La eslovena es una de las personalidades de esta materia tan de actualidad en toda Europa. La economía circular es el futuro, un camino que ya ha tomado Eslovenia y en el que está también Gipuzkoa. Ambos territorios comparten experiencias bajo el paraguas de los conocimientos de Ladeja Godina, para quien la economía circular es un modo de vida que debe imperar, aunque sea por sentido común.

Usted es una experta en la materia, pero hay mucha gente que ni siquiera conoce lo que es la economía circular. ¿Cómo la definiría?

–Si tomamos la economía lineal, es comprar cosas o utilizar recursos y luego tirarlos. En la circular, pensamos en cómo mantener el valor de las cosas el máximo tiempo posible. Producimos algo y pensamos cómo podemos repararlo o reusarlo, y, al final del proceso, reciclarlo. Recuerdo que mi abuela, por ejemplo, tenía una lavadora que duró 30 años y mi tío era capaz de repararla. Además, usaba producto local para cocinar, no tiraba nada. El cubo de la basura tardaba una semana en llenarse. Ahora tenemos la comida en muchos paquetes, y la lavadora dura cinco años y la tiramos. Necesitamos productos que duren más. Por ejemplo, no tener que tirar el teléfono móvil cada dos años, sino poder cambiar la batería o la pantalla. Es de sentido común.

En la mesa redonda en la que participó ayer en el Kursaal, insistió en que la economía circular es, no solo buena, sino obligatoria para el futuro.

Antes, para nuestras abuelas, la economía circular era su modo de vida. Ahora, con el hiperconsumo, lo hemos perdido. Y hay que volver a ello. Estamos usando recursos y materias por encima de lo que podemos. Tenemos que ser cuidadosos en el uso de recursos a la hora, por ejemplo, de construir una ciudad. Podemos reutilizar el material, no tirarlo, sino operar con lo que tenemos ya. Es un cambio de mentalidad. Pensar en cómo podemos reutilizar. En lo personal también. Cada uno se puede preguntar cómo ser sostenible, qué necesito y qué quiero. Necesito comida, una casa y amor. Pero no necesito diez pares de zapatillas, necesitaré dos o tres. Igual tampoco necesito coche porque puedo utilizar el transporte público o ir en bici. La falda que llevo es de segunda mano. ¿A quién le importa eso? Me gusta y punto. Otro ejemplo: ¿Por qué voy a comer un aguacate? Debe ser importado y tiene su coste, igual puedo comer una buena manzana de una plantación de aquí. Todo esto puede contribuir a la larga a mi calidad de vida. Cuando te das cuenta de esto, no es difícil hacer el cambio.

Las grandes compañías y el hiperconsumo del que ha hablado antes van por otra línea... 

–El objetivo principal de las grandes compañías es lograr rentabilidad. ¿Pero cómo serlo cuando los recursos están limitados, son cada vez más caros y tienes que lograr beneficios con el mismo método que hace diez años? Las compañías están pensando en cómo recortar gastos, y la solución no es bajar los sueldos de los trabajadores o echarlos. Si piensas en materias primas o energía, en cómo ahorrar, es mejor producir una lavadora que dure más, aunque sea más cara, porque puedes ganar también dinero con el mantenimiento. En lugar de tener trabajadores para hacer más lavadoras, los puedes tener para mantenerlas. Sé que lo estoy simplificando mucho, pero tener una visión a largo plazo puede ser beneficioso tanto para la empresa como para el planeta.

¿Circular Change es una iniciativa del Gobierno de Eslovenia? 

–No, es privada y no lucrativa. Colaboramos con empresas y gobiernos, entre ellos el de Eslovenia. Desde su creación en 2016 promovemos la economía circular. Trabajamos con visión nacional. Al principio la gente era más reticente, pero ha habido buena colaboración y hemos creado la ruta de la economía circular en Eslovenia.

¿Cree que las grandes potencias mundiales realmente creen en la economía circular? 

–En general, soy crítica. Tenemos unos objetivos comunes de descarbonización, pero ahora, con la guerra de Ucrania, están exportando armas. Y esta industria militar usa mucha energía, recursos y materiales. Hablamos de industria verde y vamos por otro camino. A estos niveles, no sé cuál es el juego.

También está relacionado con el cambio climático. 

–Todo tiene relación con el cambio climático, que ya lo tenemos aquí. Hay países y territorios donde no se puede vivir porque se están quedando sin agua. Hay incendios, inundaciones. Hay una pelea por los recursos básicos. El agua es el petróleo del futuro, y ahí vemos que el cambio climático está conectado con la economía circular. Manejar esto es la gran cuestión. Si no lo hacemos, será una catástrofe para el mundo.

Es labor de todos, desde cada uno de nosotros hasta los gobiernos. 

–Es importante entender nuestra responsabilidad individual, pero los gobiernos deben hacer su trabajo y trabajar mano a mano con la población. Por ejemplo, abaratando el precio del transporte público. Tenemos leyes, acuerdos, iniciativas que vienen desde los gobiernos, pero hay que implementarlas en el día a día. Debe haber un diálogo sobre cómo podemos todos contribuir a una vida mejor y más sostenible en mi región, en mi ciudad. Los agentes de economía circular podemos mediar en estos diálogos, no podemos enfrentarnos ni imponer.

¿Qué puede hacer de forma individual cada persona para contribuir a la economía circular?  

–Hacer un ejercicio de pensar qué necesitamos, cómo podemos vivir y cuáles son nuestros valores. Vivo en una sociedad en la que soy juzgado por la marca de mi ropa o mi coche, así que una persona joven seguro que aspira a eso. Pero si en lugar de eso nos decimos Eres genial por usar durante cinco años esta chaqueta o Está muy bien que vayas en bici a trabajar, podemos crear un estilo de vida y ser sostenibles. En Eslovenia ya hay mucha gente joven que piensa en no tener un coche propio, por ejemplo. Esto no es un movimiento de una ONG o cosas que dice una hippy, sino responsabilidad. Mira, una cosa que me ha gustado de San Sebastián en los tres días que llevo aquí es que he visto tiendas y locales pequeños, con productos locales. Hay ciudades que son copias unas de otras porque todas ofrecen lo mismo.