ste es un diario guipuzcoano en el que toca hablar de la Real. Solo de la Real. Y enseguida lo haremos. Resulta muy difícil, sin embargo, mirar a lo de ayer jueves en Turín y disociarlo de lo del martes en Barcelona. O de lo del miércoles en Sevilla. Los txuri-urdin fueron vapuleados por el Manchester United. Hubo en sus filas actuaciones pobres. Se tomaron desde su banquillo decisiones que no favorecieron. Pero, muy por encima de si este anduvo mal o de si aquel se confundió, queda la sideral distancia que ahora mismo separa el fútbol de la Liga del de los gigantes europeos. Es una cuestión física. De ritmo. Y tiene bemoles la cosa. Porque ese ritmo es lo que busca los domingos la misma Real, lo que le hace fuerte en el campeonato y le permite marcar la diferencia ante la mayoría de sus adversarios domésticos. Aplicada la receta en el panorama continental de más alta alcurnia, mientras, el sopapo de realismo (realismo de realidad) nos sitúa todavía muy lejos de poder mirar a la cara a la aristocracia inglesa o alemana, por ejemplo.

El Madrid campeón de la 2019-20 se la pegó con todas las de la ley frente al City cuando cruzó los Pirineos. El actual líder, el Atlético, encajó este mismo curso un sonrojante 4-0 en Múnich, dos meses después de caer eliminado por el Leipzig en la Champions exprés del pasado verano. El Barcelona remonta el vuelo en la Liga modernizando su propuesta y corriendo como hacía años que no corría, pero el PSG ya se ha encargado de ponerle en su sitio. Y algo similar ha ocurrido esta semana con el muy buen Sevilla de Lopetegui, firme en el campeonato y maltratado hace dos días por la electricidad del Dortmund. ¿La Real? El nuestro es quizás, de los clubes de la Liga, el que más mira a lo que ocurre más allá de sus fronteras, en cuanto a modelo y en cuanto a propuesta. Trata de acercarse a las tendencias más globales, describiendo una trayectoria que le está aportando buenos resultados. Pero sabemos ya que nuestra situación en ese camino que recorremos con acierto es mucho más retrasada de lo que pensábamos. ¿Qué hacemos ahora? ¿Seguimos hacia adelante o nos damos media vuelta? Este equipo merece un voto de confianza y que le apoyemos en su apuesta por la primera opción: continuar.

El debate hoy residiría en cuál debe ser la actitud durante este trayecto de crecimiento. Puedes avanzar recibiendo los golpes a pecho descubierto. Y también puedes abrirte paso desde un mayor equilibrio, siendo fiel a una identidad pero protegiéndote igualmente cuando caen chuzos de punta. Anoche, solo habían transcurrido tres minutos de partido y ya estaba más que claro que el panorama era de chubascos torrenciales. Pues bien, la Real decidió bailar bajo la lluvia y aceptar un cuerpo a cuerpo a campo abierto que, por mucho que las tuvieran Januzaj e Isak, no presagiaba nada bueno. Cero rastro del equipo más pragmático que ganó en Bilbao o en Getafe. Y mil señales apuntando a la idea atrevida y expuesta que implica el plan A txuri-urdin. Cuando Silva saltaba a la presión en paralelo a Isak, nos cogían por dentro. Cuando era Januzaj quien apretaba al central, nos enganchaban por fuera. El denominador común de ambas situaciones dibujaba finalmente a un lanzador, libre de marca, sirviendo en profundidad a la espalda de la zaga. Fue una auténtica sangría. Duele solo de recordarlo.

Para ser justos y hacer un análisis completo de lo de ayer, conviene al menos citar el inconveniente de la lesión de Aritz, nuestro zaguero que mejor defiende esas jugadas que tanto penalizaron. Imanol pensó en un partido. Diseñó un guion. Pero uno de los actores protagonistas se le cayó del reparto sin tiempo para cambiar nada más. Afectó el contratiempo, por supuesto que sí. Pero aquí se hace igualmente recomendable volver a mirar a las cosas con perspectiva, y reconocer que el relevo forzoso de última hora no puede explicar todo lo que sucedió en Turín. Los motivos del varapalo son mucho más profundos y hablan de la tremenda sima abierta entre los clubes de la Liga, anclados hasta hace nada en el poder de la técnica, y los grandes de Europa, que ponen ritmo y físico al servicio del balón. Me consta que en la Real son conscientes de lo que hay y de que trabajan para reducir semejante distancia futbolística. Solo espero que verse así de zarandeados no les desvíe el punto de mira. Se trata, más bien, de reparar las averías, pensar en cualquier tipo de mejora para el motor, cargar los depósitos de gasolina y tirar millas al frente, quizás reduciendo un pelín la velocidad. Más lentos pero más seguros.