La suerte está echada. CAF afronta un miércoles decisivo con la reunión del consejo de administración del SNCB/NMBS, la sociedad pública ferroviaria de Bélgica. Sobre la mesa, la resolución del denominado Contrato del siglo, reafirmar o no a la empresa guipuzcoana como socio preferente para un contrato con un valor que parte de casi 1.700 millones de euros y puede llegar a los 3.400 si se completa la producción de 600 trenes AM30 destinados a la red regional.
El culebrón, tan chovinista como difícil de entender en esta Europa que dice ser comunitaria, arrancó a comienzos de marzo, cuando se hizo público que la SNCB eligió a CAF como socio preferente para este contrato.
El proceso de licitación de carácter europeo comenzó con el anuncio en 2022 y retrasarlo puede provocar que la SNCB sea incapaz de cumplir el objetivo de renovar más de la mitad de su flota para 2032.
Una nueva licitación con los criterios que Alstom, algunos dirigentes políticos y sindicatos quieren que se tengan en cuenta retrasaría esa renovación entre cuatro o cinco años, lo que se traduce en un incremento de los costes de mantenimiento de los trenes actuales (algunos van camino de los 50 años) y su consumo energético.
Habla la sociedad pública: la mejor oferta, CAF
Su oferta técnica era mejor que la de sus competidoras, Alstom y Siemens Mobility, y la sociedad pública se decantó por la empresa guipuzcoana pese a ser su propuesta 107 millones superior. El dinero de la oferta no lo era todo: la oferta de CAF, señalan fuentes conocedoras del proceso, puede permitir ahorros futuros a la SNCB.
Primero Alstom, con una carta a representantes políticos, y luego los sindicatos empezaron a generar una tormenta pública con el objetivo de que el consejo de administración se desdijera. Ahí llegó la judicialización del expediente, un paso esperado por CAF, incluso la resolución del Consejo de Estado, una suerte de tribunal contencioso-administrativo.
Alstom, con una planta en Brujas y otra de alta tecnología en Charleroi, agitó el fantasma de despidos masivos en la primera de ellas, con carga de trabajo hasta febrero del próximo año. Los sindicatos como ACV-CSC-Metea, una confederación cristiana de sindicatos textiles y del metal, pidieron a los empresarios que dieran esquinazo.
Por qué CAF: la SNCB se defiende
La respuesta de la SNCB evitó nombrar a la compañía francesa, pero fue clara y meridiana para quien quisiera entender. En primer lugar, advirtió de algo básico: en una licitación de carácter europeo no se pueden poner trabas a empresas de otros países (de hecho, Alstom, pese a tener plantas en Bélgica, es francesa; y Siemens, alemana).
Y en segundo lugar, la sociedad pública avisó de que no todo era la oferta económica, y que había otros criterios que hacían de la de CAF una oferta “mejor en lo cualitativo”: “Una oferta de mejor calidad podría, por ejemplo, reducir los eventuales problemas a la hora de ejecutar y cumplir el contrato”.
Alstom y Siemens Mobility optaron por llevar el expediente a los tribunales, un gesto que sorprendió a pocos porque suele ser habitual en contratos de semejante volumen e importancia. Tocaba esperar.
Doble análisis independiente: la mejor, CAF
Primero el auditor (el fiscal) y luego la propia sala recomendaron a la SNCB que detuviera el proceso. Como consecuencia de este fallo, basado en que al Consejo de Estado le faltaba información de cómo había desarrollado la SNCB su deliberación a favor de CAF, la sociedad pública encargó un doble análisis sobre el proceso de elección.
Y esa documentación llegó al consejo de administración de finales de junio. Una empresa independiente valoró las tres ofertas y concluyó lo mismo que la SNCB: la oferta global de CAF es la mejor de acuerdo a los criterios de licitación.
Guerra política: 'donde dije digo’...
Aun así, varios partidos políticos que dieron luz verde a CAF en febrero (la elección de mejor postor fue por unanimidad) se echaron atrás, cedieron a las presiones sindicales y empresariales, e incluso convirtieron el tema en materia de guerra política entre partidos.
El ministro de Movilidad, Jean-Luc Crucke, se desquitó de la presión (algunos partidos apelan a él porque en virtud de su posición puede revertir una decisión de la sociedad pública) e hizo una declaración sincera en una entrevista.
Si se quería fomentar la producción local, la única manera de hacerlo en el marco de la legislación europea (no olvidemos que este concurso es a nivel europeo) era puntuar a quien tuviera centros de producción cercanos por aquello del medioambiente. A su antecesor en el cargo, el ecologista Georges Gilkinet, le recordó que no impulsó esta cláusula en la licitación: “Que un ministro verde olvidara esta cláusula resulta un poco cómico”.
Medioambiente, Palestina… Todo vale
Hubo quien quiso mezclar a CAF con el genocidio israelí de Palestina por su participación en un proyecto del tranvía de Jerusalén, si bien el propio Crucke recordó que Alstom participa en proyectos con el Estado hebreo y que la propia Bélgica mantiene relaciones diplomáticas y comerciales con Israel.
Todo valía para engordar una salsa con el objetivo de que la reunión del consejo de administración en junio no optara por CAF. Así lograron posponer a este miércoles la toma de decisión, que venía avalada primero por el análisis propio y después del fallo del Consejo de Estado por el análisis independiente.
Una reunión que no debía existir, no al menos con este punto en su orden del día, porque la decisión tenía que haber quedado certificada en la anterior reunión del consejo de administración del SNCB. Bien estará la jornada si termina con el refrendo a lo que nunca debió alargarse.