A 855 kilómetros de los Campos Elíseos de París (donde termina hoy el Tour de Francia), se encuentra la localidad goierritarra de Ordizia, un municipio de 10.150 habitantes que lleva cien años cuidando su tesoro más preciado, la clásica ciclista de Ordizia. La carrera inaugural se celebró en 1922 y desde 1938 lleva organizándose de manera ininterrumpida. Solo se paró en los años 1936 y 1937, por la Guerra Civil. Por lo tanto, a pesar de que vaya a cumplir un siglo de vida, mañana se festeja la 99ª edición.

Los carteles flotantes que se colgaban en la época.

Tomando el Tour como espejo, un grupo de amigos apasionados al deporte de las dos ruedas, cuyos sus nombres no figuran en ningún registro, decidieron organizar su propia prueba ciclista con el objetivo de traer a los mejores corredores al municipio guipuzcoano.

Txomin Perurena, liderando la carrera en una edición de la prueba ordiziarra de la década de los 70.

De esta manera, se creó la clásica más longeva de todo el Estado. En aquella primera fecha, Francisco Sarasola, natural de Alegia, se proclamó campeón y escribió su nombre con letras de oro en la historia de la competición. En el palmarés histórico su nombre figura el primero.

En esas primeras ediciones todo era muy rudimentario: las bicicletas no eran tan sofisticadas, los letreros publicitarios eran trozos de tela grandes que se colgaban de dos balcones, el recorrido de la meta lo marcaba el público, no las características vallas de metal que se suelen poner cuando faltan pocos metros, y hasta la estética de los corredores era diferente.

Pero hay algo que se ha mantenido hasta ahora: en la mayoría de las ediciones la meta donde se ha decidido el ganador de la carrera ha sido Gudarien Etorbidea, un lugar céntrico de la localidad ordiziarra, que cada 25 de julio se llena de aficionados al ciclismo expectantes por ver quién se lleva la txapela.

Cuando la carrera empezó a profesionalizarse, la organización cambió de manos; primero el Club Deportivo Santa Ana y posteriormente el Club Deportivo Villafranca cogieron el testigo de los creadores de la clásica. Y desde los años cuarenta, Txapel Gorri Kirol Elkartea se encarga de que todo vaya según lo previsto. José Luis Sanz, uno de sus socios, lleva más de medio siglo en los despachos de esta mítica carrera.

Con el tiempo, la carrera fue reuniendo más fieles, empezaron a aparecer los patrocinadores y el dinero de las instituciones y, hoy en día, cualquiera puede convertirse en socio protector de la carrera por una cuota de 35 euros. Parte de la financiación de la clásica viene de socios de Catalunya, Madrid, Andalucía… Desde diferentes rincones del Estado se sigue la prueba con un gran entusiasmo.

Nombres ilustres

Desde Gianni Mota, pasando por Txomin Perurena, Neil Stephens o Frank Vanderbroek. La nómina de corredores que han participado en la prueba es muy extensa y de gran nivel. Cada año corre algún ciclista que cuenta con victorias de renombre en competiciones grandes, sea el Giro de Italia, la Vuelta a España o el Tour de Francia. Hasta el gran Abraham Olano consiguió su primera victoria como profesional en la clásica de Ordizia.

También hay hueco para el talento local: Gorka Izagirre, el corredor de Ormaiztegi, que ha participado en Tours y Giros, se ha llevado la txapela en tres ocasiones. Su hermano Ion, en cambio, se quedó a las puertas de ganar, al llevarse la plata en 2015.

99ª edición

Este año los homenajes irán destinados a Francisco Sarasola y Txomin Perurena, dos corredores que definen la historia de esta centenaria prueba. El primero es el antes mencionado primer vencedor de la clásica. Por su parte, Txomin Perurena, el ilustre exciclista del ya extinto equipo KAS, posee tres txapelas, las conseguidas en los años 1971, 1972 y 1976.

La 99ª edición promete ser muy emocionante. Como cada año, el nivel de exigencia es máximo y la lista de inscritos la completan deportistas de gran nombre. Los grandes atractivos son Vinzenzo Nibali, Hugh John Carthy , Esteban Chaves y Juan Ayuso, segundo el año pasado. El italiano cuenta con dos Giros de Italia, un Tour de Francia y una Vuelta a España en sus vitrinas.

En el pelotón de participantes de este año se encuentran varios vencedores de ediciones pasadas. Julien Simon se llevó el primer puesto en el año 2011; Ángel Madrazo, en 2015; Simon Yates, en 2016; y Simon Carr, en 2020. Todos ellos buscarán hacerse con la segunda txapela, pero quién sabe si lo conseguirán...

La prueba de este año servirá como antesala de la gran celebración de la centenaria edición. 101 años dan para muchos recuerdos e historias inolvidables; para ello el Club Deportivo Txapel Gorri reunirá los momentos más icónicos de estas cien carreras en una gran enciclopedia. Y con motivo de la celebración del siglo cumplido, los organizadores buscarán juntar a todos aquellos ciclistas que un día se hicieron con la tan ansiada txapela.

La unión de todos

En Goierri siempre ha habido una gran afición por el ciclismo, la prueba Villafranca se ha convertido en una tradición, y el pueblo la ha hecho suya. La clásica coincide con las fechas de las fiestas patronales, por lo tanto, el 25 de julio de cada año la expectación por ver a los mejores corredores se une con el jolgorio y el bullicio.

El municipio entero se vuelca en la carrera, el trabajo de los voluntarios y los socios es de vital importancia y los negocios más cercanos tienen un espacio para promocionar su producto. Las instituciones también aportan capital para que la carrera ordiziarra se celebre año sí y año también. La unión hace la fuerza y es el trabajo de todos lo que impulsa que la Clásica de Ordizia vaya cumpliendo ediciones.

Otra vela más para la tarta, ya van 99. Lejos de los focos de las grandes pruebas que ocupan portadas mundialmente, la Clásica de Ordizia representa el romanticismo de las pruebas de pueblo, es la historia de cómo una localidad entera ha conseguido mantener en pie una tradición centenaria que no para de cumplir años.