ordizia (también ganó en 2016), mientras su compañero Dion Smith ganaban el esprint por la segunda plaza y Xavi Cañellas (Kiwi Atlántico) completaba el podio.

La jornada ha resultado muy emocionante durante sus 50 kilómetros finales, mientras que hasta entonces se ha visto marcada por un guion más o menos habitual. Julen Irizar (Euskaltel), Marcos Jurado (Electro Hiper Europa), David Martín (Eolo), Edwin Torres (Jawa) y Alexander Cattaford (Israel) han integrado la escapada del día, controlada siempre gracias al trabajo de Astana y Movistar.