Ángel Garmendia y su familia viven a “20 metros” de la casa de cultura de Zumarraga, un edificio municipal en cuya cubierta hay instalada una potencia de 25 kw en fotovoltaica. Se podría decir que este zumarragarra de 54 años tiene asignados tres de los paneles solares instalados allí. Y lo que generan esas placas se destina exclusivamente para autoconsumo energético de su familia. Son cuatro en casa. Podríamos decir también que con ello, Ángel y los suyos cubren el 25% de la demanda anual de energía de su hogar.
La casa de cultura es solo uno de los cinco edificios municipales cubiertos de paneles solares y dan soporte a la primera gran comunidad energética local activada en Gipuzkoa. Su nombre es Latek y agrupa a otras muchas familias de Zumarraga como la de Ángel y otros tantos comercios.
Ya no es necesario vivir en un chalé o un caserío. Ni tener la orientación idónea para instalar por cuenta propia placas solares para el autoconsumo; ni la capacidad de invertir 20.000 euros; ni paciencia para esperar a las ayudas públicas que llegarán a los meses y rebajarán el golpe inicial. Las comunidades energéticas son la solución. Y Gipuzkoa va lanzada.
“La transición energética no es solo para los que tienen cubiertas propias en sus casas, sino para los que vivimos también en entornos urbanos, que somos el 70% de la población”, asegura Rafael Barrera, director de la Asociación Nacional de Productores de Energía (Anpier).
“La transición energética no es solo para los que tienen cubiertas propias en sus casas, sino también para el 70% que vivimos en entornos urbanos"
Son más de 300 los hogares y tiendas que ya están obteniendo energía eléctrica con esta fórmula en Gipuzkoa y se sitúan en Zumarraga, Larraul y Orexa. Pero la ola que le sigue es grande. En total, se contabilizan 37 ayuntamientos que de uno otro modo se han liado la manta a la cabeza en esta aventura. El 42% del total.
La lista facilitada por el departamento de Medio Ambiente de la Diputación de Gipuzkoa es amplia. Solo en la fórmula de comunidad energética vecinal, bajo el paraguas legal del autoconsumo, se encuentran Abaltzisketa, Aizarnazabal, Alegia, Alkiza, Altzaga, Amezketa, Andoain, Arama, Asteasu, Baliarrain, Beizama, Berastegi, Berrobi, Eibar, Elduain, Ibarra, Ikaztegieta, Irura, Larraul, Lasarte-Oria, Leaburu, Lizartza, Olaberria, Orendain, Orexa, Ormaiztegi, Pasaia, Urnieta, Zizurkil, Zumarraga. Generan la energía en placas solares instaladas en edificios públicos, principalmente.
Y a estos municipios habría que sumar Arrasate, Eskoriatza, Aretxabaleta, Leintz-Gatzaga, Azpeitia, Urretxu y Zumaia, que se han decantado por el modelo de cooperativas de Ekiola, fruto de la colaboración público-privada entre el Ente Vasco de la Energía (Gobierno Vasco) y la ingeniería promotora Krean, integrada en la Corporación Mondragon.
Dos modelos y un traje a medida
Son modelos diferentes, pero convierten al ciudadano en generador de una energía que luego puede consumir él mismo y rebajar así su factura eléctrica. La energía en este caso se obtiene mediante la instalación de lo que podríamos denominar huertos solares, es decir, parcelas de no menos de una hectárea llenos de paneles solares.
La diferencia entre ambos modelos estriba en que los socios de la cooperativa deben aportar un capital de entrada que puede ir entre los 1.500 y los 2.500 euros. En este caso, los cooperativistas son socios y adquieren un vínculo mayor con la cooperativa. De años. Con sus aportaciones, la sociedad instalará los paneles de una parcela que primero ha de comprar y comenzará a generar energía. Este sistema también abre la puerta a la participación de empresas no consumidoras. Aún no hay ninguna en marcha en Gipuzkoa, aunque Ekiola ya ha anunciado que son un millar las personas apuntadas a sus proyectos. El de Azpeitia parece el más avanzado y debería entrar en funcionamiento en 2023.
La normativa marca que el punto de suministro tiene que estar a menos de 500 metros de las placas para que se considere autoconsumo
Por su parte, en el caso de las comunidades energéticas locales, los ayuntamientos ceden las cubiertas de sus edificios públicos para la instalación de las placas. Y los vecinos que se adhieren pagan una cuota anual que oscila entre los 50 y los 80 euros anuales, repartida en cada factura mensual. Esta cuota se destina a cubrir los gastos del seguro, los créditos para hacer frente a la instalación de los paneles y su mantenimiento. Las empresas no tienen cabida en este modelo. Solo los establecimientos comerciales y para autoconsumo.
La transición renovable
Unos y otros son actores de lo que algunos ya denominan como una “nueva transición energética” hacia las fuentes de generación renovables y con un papel activo del consumidor, que pasa a ser generador de energía al mismo tiempo.
Según datos aportados por el EVE esta misma semana, son 21 las comunidades energéticas constituidas a fecha de hoy en Gipuzkoa y 40 en el conjunto de Euskadi. Y en todas ellas se engloban un total de 5.200 personas. Por el momento, solo tres de ellas están ya en marcha y consumen su propia energía: Orexa, Larraul y Zumarraga.
