La Real pasó de ronda. Estamos todos de acuerdo con que era lo que había que exigirle, pero también es verdad que jugó con fuego ante un Reus que apenas expuso casi nada y que demostró bastante menos de lo que se esperaba. No se entiende que una plantilla como la txuri-urdin, con tantos recursos y la aspiración de volver a hacer algo grande en la Copa como en las dos anteriores ediciones, pasara tantos apuros y jugara tan mal frente a un rival que no quiso arriesgar casi nada para intentar aguantar de pie y aguardar que llegara una hipotética ocasión en la segunda mitad. Los realistas completaron una primera parte lamentable, en la que su plan pareció esperar a intentar que salieran los buenos y remataran la faena, y la entrada de Barrenetxea y de Sadiq le permitió marcar diferencias. Insistimos, la obligación era pasar y se consiguió, pero se podía haber logrado de otra manera.
Barrenetxea puso en evidencia a sus compañeros a los tres minutos de la reanudación al encarar por fin y poner un centro al segundo palo que acabó en asistencia de Sadiq y gol de Goti; y después de racanear como nunca, y de sufrir un disparo en el palo en una acción aislada, en el descuento, el nigeriano provocó un penaltito que transformó en la segunda y definitiva diana. Poca cosa y poca Real, las cosas como son.
Sergio Francisco le empieza a coger el gusto a jugar al despiste en la sala de prensa. Con nueve bajas por distintos motivos, el técnico no mezcló titulares con suplentes como había anunciado la víspera al tener muy en cuenta el reto que le esperaba en Vitoria el sábado. Bajo su responsabilidad, obviamente. Es más, los dos únicos habituales en sus últimas alineaciones fueron Sergio Gómez y Jon Martín, que, si no llega a ser por la gastroenteritis de Caleta-Car, probablemente tampoco hubiese salido de inicio.
Su apuesta fue por la cantera, con ocho jugadores formados en Zubieta, más Goti, que brilló en el Sanse el curso pasado. Algo que en un escenario así hasta parecía más lógico por la cuestión de la motivación que sacar a habituales reservas extranjeros que no saben ni dónde está Reus en el mapa. Lo que más llamó la atención fue la titularidad de Beitia en la defensa, de Carrera en lugar de Sadiq y que se arriesgó a poner en liza a los dos laterales izquierdos que tiene en el plantel, a pesar de tener que afrontar un partido rocoso y clave el sábado en Vitoria. Aunque con el catalán, un superdotado físicamente que no se pierde ninguna, los riesgos nunca son tantos como con otros futbolistas del plantel. El resto fueron los esperados, sin la presencia de ninguno de los extremos determinantes titulares. Zakharyan sí que salió de inicio, otra vez en banda, con Turrientes de 4 y Pablo Marín de 8.
Si algún aficionado de la Real esperaba que no se iba a poner de mal humor e impacientarse en la primera parte, simplemente era un iluso. Un equipo con muy poco mordiente, con una presión poco agresiva, sin recuperar ningún balón en campo contrario y sin producir apenas peligro. Un poco desesperante.
Quizá lo que aguardaban es que el Reus saliera en tromba y dosificara los esfuerzos para no pagarlo en la segunda parte. No fue el típico conjunto de categoría menor que arranca hipermotivado al ser uno de los partidos de sus vidas. Marc Carrasco, técnico local, prefirió dosificar muy bien los esfuerzos al ser consiente de que en los cuatro últimos encuentros solo había recibido un gol y fue de penalti en Ibiza (por cierto, se lo marcó Marquitos, el exrealista). El resultado fue un primer acto soporífero e inaguantable para cualquier hincha al fútbol. Sin apenas ocasiones ni acciones destacables. En un terreno de juego peor de lo que se esperaba y con un fuerte viento a favor de los blanquiazules, al haber ganado el sorteo de campos el capitán Aihen. Pero sin excusas...
Hasta los 30 minutos no hubo que destacar ninguna opción de gol, en un centro-chut de Zakharyan que se marchó al lateral de la red. En el 35’ llegó la mejor ocasión txuri-urdin en un saque de banda de Odriozola que Pablo Marín prolongó con calidad y su centro lo remató Carrera, pero se topó con el meta Parra. Antes del entreacto, los locales dispusieron de dos buenas oportunidades en las botas de Benito y Andy, cómo no al saque de un córner, pero no logró poner en apuros a Marrero. 0-0 al descanso y la sensación de querer pedir a gritos la ayuda del equipo A para evitar disgustos y malos ratos, porque sin colmillo para recuperar en posiciones avanzadas parecía complicado hincar el diente a una defensa de cinco y porque a los realistas les faltaba inspiración para destrozar, como podía preverse, por la diferencia de categoría a unos ordenados locales que tenían muy claro que su esperanza pasaba por aguantar físicamente sin hacer esfuerzos innecesarios y mantener su portería a cero.
Sergio movió ficha en el descanso al dar entrada a Barrenetxea, el galáctico de guardia; Sadiq, que era el que le iba a poner algo de aliciente a un partido insufrible; y Aritz, que ordenó la retaguardia para evitar disgustos inesperados. A los tres minutos, Barrenetxea, que sigue compitiendo a otro nivel, generó el primer gol que acabó resultando decisivo, al bajar su centro Sadiq con la testa y remachar Goti con una buena volea alta. A partir de ahí, lo que quizá se llegó a entender un poco menos, la Real se fue protegiendo en lugar de lanzarse a por una sentencia definitiva hasta el punto de que dejó correr el tiempo para intentar que no sucediera nada y el Reus, que no estuvo a la altura de las expectativas y que sobre todo se mostró bastante más conservador de lo esperado sin descomponerse en ningún momento, rozó el empate con un obús de Pol Fernández Morales que escupió en el palo. En el descuento, sentenció Sadiq desde los once metros en un penalti que jamás le pitaría este árbitro en la Liga.
Balance de daños y esfuerzos... La Real se clasificó con la ley del menor esfuerzo y en Vitoria Sergio tendrá a casi toda su plantilla disponible en buenas condiciones, pero este tipo de compromisos ante un cuarta división también se puede resolver con solvencia, contundencia y una propuesta convincente. Sobre todo, por el tema de poder soñar e ilusionarnos. Porque, con lo visto este miércoles, nos va a costar.