Dice el refrán que lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Y así fue. Como era de esperar la Real perdió contra un Real Madrid muy potente y liderado por el mejor jugador del mundo, que, como sucedió en la Champions, volvió a ofrecer otra exhibición descomunal en Anoeta. Un equipo realista en formación, que aún no sabemos cuál es su límite y sus posibilidades, cuando ya nos encontramos con el mes de septiembre avanzado y ya se han disputado cuatro jornadas de Liga. Lo comentábamos tras el partido de Oviedo, que no se debió perder en la vida, lo más grave del desastre de planificación, sobre todo por sus tiempos, ha dejado desprotegido por completo a Sergio Francisco. Y eso sí que es muy preocupante. Porque se trata de un técnico de la casa, exitoso, que ha llegado por méritos propios y ahora, con solo dos empates en cuatro encuentros, van a surgir las dudas y se van a propagar como la dinamita en la parroquia txuri-urdin tanto los ateos como los agnósticos. E insistimos, el tema es inquietante, porque el calendario no espera a nadie y cuando no has logrado vencer en tres encuentros accesibles, lo lógico es que lleguen las etapas de alta montaña como la de ayer ante el club más laureado del mundo.
Las notas de Mikel Recalde
Seamos realistas, el Madrid no se fue al descanso con una goleada de escándalo a favor de milagro y la única posibilidad de la Real para rascar un punto era que sucediera algo extraordinario o inesperado. Cuando cuenta en el equipo con un futbolista de talla mundial, como Mikel Oyarzabal, estas cosas pueden llegar. El capitán, cuya exhibición de liderazgo y física acabó siendo antológica, sacó de la nada una expulsión de Huijsen, asistió a Pablo Marín, en una jugada que acabó en doble poste, transformó el penalti y no logró el empate por centímetros en otras dos ocasiones. Pero solo, o con Barrenetxea y las paradas de Remiro, no es suficiente como para quitarle puntos al Madrid y al final la derrota terminó por ser inevitable. Una pena.
No sabemos qué era más desolador, si ver a Brais llegar al estadio con la nariz rota y la cara hinchada, el mensaje del club en el que comunicaba que Sucic era baja por un proceso febril (ya no hacen a los balcánicos como antes) o el anuncio del once de Sergio, que, para ser sinceros, no tenía ni la más mínima opción de puntuar. Tiene narices que el Virus FIFA haya afectado más a la Real que al Madrid. Eso sí que solo nos pasa a nosotros. Aramburu no pudo mantener su plaza en el once tras el esfuerzo y el mazazo de la despedida de Venezuela del Mundial y Kubo, que se fue a jugar amistosos por las Américas, ha regresado con un esguince de tobillo que le impidió jugar. Además, clama al cielo que no volviera de manera inmediata a Zubieta para tratarse e intentar el imposible de recuperarle.
La afición opina: ¿quién ha sido el mejor jugador contra el Madrid?
Sergio demostró mucha personalidad con su once, pero ya sabemos que el cementerio está lleno de valientes. Aritz en la derecha, Sergio en lugar de Aihen en la izquierda, con una medular que pasó por el filial formada por Gorrotxategi, en su segundo encuentro titular, Pablo Marín y Goti, que debutaba en Liga con el primer equipo. Arriba, Guedes, Oyarzabal y Barrenetxea. Porque, aparte del desastre consumado de la planificación, esta vez había que añadirle el factor de la mala suerte por las lesiones (a Yangel Herrera ya sabían que le traían con varias semanas de baja por delante).
Dos cosas llamaron la atención. La osadía de priorizar el ingresar un dinero por Traoré, cuando Rupérez se encuentra de baja sin fecha de retorno, por una cantidad golosa que no te saca de pobre y en un momento con la competición ya iniciada en la que lo importante son los puntos. Y la segunda, ¿tan mal está Zakharyan como para que no jugara de inicio ayer sin Brais ni Sucic? Por cierto, el otro fichaje de última hora, Carlos Soler, en el banco porque no ha competido en toda la pretemporada (luego dejó muy buenas sensaciones). No sabíamos que la costosa factura iba a seguir creciendo de forma dramática tras el parón. Confiemos en que se alcance el tope pronto, por la cuenta que les trae a varios.
