Martes. Todo cambió sobre las 11.00 horas. Después de amanecer con Lisboa bañada de rayos de sol, el cielo se fue poniendo negro y una tibia lluvia, como sirimiri, que acompañó a los cientos de realistas que, además de disfrutar con su equipo, quisieron aprovechar las pocas horas que tenían en la capital portuguesa. La cosa se fue complicando hasta que a las 14.00 horas, momento previsto para el punto de encuentro en la plaza del Comercio, una de las más grandes y abiertas del mundo, comenzó a caer el diluvio. Los hinchas tratando de protegerse con lo que podían y comprando paraguas y ponchos de plástico. El gran problema es que no paró de caer agua por momento en modo horizontal como tantas veces hemos visto caer en Gipuzkoa durante toda la tarde lo que acabó colapsando una ciudad que no está acostumbrada ni preparada para lluvias torrenciales. “Necesitamos que lloviera, pero no tanto”, decían taxistas que hacían lo que podían en las calles atascadas. 

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La afición de la Real Sociedad tiñe Lisboa de txuri-urdin Mikel Recalde

Como se pueden imaginar, el panorama era desolador. La gran mayoría de los 3.500 aficionados, que se dice pronto, se pegaron al menos una calada importante sin posibilidad de pasar por el hotel antes de acudir al campo, con el consiguiente acumulado de frio y de desgaste. Como ya comentamos en otra información, el desplazamiento al estadio fue un auténtico caos, sin una organización mínimamente prevista y competente, lo que provocó que muchos hinchas se quedaron bloqueados y se vieran obligados a coger taxis, con el consiguiente embotellamiento que les aguardaba. La entrada al estadio fue la más vergonzosa que se recuerda.

El club ha tomado nota y piensa pedir explicaciones al Benfica, pero la realidad es que es un mal que viene de lejos en un estadio decadente pese a ser bastante moderno, en el que impera la desorganización y el desgobierno a pesar de estar lleno de agentes de seguridad que te desconcertaban y te guiaban mal en lugar de bien debido a su absoluto desinterés por ayudar a los medios de comunicación desplazados desde Donostia.

El principio del desastre

Incluso la víspera, en los momentos previos a las ruedas de prensa de Remiro y de Imanol, un grupo de unos 25 periodistas, técnicos y productores, con sus habituales bártulos (trípode, quantum, micrófonos con las marcas de la empresa y demás) pasamos por la puerta en la que ponía “Press” y cuando intentamos entrar, el lumbreras del steward que lo paraba todo nos informó que no era la puerta: “Es más adelante”.

Mientras avanzábamos con la creciente sospecha de que al final íbamos a tener que regresar para entrar por dicha puerta, el hombre tuvo la deferencia de pegar un silbido retractarse de su indicación. Solo tenía que esperar a que asomaran los enviados especiales y cuando apareciera un grupo numeroso que se identificara como periodistas en los unos aledaños de un estadio gigante semivacío, lo mandara a una puerta equivocada. Bien.

Solo era el principio del desastre que se vivió en las horas previas al choque, con el agravante del agua que no paraba de caer y lo calaba todo. En esa tesitura, el mismo grupo se pasó más de media hora recorriendo el campo sin que nadie les informara con concreción de dónde estaba la ventanilla y cuando, empapados, Txema Oliden, de Radio Euskadi, se encontró con que no tenía acreditación. El problema es que en su dni ponía Jose María Oliden y las azafatas, bastante intransigentes ellas, no querían darle el pase al no coincidir los nombres. Finalmente logró sacar un carnet de la Asociación de la Prensa Deportiva Guipuzcoana en la que ponía Txema, que resultó ser suficiente para las azafatas. Los tres periodistas allí presentes lo celebramos casi tanto como el gol de Brais. 

Las trabas no terminaron ahí. Una vez más nos guiaron mal y entramos por una puerta equivocada. Cuando salimos a la grada nos encontrábamos en la otra esquina del campo. Menos mal un steward tuvo a bien acompañarnos, pero tardamos otra vez más de media hora en situarnos en nuestras ubicaciones ya casi cuando Remiro hizo acto de presencia en el campo para calentar. O lo que es lo mismo, con mucho retraso sobre el horario habitual en un partido a domicilio europeo. 

En el campo, un grupo de los desplazados, los narradores televisivos y los trabajadores del club txuri-urdin se colocaron en un espacio reservado en mitad de la tribuna principal de los socios lisboetas, cuya actitud fue bastante beligerante, provocadora y agresiva. “Este es el campo del Benfica, no estáis en vuestro país. Aquí se respeta al Benfica”, repetían fuera de sí sin que mediase la más mínima provocación. Incluso un padre, que estaba acompañado de su hija de unos 13 años que trataba de frenarle, estuvo muy cerca de llegar a las manos con un par de periodistas hasta que un steward le empujó y se tranquilizó. Pero al término del encuentro les lanzaron una moneda de un euro. 

Agresión a un realista

Menos suerte tuvo un aficionado situado en la grada inferior a la que estaban situados los 3-500 aficionados realistas. Sin ningún distintivo txuri-urdin, pero fichado por celebrar el gol, recibió un puñetazo en la nariz que le causó una hemorragia. Cuando le estaban tratando y todavía sin limpiar, se encontró en la zona mixta con Nacho Monreal y no dudó en sacarse una fotografía con él. 

