El ambiente de la temporada del txotx ha regresado “como si no hubiera pasado nada” a Hernani. Desde que arrancase la temporada de sidrerías hace mes y medio, el flujo de visitantes ha vuelto a ser el mismo que el de antes de la pandemia. Sin rastro alguno de restricciones, hasta 244 autobuses procedentes de toda Euskal Herria y más allá han llegado a este municipio de Buruntzaldea, donde es prácticamente imposible dar con una reserva para comer hasta finales de abril. Como consecuencia de ello, las calles del Casco vuelven a llenarse de cuadrillas cada fin de semana, aunque, por el momento, sin registrarse graves incidentes.

Aunque la temporada del txotx se encuentra en su ecuador y por delante todavía quedan los sábados y domingos “más fuertes”, el Ayuntamiento de Hernani prevé que este año el número de visitantes volverá a ser igual que el de 2019. Así se confirma con los datos de llegada que ya maneja y se ratifica con un simple vistazo a las calles del centro del municipio cada fin de semana. “Está todo igual que antes, lleno de buses y gente. Ha renacido todo y no hay ni un mediodía que no esté a reventar”, afirma a este periódico Isabel Casco, presidenta de Kaxko elkartea.

En los dos últimos meses, el Consistorio ha contabilizado 244 autobuses procedentes de Bizkaia, Araba, Navarra, Iparralde, La Rioja y Burgos, 120 de los cuales lo hicieron en febrero y 124 lo han hecho en lo que llevamos de marzo. De este modo, todo apunta a que, al final de la temporada –22 de abril–, la cifra rondará los 486 vehículos registrados en el último año antes de la pandemia.

Las reservas en las sidrerías también lo señalan, ya que, por ejemplo, es imposible dar con una mesa libre un sábado al mediodía hasta finales de abril. “Marzo sigue siendo uno de los meses más potentes y todavía quedan unos cuantos fines de semana fuerte. Antes se acababa en Semana Santa, pero ahora cada vez se alarga más”, señalan desde el Ayuntamiento.

La vuelta de las cuadrillas ha traído consigo el ambiente habitual en el Casco antes y después de las comidas. Para evitar episodios del pasado, el Ayuntamiento presentó a comienzos de febrero una campaña de sensibilización ciudadana para evitar actitudes racistas y sexistas, así como comportamientos incívicos en el municipio. Aunque desde el Consistorio aseguran que todavía es pronto para hacer una valoración general, en lo que va de temporada no se han registrado heridos graves ni agresiones sexuales.

La Policía Municipal, por su parte, ha tramitado 109 multas por orinar en público, lo que acarrea sanciones que pueden alcanzar hasta los 200 euros. La mayoría de estas infracciones se cometen por la tarde-noche, antes de que los autobuses regresen a sus lugares de origen.

Prolongación hasta mayo

Desde hace varios años, los autobuses tienen la obligación de irse antes de las 22.00 horas. Una medida que desde Kaxko Elkartea creen que ha servido para reducir el ruido y la suciedad. “Al final, las sidrerías están dónde están y la gente viene a ellas. Es algo legal y tampoco podemos cerrar el pueblo para que no venga nadie. Lo que hay que hacer es ir en contra de los bares que no cumplan la ley”, argumenta la presidenta, quien revela que, en la última asamblea celebrada esta misma semana, se ha transmitido cierto malestar por parte de algunos vecinos.

“Es un tema muy complicado y llevamos 25 años con él. Hay mejoras, pero todavía faltan. Hace falta más policía e invertir en más limpieza. Los bares tratan de recoger lo suyo, pero es imposible con todo”, apunta Casco, quien también entiende la postura de las sidrerías y de los establecimientos. “Es una forma de trabajar y tal y como ha estado la cosa es normal que traten de ampliarlo lo máximo posible. Lo que no puede ser es que el trabajo de unos lleve al malestar de otros”, agrega.

A este respecto, tanto desde la asociación como desde el Ayuntamiento afirman que la temporada se alarga “cada vez más”. Aunque oficialmente finaliza el 22 de abril, hay sidrerías que continúan reservando hasta primeros de mayo. No obstante, según avancen las semanas, la afluencia de visitantes de fuera irá descendiendo, al igual que ocurre por las noches, cuando la mayoría de las personas que se quedan son de alrededor. “Ya no es como antes, cuando se juntaban las cuadrillas que venían de comer con las que iban a cenar. Hemos mejorado, pero todavía hay días en los que da asco entrar en el portal o en los que familias se han tenido que ir a otro pueblo para llevar a sus hijos al parque”, zanja Casco.