Todos coinciden en que esta aventura no se anda sola, ya que el proceso conlleva una “enorme complejidad” y requiere de “muchos conocimientos técnicos” que, indefectiblemente, llevan a los consumidores a apoyaree en cooperativas energéticas o empresas especialidadas. Edinor, del grupo Petronor, la citada cooperativa Ekiola, o Goiener son algunas de ellas y las que ya tienen experiencia en Gipuzkoa.
Ideal para pueblos pequeños
Las fórmulas son muchas y explorables. Casi a la carta. Para pueblos pequeños en especial. Aseguran fuentes de la Diputación que “con la cubierta del frontón de cada pueblo es más que suficiente” para echar a andar y abarcar un radio de 500 metros alrededor, en el caso de las comunidades energéticas locales (TEK por sus siglas en euskera), gestionadas por Edinor. Pero también para comunidades de vecinos que lo están intentando de forma autónoma, como en Antzuola, donde una decena de hogares buscan encaje legal a su realidad, mediante un servicio de servidumbres en el que quienes tienen espacio en sus cubiertas están dispuesto a cedérselo a quienes no lo tienen.
El Gobierno foral estima que en los próximos meses ayudará a 5.000 familias a realizar esta transición o revolución de las cubiertas
Pero no quedan fuera municipios de tamaño medio como Zumarraga (10.000 habitantes) o más grandes, como Lasarte-Oria (19.100), que en los próximos meses espera cerrar el círculo y conseguir energía más barata y de cercanía a la que tendrán acceso los 9.000 hogares y comercios del pueblo. Todos ellos tendrán cobertura con la red de edificios seleccionados para la instalación de paneles solares. De momento, los inscritos son más de 900. Energía fabricada en los tejados del municipio, gracias a un acuerdo también con el Gobierno Vasco.
La premisa es la misma. “La unión hace la fuerza”. Comunidades locales que se unen, ya sea creando una cooperativa dedicada a la generación de energía, ya sea asociados en una TEK, o “bien podría ser formando una Sociedad Limitada”, según reconocía este jueves un experto en las jornadas organizadas por la Diputación.
La Diputación cifra el ahorro actual en torno a 500 euros de media anuales en la factura de la luz para un hogar y 2.500 para un comercio
Los descuentos a obtener varían, según la fórmula, y la vinculación también, pero los tres casos que ya funcionan en Gipuzkoa están arrojando un descuento aproximado de un 25% en la factura de la luz. Aunque hay cooperativas que auguran un 40% de ahorro. Según fuentes de la Diputación, el ahorro medio en las comunidades ya en marcha es de unos 500 euros al año en un hogar y 2.500 en una tienda.
En casa de Garmendia, en Zumarraga, “se nota”. Paga al mes unos 35 euros de luz. Para incorporarse a estas TEK, el requisito único es que el punto de suministro, nuestra casa o tienda, esté en un radio de 500 metros de uno de los puntos de generación. Es la distancia máxima que establece la actual legislación para que se considere autoconsumo y se eliminen los costes de distribución y peajes de acceso. En el caso de Zumarraga, el Consistorio está buscando ya un sexto edificio para llegar a más gente y ampliar la comunidad en otras 100 familias.
Una comunidad industrial en Menorca
Los ejemplos a seguir son varios. Incluso en Menorca, la novedad es que se ha constituido una comunidad energética industrial que integra a todas las empresas de un polígono industrial, en San Lluis, muy cerca de la capital, Mahón, con la adhesión de dos instituciones públicas.
Son ejemplos que amplían el horizonte de quien se quiera plantear una solución a la carta. Los expertos creen que aún las trabas administrativas son demasiadas y alertan de que las transiciones no se hacen de la noche a la mañana, pero el panorama que se vislumbra es esperanzador. Incide también el director de Anpier, Rafa Barrera, en que “los errores o aciertos” en materia energética se empizan a percibir a los cinco años de haber emprendido el camino. Es pronto, dicen, pero apunta muy bien.
“Nuestro objetivo es que el modelo de comunidades energéticas esté completamente implementado en Gipuzkoa antes de una década”.
El objetivo del departamento de Medio Ambiente de la Diputación Foral de Gipuzkoa es ayudar en la transición energética a 5.000 familias y empresas en el presente año 2022 y principios de 2023.Según el diputado José Ignacio Asensio, “nuestro objetivo es que el modelo de comunidades energéticas esté completamente implementado en Gipuzkoa antes de una década”.
La Diputación estima, de hecho, que en los próximos meses ayudará a 5.000 familias a realizar esta transición o revolución de las cubiertas.
Abonados al sol
Gipuzkoa no destaca por sus horas de sol, pero este verano ha vivido un verano atípico en el que precisamente las horas de sol han aumentado un 20% en relación a su media histórica. Sin ir más lejos, en Donostia, se han registrado entre junio, julio y agosto un total de 677 horas de sol, expuestos directamente a sus rayos. Muchos expertos creen que en el actual escenario de cambio climático y calentamiento global del planeta, es "muy probable" de que nuestro territorio asista a veranos extremadamente calursoso con más asiduidad, lo que podría aumentar en un futuro la media de horas de sol al año y aumentar la capacidad de generación de los paneles fotovoltaicos.