Cuando el partido arrancó, la densa cortina de agua se fue disipando y por fin se les pudo ver con todo su esplendor la impresionante imagen de los realistas en la grada en uno de los fondos. Durante el partido se les escuchó animar mucho, sobre todo porque el juego de los txuri-urdin silenció a la parroquia local. Celebraron a lo grande recuperaciones y carreras épicas para presionar, así como las combinaciones eternas con las que los suyos bailaron a todo un Benfica. La celebración del gol, acompañada del Dale Cavese con todos de espaldas, resultó impresionante, al igual que la ovación que se llevaron Kubo, Barrene y Mikel Oyarzabal al ser sustituidos. 

Al término del encuentro los jugadores se acercaron a celebrarlo con ellos, pero el problema es que se encontraban en el anillo superior, por lo que no pudieron hacerlo demasiado. Después se retiraron a los vestuarios para respetar la despedida con sonora pitada al Benfica para volver a saltar al terreno de juego unos minutos más tarde, ya con el resto del campo vacío. Bastante feo el detalle de la megafonía al no quitar una atronadora música precisamente para acallar la música de viento dedicada a sus jugadores. En ese momento los hinchas repitieron el Dale Cavese, con los jugadores abrazados y bailando de cara mirando a la grada: la comunión entre equipo y afición resultó una vez más perfecta. 

Lo cierto es que los aficionados tenían bastante prisa por abandonar el estadio debido a que el día había sido largo y la gran mayoría estaban calados hasta los huesos. Además llamaba mucho la atención la gran cantidad de niños que acudieron, que sin duda vivieron una jornada que no olvidarán jamás, pero que también pasaron por momentos duros e incómodos que se haber evitado. Para otros muchos, la noche lisboeta se les quedó corta e incluso llegaron a ver amanecer. 

En lo que respecta al equipo, en cuanto Turpin señaló el final del choque, ya estaba pensando en la visita del domingo al Rayo, por lo que la prioridad era que descansaran lo máximo posible

Regreso a casa

Miércoles. Lisboa volvió a despertar soleada. Tras la tempestad meteorológica y futbolística debido al recital blanquiazul, llegó la calma. Los camareros del hotel, reconocidos seguidores sportinguistas, sirvieron con la mejor de sus sonrisas el desayuno a los medios de comunicación. Ya sin tráfico, con las calles principales bastante despejadas, la expedición realista ha llegado sin problemas al aeropuerto lisboeta. Ahí estaban los ilustres Luis Miguel Arconada, Bixio Gorriz, Xabi Prieto e Imanol Agirretxe, que huyó con rapidez del papel de leyenda que le habían asignado para vestir de chándal y estar con el equipo de la Youth League, que vendió cara su derrota con dos jugadores menos ante una de las mejores canteras del mundo.

A Prieto le ha caído la pregunta típica que siempre se hace a Zamora y que suele provocar que no aguante la risa al creer que sería titular indiscutible también hoy en día: “¡Pues claro que sí!”, ha contestado entre risas el donostiarra que la verdad es que parece más en forma que cuando llevaba la 10. Gorriz se felicitaba por el nivel que viene mostrando con los veteranos: “Le sacamos, mete tres goles, y luego empezamos a tener minutos los demás. Está como una moto”.

Jokin Aperribay, por su parte, ha escuchado con paciencia y atención las reiteradas quejas de los periodistas porque, una vez más, les habían hospedado muy lejos del centro de la ciudad, con todos los problemas adicionales y colaterales que genera. Además ha reconocido estar preocupado por lo sucedido en los accesos al campo con la afición. 

Casualmente, en una de las puertas cercanas a la del avión de la Real, ha aparecido en modo casi incógnito al pasar casi inadvertido, Roberto Martínez, actual seleccionador luso. Abordado por NOTICIAS DE GIPUZKOA, el técnico comentó: “Imagino que estaréis muy contentos. Juega muy bien la Real”. Además de interesarse por la situación de André Silva: “Es un futbolista muy interesante para nosotros. Estamos pendientes de su evolución”. 

Aterrizaje y entrenamiento

El vuelo en el que viajaba en el equipo (había dos, en el otro estaban la expedición de la Youth League y muchos familiares de jugadores, además de patrocinadores) ha salido con 40 minutos de retraso, muchos de ellos esperados en una de las pistas del aeropuerto. Finalmente, el avión ha tomado tierra en Pamplona cerca de las 15.00 horas, para proseguir ya por carretera el camino a casa. La plantilla se entrena a las 16.00 horas, sin tiempo para perder de cara a buscar una nueva victoria ante el Rayo. 

La sensación generalizada es que la Real ya ha naturalizado su triunfal trayectoria y sus protagonistas son a los que menos les impresiona el hecho de haber dejado hundido a tres rivales y, por ende, de haberse convertido de largo en el mejor equipo de la presente Champions en el ecuador de la fase de grupos. Próxima estación: Benfica en casa, el miércoles 8 de noviembre, a las 18.45 horas. Primera bola para certificar de forma matemática una clasificación inmaculada con la posibilidad de levantar el pie en las dos últimas jornadas. Una cosa de locos.