Miguel Quintana (Madrid, 1990) pasea por el centro de Donostia y es reconocido por numerosos ciudadanos. Se lo debe a sus actuales labores periodísticas en DAZN (comentarista de la Liga) y en Radio Marca (conduce por las tardes La pizarra de Quintana), pero también a una peculiar trayectoria profesional, menos conocida, que relata en su primer libro: dejó la facultad antes de terminar la carrera, se hizo mayor en Ecos del Balón, subió como la espuma con su canal de YouTube, presentó Mister Underdog y emergió así en medios más comunes, generándose un público fiel que le acompañó este jueves en la Fnac de San Martín. Allí presentó Diario de un periodista deportivo, y contestó también a preguntas sobre la Real Sociedad.

Miguel, nuestra profesión no tiene buena fama precisamente...
Dice Axel Torres que los periodistas deportivos somos los nuevos árbitros (risas). Pero bueno, tampoco vamos a renegar de nuestra profesión, ¿no? Además, creo que en este mundillo convivimos periodistas de todo tipo, lo que pasa es que muchas veces se generaliza con nosotros, algo que nos debería servir de lección, porque nosotros mismos también generalizamos con otras cosas. Respecto a mi labor en concreto, siempre he llevado a rajatabla que yo sólo me represento a mí mismo y a nadie más: ni al gremio, ni a las empresas que me pagan, ni a la gente que me rodea. A partir de ahí...
¿Qué quiere añadir?
Joder, pues que los periodistas deportivos no resultamos tan importantes. Se habla y se critica lo que decimos, nuestras opiniones, nuestro trabajo, pero no desarrollamos una actividad imprescindible. Sí lo puede ser la de compañeros que informan sobre otras cosas. Pero nosotros... Nosotros sólo ejercemos de intérpretes entre el aficionado y la actualidad: un partido, una competición, la rueda de prensa de un entrenador... Claro, esto que te estoy contando ahora puede chocar con el hecho de haber escrito un libro sobre mí mismo, pero en Diario de un periodista deportivo cuento una historia cuyo protagonista, yo, es lo de menos. Lo importante es la propia historia.
Anime a la gente a que se sumerja en ella.
Yo no he escrito un diario en mi vida. No era uno de esos niños que apuntan sus cosas. Pero el libro viene a significar una especie de diario porque resulta una crónica de mis últimos 15-20 años, redactada además durante una temporada, la pasada 2023-24, que tiene también sus pasajes temporales. Por eso escogí incluir “Diario” en el título. Me han dicho que se lee fácil y que se hace ameno. Creo que se trata de la mejor crítica posible.
Es un diario, no un manual sobre cómo crecer en la profesión.
No es un manual porque no existe manual posible al respecto. En la historia que cuento no han influido sólo mi persona, mis capacidades, mis virtudes y mis defectos. También han jugado un papel importante la gente que he conocido, la época en que nací y las oportunidades propias de aquella época. Si ahora en 2025 volviera a tener 18 años, no podría iniciar la senda que estoy recorriendo, porque las circunstancias y el contexto son diferentes. Como te decía, el libro no pretende ser un manual, y sí reflejar mi proceso, con sus porqués.
Desarrólleme esto último.
Creo mucho en los procesos. Confío en ellos. Pienso que, si analizas de antemano el porqué de las cosas y trazas un camino, todo va a tener un sentido. Luego puedes triunfar o fracasar, porque muchas veces la vida es cuestión de centímetros, igual que el fútbol. Pero lo importante del libro, más allá de la posición que he alcanzado, es el modo en que relato todo el proceso previo. Ahí sí siento que Diario de un periodista deportivo puede ayudar a que cualquiera, adaptando lo que cuento a sus propias circunstancias, se deje guiar por determinadas decisiones o puntos de vista que adopté en su día.
¿Se dirige sólo a periodistas deportivos en potencia?
La idea es que el libro sirva a esos periodistas deportivos en potencia, claro que sí, pero también ha gustado a gente que desarrolla trabajos muy distintos y que pertenece a generaciones más avanzadas.
