Roberto Olabe siempre suele defender que las cesiones son una operación interesante para un club como la Real, ya que muchas veces son buenas oportunidades para hacerse con jugadores que, en teoría, no están al alcance de sus posibilidades. Lo explicó de manera contundente y bastante convincente el director de fútbol al cierre de la ventana de verano del mercado: “La Real va creciendo y busca las fórmulas para ser sostenibles. Tierney y André Silva son cesiones, como Rafinha, Theo Hernández, Martin Odegaard… Es una herramienta que la vamos a tener siempre presente. Hay jugadores que son inabordables desde la perspectiva de lo que es la Real hoy. Queremos seguir madurando, construyendo, tener credibilidad para que jugadores de este tipo nos sigan diciendo sí y nos consideren un club aspirante. La cosa no cambia demasiado con opción de compra o no, la cesión la tenemos como una herramienta de trabajo para llegar al rendimiento y seguir creciendo”.

Como suele repetir Jokin Aperribay, las notas se ponen a final de temporada y los cinco refuerzos de Champions tienen indiscutiblemente posibilidades de triunfar y completar un buen año en Anoeta. Como venimos informando, la aportación del repoker de incorporaciones es claramente insuficiente, puesto que Hamari Traoré es el único que se ha asentado en el once, a pesar de haber dejado muchas dudas en defensa. Y, también es verdad, que no haya tenido competencia porque Álvaro Odriozola no tiene continuidad no ya para jugar, sino para entrenar, y Aritz Elustondo ha estado mucho tiempo lesionado.

Se podrán debatir y discutir el nivel de los recién llegados y si había opciones más interesantes, pero el poso que ha dejado el mercado de verano de la Real es, cuanto menos, de bastante incertidumbre. O, al menos, han sido movimientos más arriesgados de los que no tiene acostumbrada esta dirección deportiva. De los cinco refuerzos, dos de ellos, Kieran Tierney y André Silva, han aterrizado cedidos hasta el mes de junio. Con el portugués se incluyó una opción de compra que ronda los 15 millones de euros, mientras que con el escocés finalmente la Real abandonó su intención de rascar una opción, ya que el Arsenal no bajaba de los 25 millones de euros, una cantidad que jamás se plantearía abonar.

Como defiende Olabe, lo que se busca cuando se trae cedido a jugadores de talla internacional es encontrar un rendimiento por la simple razón de que el reloj corre desde su llegada y el final de su vinculación se encuentra casi al doblar la esquina.

Por este motivo, sorprende bastante que hayan depositado la responsabilidad de apuntalar su ataque en un futbolista que se presentó en Donostia con una lesión muscular que sufrió en mayo. Periodistas de Sevilla, donde jugó una temporada, advertían a este periódico que se trataba de un jugadorazo, pero con un historial de lesiones bastante importante (los datos tampoco son tan dramáticos). Las desconfianza se disparó cuando en su presentación señaló que era la “primera vez” que se había roto (las hemerotecas lo desmienten). Todo invitaba a pensar que lo más preocupante no era la grave lesión muscular que le había tenido casi cinco meses alejado de la competición sino la que estaba por llegar. Y en el entrenamiento del lunes, cuando quien más o quien menos confiaba incluso que pudiese entrar directamente en el once ante el Mallorca, sufrió una rotura en el sóleo, una zona peligrosa propensa a la recaída. Otro mes KO, como mínimo.

En cambio en el caso de Tierney, un futbolista explosivo de carreras potentes y largas, su expediente médico es aparatoso y llama poderosamente la atención. Incluso Imanol le estaba protegiendo al ser consciente de que corría el peligro de romperse, por lo que no acabó ningún encuentro antes de romperse en el derbi. Todavía le quedan bastantes semanas para volver a entrar en la lista. Lo normal es que no vuelva hasta después del parón de noviembre. Una pena porque son dos jugadores que estaban llamados a dar un salto de calidad al equipo