Parte de la comunidad científica ha dicho basta. Cansadas y enfadadas por lo que consideran “inacción política” ante sus alertas en torno a la emergencia climática, algunas personas de este colectivo han decidido pasar a la desobediencia civil; de esta manera, esperan que su voz no solo sea escuchada, sino que provoque cambios de actitud en las instituciones. Bajo esa premisa nace Rebelión Científica, que llama a la acción de manera inmediata, ya que “lo que hagamos en los próximos tres, cuatro años va a determinar el futuro de la humanidad”.

Con estas palabras se expresaba este miércoles Fernando González Alaguero, psicólogo y miembro de este movimiento, en la charla que ha ofrecido ante una veintena de alumnos y alumnas y otra decena de personas interesadas en esta temática, en la facultad de Educación Filosofía y Antropología de la UPV-EHU en Donostia.

Rebelión Científica, o Scientist Rebellion, como se la conoce a nivel internacional, es un movimiento formado por “activistas de diverso origen científico” que hacen “un llamamiento a nuestras comunidades” para que ofrezcan “resistencia ante la dirección genocida de nuestros gobiernos, antes de que sea demasiado tarde”. “Si nosotros, los científicos, no actuamos como si estuviéramos ante una emergencia, ¿cómo podemos esperar a que el público lo haga?”, se preguntan en su página web en inglés.

Las demandas principales de Rebelión Científica son tres, según ha explicado González Alaguero. Por una parte, una descarbonización que tenga lugar “lo antes posible” y con un “decrecimiento económico” que sea “socialmente justo”. Y es que el activista ha indicado que en la economía actual, tan ligada al consumo de combustibles fósiles, el crecimiento o empeoramiento de la misma va en consonancia a la situación de materiales energéticos.

La segunda demanda del movimiento apela a que se tomen medidas en esta coyuntura para reducir la desigualdad social y que haya una redistribución de la riqueza. Por último, reclaman que el 1% “más privilegiado” sea el que costee la transición hacia un sistema sostenible. “Que paguen los ricos”, ha resumido González Alaguero.

Asimismo, Rebelión Científica anima a los científicos y científicas a que “digan en público lo que dicen en privado” sobre la emergencia en términos climáticos y ecológicos que viven el planeta. En este sentido, González Alaguero se ha mostrado crítico con profesionales de la ciencia, así como asociaciones, que ofrecen opiniones, según él, “optimistas” y que no se ajustan a la realidad ante esta situación. Ha mencionado especialmente al Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) y al hecho de que aún se siga hablando de no alcanzar una subida de 1,5 grados en la temperatura media global (actualmente, ya se ha visto incrementada en 1,2 grados). A pesar de que que ese 1,5 sea un “límite planetario”, ha afirmado que es ya inevitable llegar a él y que, en estos momentos, lo que hay que intentar es alejarse lo máximo posible de los 2 grados de incremento.

Rebelión Científica, que actualmente cuenta con presencia en 35 países y funciona en grupos locales, que luego se coordinan a nivel estatal, ya lleva un tiempo pasando a la acción en forma de resistencia activa no violenta. Se dejaron ver en Glasgow el pasado noviembre, con motivo de la conferencia de la ONU sobre el cambio climático (COP26) que tuvo lugar en la ciudad escocesa. 

A nivel estatal, el pasado 6 de abril 150 científicos y científicas del movimiento se concentraron en la entrada del Congreso de los Diputados en Madrid en señal de protesta y algunos de ellos echaron tinta roja biodegradable a la fachada. Con ese motivo, dos meses después 14 personas fueron detenidas por la Brigada Antiterrorista de la Policía Nacional, lo que provocó indignación en las redes sociales, hasta por parte de políticos.

A pesar de que posteriormente fueron puestos en libertad con cargos, se les acusa de dos delitos de daños contra el patrimonio y alteración del normal funcionamiento de las Cortes. El propio González Alaguero, que se encuentra entre uno de los arrestados, ha negado ambas acusaciones, ya que el líquido que vertieron en la fachada era biodegradable y hubiera desaparecido igualmente, aunque no hubieran procedido a limpiarlo, y la actividad del Congreso siguió su curso.

En la jornada de este miércoles, el activista de Rebelión Científica ha animado al alumnado presente en la charla a unirse al movimiento, que en la CAV se está encontrando con una buena acogida, y ha indicado que se puede participar con distintos niveles de “compromiso”. También informó de la nueva campaña que lanzarán en Berlín el próximo 15 de octubre donde, bajo el lema #HablemosClaro pedirá “a la comunidad científica y académica que afirme públicamente que el 1,5 ha fracasado”. Será una acción de “larga duración”, de más de dos semanas, y también “de alta intensidad”, ya que un grupo de las personas participantes asumen que su actividad puede provocarles “entrar periodos de tiempo a prisión, entre una semana y un mes”.