Mbappé, dominador
En la tribuna de prensa los periodistas madrileños coincidían en comentar que cómo era posible que se les hubiera escapado Zubimendi (parecen haberlo descubierto ahora) y que si todo iba a normal, la Real se podía llevar un saco de goles. La primera parte fue dramática, porque, aparte de ser muy inferiores, los realistas cumplieron con su tendencia a pegarse un tiro en el pie. Al minuto, a Arda Güler ya le habían anulado un gol por un fuera de juego por milímetros de Mbappé y poco después no enchufó un centro de Carvajal por muy poco, antes de que Goti se metiera en un lío morrocotudo y se equivocara en un pase atrás que el astro galo convirtió en gol tras una veloz carrera antes de fusilar a Remiro. Poco después, el imparable remató al palo. Barrenetxea buscó el palo corto en un tiro seco, antes de que Remiro se luciera con dos paradas antológicas que mantuvieron con vida a su equipo a la espera de que sucediera algo inesperado e improbable, como fue la expulsión de Huijsen que provocó Oyarzabal. Si el año pasado expulsaron a Zubeldia en Sevilla (fue este mismo colegiado) y a Aritz en Barcelona, la jugada no admite ninguna discusión. La diferencia era tan grande, que el hecho de jugar con uno menos apenas cambió el signo del encuentro. Carvajal avisó cabeceando al palo otro balón parado y, en el último minuto, Mbappé rompió a Aritz y su centro lo aprovechó Güler solo en el área (Gorrotxa llegó tarde y Caleta-Çar pudo tirarse al suelo porque el turco controló antes de marcar).
En la reanudación, el croata dio un pase perfecto con la zurda a Guedes, quien en carrera lo controló y sirvió un centro que Oyarzabal prolongó y Marín, solo, finalizó con un disparo que pegó en los dos postes, tras salvar primero Tchouameni. A Goti se le escapó fuera una buena dejada del balcánico y, tras una carrera asombrosa de Mbappe, que finalizó con un chut cruzado fuera, llegó el penalti. Para que te piten uno contra el Madrid, sobre todo después de una polémica roja, te tienen que hacer por lo menos dos en la misma jugada. Así fue, por manos de Carvajal y derribo de Aritz, y esta vez Mikel no perdonó.
Con los cambios, Sergio buscó rock and roll y Xabi, que no pasara absolutamente nada más que los minutos. Oyarzabal, muy forzado a pase de Barrene, Caleta-Çar, desde cerca, y otra vez el 10, a pase de Soler, que entró muy bien en el choque, fueron las únicas oportunidades de una Real con poco ritmo y continuidad. Y sin gol, que nadie se olvide de ese déficit sin solución que se arrastra desde hace dos años.
Una lástima. Otra derrota, segunda consecutiva. Y la certeza de que las secuelas de los errores de la planificación se han extendido de tal manera que la Real ya se ha metido en un buen lío. Decía Toshack, en esa frase tan repetida, que en Donostia solo importa el fútbol cuando acaban las regatas. De momento es el único clavo ardiendo al que podemos agarrarnos, porque la Real no arranca y la sensación es de desorden total. Si no se encuentra un equilibrio pronto, las vamos a pasar canutas. No hay derecho lo desamparado que le han dejado a Sergio, al que ahora en los despachos le seguirán dando palmadas en la espalda pero que cuando vean que la marea se acerca hasta sus dominios será el primero en ser cuestionado…
Con las ganas que tenemos de disfrutar y son ya cuatro las etapas sin que la Real haya estado por delante en el marcador. Así es imposible.