Orexa no pilla de paso a ninguna parte. Hay que ir queriendo. Sus 113 habitantes viven prácticamente en el monte, un entorno natural y tranquilo que a día de hoy, sorpréndanse, genera por sus propios medios el 51% de la energía que demanda el municipio, incluidos sus dos empresas, una quesería y el ostatu municipal, que además gestiona unos apartamentos turísticos. De no creer. La de este municipio de Tolosaldea fue la primera comunidad energética creada en Gipuzkoa. Se constituyó en octubre de 2021, pero ya andaban salseando desde 2019.

Nos recibe Eneko Maioz, alcalde (en mayo anunció que no se presentaría a la reelección e los comicios de 2023), impulsor de esta idea colectiva y actualmente presidente de la comunidad energética de Orexa. “No es fácil ir el primero y no pensábamos que íbamos a llegar hasta aquí. En diciembre de 2019 instalamos las primeras placas solares en el ostatu, y fue una prueba. Es cierto que muchos técnicos decían por aquel entonces que no era rentable invertir en renovables”, reconoce. Aún eran tiempos del Impuesto al sol acuñado por el ministro Soria. 

Pero “a nosotros nos parecía que estando además el pueblo orientado al sur, viendo que había margen para instalar placas, sobre todo para generar electricidad era importante”, asegura. Llamaron a las puertas y se pusieron en manos de Goiener, una cooperativa de generación y consumo de energía de la que el Ayuntamiento de Orexa es socio colaborador. Y para su sorpresa, “nos encontramos con más ayudas de las que esperábamos”. Subvenciones públicas de distintas administraciones. 

“Fue una prueba”, admite hoy Maioz, satisfecho. “No era una inversión muy grande: 23.000 euros. Para nosotros, era un presupuesto que podíamos asumir y nos llevamos una bonita sorpresa: recibimos una ayuda del 80%”. La aventura suponía un desembolso de menos de 5.000 euros. Y de ese modo, superaron “esa negatividad que percibíamos alrededor”. “Empezamos a creer que tenía sus opciones”, añade. La idea inicial era destinar la generación de esas placas para el autoconsumo del ostatu. “Les ayudaba a bajar la factura”. En diciembre se cumplirán tres años.

La cosa no se quedó ahí. “De ahí a un año, en 2020, “pusimos placas en el frontón y se decidió repartir la energía entre las empresas y el resto de viviendas del pueblo; y pensamos que ese reparto, además de ayudar a las empresas, debía tener una función social”, explica Maioz. 

En Orexa, una familia tipo se ahorra 15 euros en la factura eléctrica al mes y una en riesgo de exclusión, 60

Las cuentas están así ahora en Orexa. Una familia tipo se ahorra 15 euros al mes en la factura de la luz. Y una familia en riesgo de exclusión, cuatro veces más: 60 euros. Las empresas, la quesería Ohian Txiki y el ostatu, incide Maioz, han reducido su factura un 30%. “El mayor consumo lo tiene el ostatu”, que gestiona los citados apartamentos.

El modelo está aún en fase de construcción .Este mes de octubre está previsto poner más placas en la cubierta de otro edificio municipal (Segoretxe). Y en diciembre se integrarán al sistema tres viviendas privadas del barrio Urrutxugaina, donde residen seis familias que son miembros de la cooperativa local.

“Ni en el mejor de nuestros sueños hace tres años pensábamos que hoy estaríamos así”

Eneko Maioz - Presidente de la comunidad energética de Orexa

Todas las familias, el Ayuntamiento y las dos empresas del pueblo son socios de la cooperativa. Una cooperativa diseñada al patrón de Orexa y sus necesidades, y en la que se ha limitado el acceso o inversiones de terceros externos. Todo “con nuestros criterios y nuestra perspectiva de pueblo”. 

Forman la cooperativa 45 familias y 51 puntos de suministro o CUP. Aún no pagan ninguna cuota mensual. Abonaron una de entrada, “unos 150 euros”, en el momento de la constitución. Una cantidad escasa, ya que el Ayuntamiento decidió asumir la mayoría de los costes y otra parte importante lo asumieron las dos empresas locales. 

Hoy, admite Maioz, habrá que ir pensando en fijar una cuota mensual mínima para costes de mantenimiento y nuevas actuaciones futuras que doten a la cooperativa de un cajón. Una cantidad que habrá que descontar del ahorro actual.

Todas las familias, las dos empresas y el Ayuntamiento del pueblo, que solo tiene 113 habitantes, son socios de la cooperativa

Con las nuevas placas que se instalarán en lo que queda de año, asegura Maioz, la previsión es que se genere el 70% de toda la energía que demanda el municipio, cerca del autoabastecimiento. Un reto muy en el horizonte aún, admite, ya que estos porcentajes responden a una media anual y la generación solar es “irregular” y poco tiene que ver la generada en invierno o verano. 

Nos explica que Orexa de momento solo ha invertido en paneles solares, y no en baterías que almacenen lo que se genera, “muy caras” y menos duraderas. De este modo, la energía que se genera y no se consume en el momento, se deriva a la red a cambio de una compensación “mínima”. Pero a nosotros lo que nos interesa es consumir lo máximo de lo que generemos”. Aún así, asegura, “hoy se puede decir que perdemos poca”.

Comunidad energética de Orexa. Placas solares Ruben Plaza

En busca de agua caliente

La opción de poner baterías, tampoco está desechada, pero el siguiente paso es establecer una red de calor. Agua caliente centralizada para el pueblo mediante biomasa. “Ya tenemos el proyecto hecho”. Un sistema de district heating como el de Txomin Enea, en Donostia, alimentado por biomasa, abundante en los montes adyacentes. 

Maioz asegura que los vecinos están satisfechos. “En diciembre hará tres años que pusimos las primeras plazas y ni en nuestros mejores sueños pensábamos que estaríamos así”.