La Real ha ganado al Espanyol con más pena que gloria. En una tarde en la que quizá lo único que importaba era ganar, por mucho que todos esperábamos un triunfo holgado y con un juego más atractivo, sobre todo después de que los realistas marcaran en el primer minuto. Pero el vagón de Europa no frena y si quieres engancharte y esperar a tiempos mejores para meterte de lleno en la pelea, necesitas sacar adelante estos encuentros ante rivales inferiores a pesar del desgaste acumulado por el pase a semifinales de la Copa del jueves pasado con todo lo que la guerra con Osasuna conllevó.
Estamos todos de acuerdo en que esta Real no enamora, no golea, no desarbola a sus adversarios por mucho que sean muy inferiores, pero hay que valorar en su justa medida el ir sumando triunfos en momentos clave de la campaña para alcanzar bien situados la fase Luis Aragonés de los diez últimos encuentros en los que se decide todo, después de haber echado el resto tanto en la Copa como en Europa. Y eso a pesar de que llegar más lejos, visto lo visto, sea más complicado que nunca porque, entre otras cosas, a esta Real le cuesta un mundo marcar diferencias, ver puerta e imponer su manifiesta superioridad en los encuentros de Anoeta.
Además, siempre tienden a complicarse las cosas en jugadas inoportunas y puntuales, como el penalti de Aguerd a Puado, cuando los catalanes no habían hecho acto de presencia en los aledaños de la portería de Remiro. Con su acuciante falta de gol, al menos en esta ocasión los de Imanol fueron capaces de anotar un segundo que dio por bueno una grada que demanda más espectáculo, como es normal viendo el nivel y el valor del plantel, pero que, como todas las aficiones, acaba aceptando la victoria para centrarse en la siguiente batalla. Esto funciona así. Una buena picada de Brais a falta de siete minutos para el final dejó los puntos en casa ante un Espanyol que causó una muy pobre impresión en Donostia.
Rotaciones
Imanol ha vuelto a hacer cambios, como el ritmo de la competición exigía. Esta vez fueron seis las caras nuevas que presentó respeto al equipo que se impuso a Osasuna el jueves. Aramburu y Javi López, en la zaga; Sucic, en la medular; y los tres de arriba, al entrar Becker, Óskarsson y Sergio Gómez. Lo esperado y lo normal cuando los esfuerzos siguen siendo máximos cada tres o cuatro días en el momento clave de la campaña. Aritz mantuvo su plaza, esta vez de central, y, lo más destacado quizá, Pablo Marín también, por delante de Turrientes, que se encuentra desaparecido, y el recientemente renovado Olasagasti.
El partido no ha podido comenzar mejor para los realistas, ya que a los 40 segundos, Sucic centró desde la izquierda y Becker, a la primera, como le gusta y le conviene, puso el 1-0 en el marcador con un buen chut ajustado. A los cuatro minutos, en un córner botado por Sergio, Zubimendi, que ya había participado en el origen del gol, cabeceó, pero detuvo el meta. A los 17 minutos, el croata, de largo el mejor de los locales, rompió a la zaga con una preciosa conducción en diagonal tras un robo de Javi López, pero se topó con la pierna del meta visitante. El único susto catalán llegó en un error por precipitación de Aritz que Aramburu corrigió para cortar a 40 metros de la portería la carrera de Roberto. Poco después, Sergio reclamó un penalti por un empujón de El Hilali en boca de gol, que no lo pareció al no ser lo suficientemente fuerte y claro como para ser punible. 1-0 al descanso y sensaciones manifiestas de que esta vez no se podía escapar ningún punto por el nivel de una Real con cambios y un Espanyol bastante limitado.
En el primer ataque de la segunda parte espanyolista, una plancha de Aguerd a Puado la convirtió en penalti Alberola, que no quiso ni consultarla con el VAR. Qué fácil es pitar penaltis en Anoeta, es algo terrible. Se pita y en un minuto liquidado. Una y otra vez. Es una vergüenza. Ni se discute. Así de cómodos viven los colegiados en este estadio, que a la primera que pueden se exhiben. Esto viene de muy lejos. El propio capitán lo transformó engañando a Remiro.
Segunda parte
Imanol movió ficha con rapidez con un triple cambio para dar entrada a Oyarzabal, Barrenetxea y Olasagasti. A falta de 20 minutos , un córner a favor acabó en el susto de la noche tras una mala finalización de Roberto. En el minuto 79, una acción de Barrenetxea la desaprovechó Aramburu en una situación inmejorable; y en el 83, llegó el jugadón de Aguerd, que tenía cargo de conciencia en un servicio que Olasagasti domó y Brais culminó con su habitual destreza. Los realistas pudieron aumentar su renta gracias a Kubo, pero tampoco era cuestión de exagerar con lo que les cuesta ver puerta.
En semifinales de Copa, a cuatro puntos del Rayo, que es sexto, en los cruces en Europa y… Con poco fútbol y escasa gracia. Pero lo que nos gusta a todos es ganar, ganar y ganar. Y hubiera supuesto un desastre inconcebible el no ser capaz de imponerse a un visitante menor. El espectáculo deberá esperar. Ahora estamos a otra cosa…