Hablando de generaciones... La suya es la de los ‘Panenkitas’.
Sí, ahora está de moda llamar a alguien Panenkita por ver fútbol.
Pues yo le hago esta entrevista horas después de ‘tragarme’ un Valladolid-Celta.
Claro, porque es tu trabajo. El Valladolid viene a Anoeta y tu punto de vista sobre el partido va a resultar más rico. ¿En qué momento se estigmatizó el querer saber más? No tengo ni idea, pero mal vamos por ahí...
El juego frente al morbo
Decía Lillo que la guarnición se está comiendo al solomillo.
Ya, y dice mucha gente que el fútbol no vende, que sólo vende lo de alrededor, pero yo discrepo. Siempre me he centrado en el juego, en lo futbolístico, y no he parado de crecer desde que empecé en la profesión.
Lo hizo en ‘Ecos del balón’.
Aquel proyecto fue mi Zubieta, mi cantera, una iniciativa maravillosa, contracultural, en la que se producía un contenido top.
Corroboro lo del contenido top. Y le pregunto por ese concepto de “contracultural”.
Ecos nació contracultural porque sus inicios coincidieron con la época del Barcelona-Madrid, del Guardiola-Mourinho y del Messi-Cristiano. Por aquel entonces, estabas conmigo o contra mí, y nadie hablaba de fútbol. Bueno sí, la gente sabía que Guardiola quería el balón y que Mourinho contragolpeaba. Pero nosotros quisimos ir más allá y gozamos con aquella época de los cuatro Clásicos consecutivos: muchos aficionados no los disfrutaron porque se contaminaron con su vertiente más tóxica, pero fueron todos auténticos partidazos. Con sus ajustes tácticos, con sus cambios...
Pues eso, el solomillo.
Ojo, que también te voy a decir otra cosa. Mi labor profesional se basa en resaltar y analizar el fútbol, pero un solomillo sin su salsa y sin sus patatas puede convertirse en un zapato, ¿eh? Dar preponderacia a la carne es compatible con comerte lo demás.
En un capítulo de su libro explica por qué no habla de árbitros.
A ver, yo no tengo problemas en decir lo que veo. Cuando comento un partido en DAZN y hay una jugada que me parece penalti, lo expongo. Pero también me resisto a situar el arbitraje en el centro de todo, porque en realidad el consumidor no me está pidiendo análisis arbitral, y sí que le dé la razón. La mayoría de las acciones polémicas resultan interpretables y yo no voy a conseguir, por mucho que lleve a mi programa al mismísimo Pierluigi Collina, convencer a un hincha que se siente perjudicado.
¿Me permite un pequeño ‘spoiler’? La Real aparece en ‘Diario de un periodista deportivo’.
Sí. Salí con una chica txuri-urdin. Luego la Real fichó para su organigrama a mi compañero Abel Rojas. Yo también tuve alguna opción de entrar en el club. Y finalmente se me presentó la oportunidad, a través de Yon Cuezva, de aportar desde Madrid una visión diferente sobre el equipo, en Radio Marca Donostia. Súmale a todo ello que, gracias a Gorka Otxoa, tengo en casa un trozo de la red del gol de Oyarzabal en La Cartuja.
¿Repetirá el equipo txuri-urdin en la final esta temporada?
Creo que no, y no te lo digo por el Madrid ni por la dificultad de la empresa, sino por la propia Real, que no se encuentra en ese punto necesario. Si tú no estás bien, el Madrid no perdona. Pero lo de Europa sí que lo veo...
¿Habrá sexto billete consecutivo?
A la Real le quedan diez partidos para, enfocada ya en el campeonato, remontar puntos a rivales peores que ella. Es cierto que percibo cierta erosión en el equipo. Pero, al mismo tiempo, veo que los futbolistas creen en el entrenador y que, más allá de las grietas existentes en lo futbolístico, van a unirse en pos del objetivo. A esta Real le ha costado responder cuando determinados adversarios le han subido el listón de la exigencia. Sin embargo, la propia Real es capaz de hacer ahora exactamente lo mismo con Celta, Mallorca o Rayo Vallecano.