Zaragoza. La frase es más vieja que la bahía de La Concha pero sirve para ilustrar las actuaciones de esta Real. El cementerio está lleno de valientes como lo es este equipo, que en su regreso a Primera se siente capaz de vencer casi todos los partidos que disputa. Por un lado es un placer comprobar la ambición y el talento que atesoran sus jugadores ofensivos, casi todos formados en su cantera de Zubieta, pero no se puede despreciar el hecho de sumar un empate en los partidos. Sucedió ante el Valencia en el último partido del año y se repitió ayer en Zaragoza, cuando un tanto de Braulio en el minuto 89 tiró por la borda todo su trabajo. Lo grave no es la acción del gol definitivo, sino que la Real se encontraba ciega al creer que iba a llevarse los tres puntos. No se puede comprender cómo en el último cuarto de hora ninguno de los realistas demostrase la capacidad de síntesis suficiente para serenarse y aguantar como sea un botín interesante como es un punto fuera. El partido estaba enloquecido, con un Zaragoza desquiciado en busca de una victoria que necesitaba como el comer, y los realistas no paraban el juego en ningún momento. Es más, varias faltas a favor que tuvieron las sacaron mientras algún compañero se encontraba tendido en el suelo.
El tema es preocupante, porque se repite en demasiadas ocasiones y las derrotas acumuladas de esta manera tan dolorosa pueden borrar el gran regreso a la elite del equipo para meterle en urgencias. Y sabemos de sobra que cuando llega la necesidad, todos los equipos y los jugadores responden de manera muy diferente a la que lo hacen cuando transitan en una ola buena.
Hasta el minuto 30, cuando Bertolo escandalosamente solo cabeceó por encima del larguero de Bravo un córner, parecía que los dos equipos se habían intercambiado los papeles que habían representado hasta ahora en la Liga. La Real estaba haciendo justo lo que era evidente que debía evitar en el estadio del angustiado colista. Los donostiarras se mostraban desconocidos y ofrecían la sensación de ser ellos los que se presentaban en el envite con urgencias casi terminales. Incapaces de dar un pase hacia delante, imprecisos, miedosos, sin ideas ni concentración y con una defensa frágil como la de un firme candidato al descenso, los de Lasarte estaban siendo ampliamente superados por un Zaragoza que se estaba aprovechando del partido más fácil en lo que lleva de temporada. Si a priori una de las claves del choque podía estar en aguantar los primeros minutos para tratar de emponzoñar el ambiente de una grada impaciente con los suyos, todo cambió a los nueve minutos, cuando Sinama puso el 1-0 en el primer acercamiento local. La jugada tiene historia, porque viene precedida de un fuera de juego flagrante de Jorge López que el colegiado no señaló porque el balón lo cortó De la Bella. Pero el zaragocista, desde su posición ilegal, forzó un despeje fallido, el balón le llegó a Ponzio que sirvió al goleador, el cual, antes de cruzar su disparo a la red, superó con una facilidad pasmosa a Mikel González.
Lo dicho, diez minutos, y toda la teórica superioridad con la que se presentaban los blanquiazules yacía en cenizas en el césped de La Romareda. El tanto y la endeblez de los centrales vascos espolearon a los de Aguirre, que crearon más de cuatro oportunidades nítidas para marcar, dos en los pies del propio Sinama, que conectaba constantemente con Herrera, y otra en los de Ponzio.
El partido tenía una pinta horrible, hasta que en el minuto 32 Teixeira Vitienes, sin querer, volvió a colocar todo en su sitio. El colegiado recuperó el segundo balón de la noche para los realistas, labor en la que solo le ayudaba hasta ese momento Markel, Llorente condujo, tocó hacia Zurutuza, que dejó pasar el esférico con la maestría de los cracks, y Prieto conectó un disparo raso perfecto con el que superó a Leo Franco.
El resumen en ese momento era claro: sin hacer nada, la Real tenía el partido en una situación más que interesante para intentar incluso ganar y antes del descanso la mejor ocasión fue suya, en un disparo cruzado de Griezmann, que se precipitó al tener la posibilidad de forzar más la acción sin oposición en el área.
Pese a que los presagios eran más que halagüeños para el segundo acto, la reanudación volvió a resultar decepcionante. El Zaragoza generó de nuevo peligro con excesiva facilidad en una falta inexistente lanzada por Paredes y en dos remates de Herrera y Jarosik.
Con el duelo con mal color de nuevo, apareció por fin la calidad de los jugadores ofensivos blanquiazules. Y no lo hicieron de casualidad, sino que fue Markel quien dio al interruptor con garra y empuje en un centro del campo en el que se partió la cara con todos. Un disparo cruzado de Zurutuza despejado a córner por Franco sirvió para abrir la caja de Pandora del talento txuri-urdin.
En los diez minutos siguientes, los guipuzcoanos dispusieron de hasta cuatro buenas oportunidades creadas en contragolpes que podían ponerse de ejemplos en los manuales de fútbol. Griezmann y Tamudo fueron los que más cerca estuvieron de anotar una segunda diana que hubiera resultado definitiva.
El Zaragoza, con más corazón que cabeza, también soñaba con el triunfo, aunque la mayoría de sus ataques concluían en piscinazos dentro del área en los que nunca creyó Teixeira Vitienes. El colegiado sí se mojó en la jugada clave del duelo, al anular un gol de Zurutuza tras una falta más que discutible de Elustondo en el salto. El beasaindarra se confunde al poner las manos, pero no parece cometer ninguna acción punible.
Con el partido completamente abierto, como el del recreo de cualquier patio de colegio, llegó el tanto de Braulio, que lleva camino de convertirse en una de las peores bestias negras de la historia reciente txuri-urdin. En el descuento, Tamudo cayó en el área claramente agarrado, pero parece muy difícil, por no decir imposible, que a la Real le piten un penalti así lejos de Anoeta.
Los de Lasarte llevan tres derrotas seguidas y su colchón sobre el descenso se queda en nueve puntos. Su situación continúa siendo buena, pero tiene que despertar ya porque los problemas y los temores hacen cola detrás de la puerta. Insisto, los empates, aunque parezcan escasos en el momento, terminan sirviendo de mucho. Y si no, hagan un repaso de lo que permitió a la Real mantenerse en el liderato en la segunda vuelta de la pasada campaña.