Ganó la Real Sociedad el importante partido de este jueves. Sí, como lo están leyendo. El encuentro de Cádiz terminó con empate y con un punto para cada uno. En clave de futuro, sin embargo, resultaron mucho más cruciales las horas posteriores a la ya famosa sentencia de la Superliga. Durante las mismas, el fútbol europeo dio la espalda de forma casi unánime a esos egoístas que quieren montar el tinglado por su cuenta. Y semejante catarata de reacciones adversas significó una noticia de valor incalculablemente positivo para nuestro equipo y para nuestro club. Como parece que el movimiento de Florentino y sus secuaces va a quedar de momento en poca cosa, los txuri-urdin no tenemos consciencia plena sobre la dimensión del asunto. Si en cambio, a eso del mediodía de este mismo jueves, se hubiesen sucedido las adhesiones al proyecto de marras, la Real habría visto comprometidos muchos de los alicientes que ahora mismo le empujan a crecer como institución. Prometo explicarme al respecto durante este parón navideño que alcanzamos tras el 0-0 del Nuevo Mirandilla. 

Contienda extraña la de la Tacita de Plata, e ilustrativa sobre lo que suponen las inercias en esto del fútbol. Era el Cádiz de Sergio un equipo ordenado y tendente a juntarse atrás, replegado, con el objetivo de hacer los partidos largos y ásperos. Así se plantó el domingo en Las Palmas. Pero encajó un gol rápido, se lanzó a presionar en pos del empate y lo hizo tan bien, logrando además su objetivo (1-1), que repitió cuatro días después contra la Real. No sé si Imanol y los futbolistas txuri-urdin se lo esperaban, supongo que en parte sí, porque, aunque aislados, el rival ya había tenido ramalazos parecidos durante el curso. El caso es que, más allá de previsto o no previsto, el bloque alto amarillo se le atragantó a un cuadro blanquiazul incapaz de conectar por dentro y poco exitoso también con los envíos largos a la zona de Merino, Sadiq y Oyarzabal.

Partidos así siempre cuestan, pero acostumbran a ir abriendo puertas conforme avanzan los minutos. Nos las prometimos felices cuando, tras el descanso, el Cádiz no pudo apretar con tanta fuerza y la Real comenzó a hallar rendijas en su entramado, controlados como estaban, además, los balones largos del cuadro andaluz a sus puntas. Sin embargo, las lesiones txuri-urdin y determinadas acciones de los locales, demasiado próximas a la violencia, volvieron a cambiar el choque, esta vez para mal. No verán en este espacio muchas críticas a los árbitros, porque entiendo que su papel es complicadísimo. Más sencillo debería resultarles a los colegiados, en cualquier caso, proteger la integridad física de los futbolistas, rol igual de importante que Iglesias Villanueva y Pizarro Gómez (el del VAR) se pasaron por el forro.

1- INUSUAL PRESIÓN ALTA. Ha tenido sus momentos agresivos el Cádiz este curso, pero no suele ser un equipo dado a presionar arriba como lo hizo de inicio ante la Real. Las flechas muestran cómo los saltos del pivote Alcaraz (a Zubimendi) y del central Chust (a Brais) deformaban el 4-4-2 amarillo para dibujar un hombre a hombre. Les costó a los txuri-urdin, insistentes en buscar el duelo aéreo entre Merino y Álex Fernández.

2- MEJOR TRAS EL DESCANSO. Mejoró la Real tras el descanso, mediante secuencias de pase que hundieron en mayor medida al rival. Con el Cádiz replegado y un punta local trabajando ya sobre Zubimendi, el intercambio de carriles entre extremo e interior (Kubo-Brais en la imagen, flechas blancas) otorgó opciones a la Real: jugar fuera con el escorado o escarbar dentro para buscar las cosquillas a la basculación (flechas amarillas) del doble pivote andaluz.

3- PELIGRO CONTROLADO. Buena parte de las opciones ofensivas del Cádiz pasaban por los envíos directos de portero o centrales a la cabeza de Maxi Gómez, para que este peinara a la carrera al espacio de Ramos. Imanol controló estas situaciones incorporando a Zubimendi a una momentánea zaga de cinco (como central derecho): Martin se encargaba de la disputa aérea y Zubeldia de perseguir a Ramos ante una posible prolongación.