Encontrar un lugar en el que refugiarse o evadirse del dolor es, muchas veces, una búsqueda íntima y silenciosa. En Bariazioak, la protagonista halla esa compañía en la música clásica, especialmente en las variaciones de Bach, mientras trata de convivir con la pérdida de su padre. El cortometraje, la cuarta obra dirigida por Lur Olaizola, se presenta en el Zinemaldia tras El tercer cuaderno, que formó parte de la cartelera en 2022, también en la sección Zabaltegi-Tabakalera.
“A pesar de que haya hecho varias piezas hasta ahora, esta es la primera vez que he trabajado en 16mm”, explica la cineasta y también coordinadora del programa audiovisual de Tabakalera. El encargado de dirigir la parte fotográfica del corto ha sido Pablo Paloma, y Olaizola, que ha “disfrutado” compartiendo el proceso junto a él, reconoce su “gran nivel”.
“Era importante filmarlo en analógico, porque el cine en celuloide tiene algo artesanal que conecta con la propia naturaleza del duelo”. Haciendo alusión al formato utilizado, subraya que el 16mm obliga a los cineastas a rodar con un nivel de cuidado mayor: “Como el material es limitado, todo debe pensarse y hacerse con más atención”.
Con pocos actores y escenarios, Bariazioak se construye desde la sencillez y la sensibilidad, aunque la directora insiste en que no se trata de enviar un mensaje único ni cerrado: “No sé si el mensaje es claro o exacto. Eso dependerá de la percepción de cada espectador. Yo he intentado transmitir mi vivencia y sé que a algunas personas les llegará más que a otras”.
Resultado
El resultado es una pieza breve de 17 minutos, íntima y emocionante. Una ficción que gira en torno Maite (Edurne Azkarate), Unai (Jon Ander Urresti) y Merche (Gema Lizarralde), alumnos de clases de encuadernación que imparte Alicia (Sonia Almarcha).
duelo “Creo que el cine tiene una capacidad especial para transmitir emociones”, afirma Olaizola. “El duelo es un sentimiento universal y, al mismo tiempo, profundamente personal. En mi experiencia, a menudo las palabras no bastan para comunicarlo, pero el cine sí puede hacerlo. Eso era lo que buscaba al empezar este proyecto. Transmitir el duelo”.
La película parte de una experiencia íntima y real. Olaizola dedica el corto a su padre y reconoce que en la protagonista hay mucho de ella misma: “El punto de partida es personal, está basado en lo que yo he vivido”.
El regreso al Festival de Donostia es también especial para la directora. “Sin duda, estar en el Zinemaldia siempre es especial. Te da la oportunidad de ver tu película en pantalla grande, en una sala llena de gente. Pero además, te da visibilidad, y esa visibilidad es imprescindible para sacar adelante futuros proyectos”.
Con Bariazioak, Lur Olaizola firma un trabajo que une lo íntimo con lo universal. Un retrato sobre la fragilidad, la memoria y el poder sanador de la música y el cine. El cortometraje se proyectó ayer por primera vez en Tabakalera y en los cines Trueba, hoy estará visible en los salones Antiguo Berri y, mañana, en los cines Príncipe.