Una pena. La Real volvió a morir en la orilla en el campo de un grande. En el Santiago Bernabéu, en los últimos años, ha logrado rascar varias veces, pero de Barcelona siempre le ha costado mucho más regresar con un botín. Los realistas defendieron como nunca esta temporada, con un Remiro en plan estrella y con un Odriozola como destacado inesperado, y se pusieron por delante en el marcador, pero el Barcelona empató en un saque de esquina que no era antes del descanso y, en la reanudación, la salida de Lamine acabó dilapidando sus opciones. A pesar de que el azulgrana salió a un nivel de Balón de Oro, los donostiarras resistieron de pie y, en el minuto 83, Kubo estrelló un disparo en el larguero. Una lástima. Porque un punto hubiese sido un premio extraordinario para un equipo que necesita realidades más que sensaciones.
En los grandes templos del fútbol español nunca sabes muy bien cuál es la fórmula que puede funcionar. Entre otras cosas, porque para dar la sorpresa necesitas no solo tener un buen día y que te salgan las cosas redondas, sino contar con la fortuna de que tu rival protagonice una mala tarde. Las cosas como son. Hay que ser realistas. Están a otro nivel y, aunque es cierto que el Barcelona se presentaba a la cita con bajas importantes, lo que sin duda multiplicaba las pocas posibilidades de puntuar de la Real, lo cierto es que todo pasaba por una actuación solvente, concentrada, aplicada, sin regalos ni concesiones y con muy buena puntería en tus pocos ataques.
Las notas de Mikel Recalde
Sergio Francisco, a quien le gusta enredar en la sala de prensa contando medias verdades, se decantó por una versión supuestamente más defensiva. El técnico abogó por realizar cuatro cambios respecto al once que ganó al Mallorca, con la entrada de tres canteranos, Aihen, Pablo Marín y Turrientes, y de Guedes en lugar de Sergio Gómez, Soler, Brais y Kubo. No deja de ser curioso que sigan saliendo refuerzos del once, a los que hay que sumar los Sucic y Zakharyan, para que entre gente de casa. En total, en la alineación había ocho jugadores que habían pasado por el filial, más Remiro, Caleta-Car y Guedes. En el calentamiento se lesionó Aramburu y, como la planificación deportiva de este año ha sido de chirigota, entró Álvaro Odriozola. Y muchos se frotaban las manos con la venta a última hora de Traoré, cuando Rupérez ya se había dañado la rodilla, y por mucho que lo ocultara el club con mentiras, todos sabían que iba a estar meses alejado de los terrenos de juego. Esto es fútbol de élite.
Enfrente un Barcelona sin Joan García, Balde, Fermín y Raphinha, aunque con Yamal en el banquillo. Cosas del destino, Dro, un talentoso gallego de 18 años al que la Real, con Olabe a la cabeza, insistió en contratar hasta el último momento antes de marcharse a La Masía, debutó en un once que sonaba igual de reconocible, competitivo y peligroso que sin tantas ausencias.
Planteamiento
La Real tenía un plan. No era seguro que le fuera a garantizar éxito en el caso de que lo desarrollara bien, pero al menos se plantó en el campo con las ideas claras. Un 4-1-4-1, con las líneas muy juntas, sin dejar espacios, sabiendo en todo momento a quién apretar y a quién no y sin permitir que ningún rival recibiera y pasara cómodo y sin oposición.
No era fácil, pero los blanquiazules estuvieron muy bien en la primera parte. Solo atacaron una vez en una acción que acabó siendo el 0-1, algo que les lastró porque la pelota volvió muy rápido, aunque no se pueda decir que no defendieran bien, con orden, criterio y sin despistes. Como es lógico, dada la calidad del adversario, para soñar con empatar o ganar Remiro tenía que venir con su capa de superhéroe. Y así fue. Cuando en Barcelona han querido alimentar en las últimas horas que sobra en la selección, el navarro completó una primera parte excelsa. A los ocho minutos, Oyarzabal cabeceó fuera una falta de Guedes.
¿Quién ha sido el mejor jugador contra el Barcelona?
A partir de ahí se inició el asedio azulgrana, con un paradón impresionante de Remiro a Rashford y dos buenas paradas a Araujo y Roony. Pasada la media hora, Turrientes por fin pudo conducir, abrió a Guedes, cuyo centro lo encontró Oyarzabal, combinó con Barrene y éste volvió a frotar la lámpara para certificar otra asistencia que aprovechó, frótense los ojos, Odriozola. Mérito del donostiarra, que había seguido bien la jugada y demostró fe en que le llegara la pelota en una segunda jugada. Pedri asumió galones para liderar el ataque del Barcelona en busca del empate antes del descanso y, en un centro de Koundé, que era casi más extremo que lateral, Zubeldia desvió para su portería, Remiro sacó otra mano impresionante y el disparo lo recogió el canario, que estrelló de forma milagrosa su chut en la cabeza de Zubeldia. Poco después, en un córner muy protestado por los realistas porque pareció que el último en tocar fue Araújo, el centro de Rashford lo cabeceó en el primer palo a la escuadra Koundé.
En la última acción, Dro cortó la contra de Guedes con una falta como un piano y Hernández Hernández continuaba silbando por el campo, recogiendo flores o setas más que preocuparse en impartir justicia.
En la reanudación, la Real salió más valiente y ofensiva y Barrenetxea no remató un buen centro de Guedes, y, poco después, Aihen subió muy bien su banda, pero no encontró a Oyarzabal en su centro raso. En el 58’, llegó la acción clave en el encuentro, con la entrada de Lamine. Sergio ya se había protegido al dar descanso a Odriozola, que estaba con calambres por la falta de continuidad y la tensión, y pasar a Aihen a la derecha con Gómez en la izquierda, pero nadie está preparado para ese vendaval. Al minuto, ya había generado el segundo tanto al estar en modo imparable tras ponerle una invitación al gol a Lewandowski, tras una grave pérdido de Pablo Marín.
El pobre lateral catalán aguantó como pudo, pero acabó en pie, que es lo importante. La Real reaccionó con orgullo y Oyarzabal desperdició una opción clarísima tras un gran pase de Aihen. Incluso Barrenetxea sirvió otro gran balón al capitán, que no consiguió llegar tras un saque de esquina en corto. En el minuto 83, tras una gran acción colectiva txuri-urdin, Kubo finalizó con un disparo al larguero y en la contra, en otra acción de Lamine, Ferran dejó solo a Lewandowski y éste también se topó con la cruceta.
Se acabó. Otro resultado para engrosar una estadística sonrojante en la Ciudad Condal. Pero la Real dio otro paso adelante en su particular consolidación de su nuevo proyecto. La empresa era complicada, pero la Real compitió mejor de lo que muchos esperaban. De nada servirán estas buenas sensaciones, a pesar de la derrota, si no se gana al Rayo en la próxima jornada. Es lo que tiene haber empezado tan mal, que hay que intentar sumar en todas las estaciones, por muy exigentes que éstas sean. Otra vez una buena Real. Seguimos.