¿Cómo surgió Txikijazz en 2013?

Surgió porque veíamos que nuestro público de las tardes, aunque hay de todo, era bastante familiar. En esa época, además, se dio un boom entre los festivales de dedicar un apartado a los más pequeños de la casa. Teníamos los medios, los escenarios, los músicos y al público, y nos lanzamos. En un inicio tenía un corte más pedagógico. Queríamos enseñar lo que era el jazz y sus orígenes.

Eso cambió.

Con el tiempo nos dimos cuenta que los niños no necesitan que les digan de qué va esto. Se ponen delante de un concierto y disfrutan y ya está, esa es la gozada de este festival. Huimos de intentar reinfantilizarles. Los niños enseguida dan a entender si les gusta o no y, si la música es buena, conectan. Para la tercera edición, el Txikijazz adquirió el modelo que se mantiene hasta la fecha.

¿Cómo trabajan con los grupos?

A las bandas del Jazzaldia, a las que más apropiadas nos parecen, les lanzamos la propuesta de hacer una sesión familiar y, generalmente, todos se muestran encantados. Se hace fácil, pero también es complicado, porque hay que saber elegir las mejores propuestas.

También ofrecen talleres.

Los objetivos han cambiado desde el inicio. Ahora lo que queremos es buscar un espacio en el que las familias se sientan cómodas. La música es lo fundamental, pero también hacemos actividades paralelas. Hay niños que se quedan clavados mirando y escuchando, que es una manera de vivir la música; hay otros que bailan y los hay también que necesitan otro tipo de aliciente. Por eso creamos los talleres que hemos venido programando. En un inicio también organizabamos muchos más, pero también vimos que lo que nos importaba era la música, su trasmisión y que los chavales sean la cantera del futuro Jazzaldia.

¿Las familias repiten?

Sí, repiten. Eso sí, si algo dejamos siempre claro es que Txikijazz no es una guardería en la que dejar al niño, es una experiencia para que se disfrute en familia.

¿Txikijazz es ya una actividad consolidada?

Después de trece años, Txikijazz es un apartado más de la programación del Jazzaldia, como pueden ser los conciertos en San Telmo, JazzEñe en el Victoria Eugenia u otras cosas. Hemos ido probando distintas fórmulas. Hay espacios que seguimos manteniendo y otros que hemos desestimado. Personalmente, me gusta que Txikijazz termine en las terrazas del Kursaal. En las últimas ediciones hemos sumado Chillida Leku, que es un lugar que las familias agradecen mucho, un lugar libre y en el que los niños se pueden mover. Además, ponemos facilidades para ir y venir de Hernani.

También han solido repetir en los espacios de Kutxa Fundazioa en Tabakalera.

Este año habrá un cambio, se desarrollará en la Plaza (junto a Taba) debido a las obras en dichos espacios de Kutxa Fundazioa.

¿A las bandas que participan en Txikijazz les piden adaptar su repertorio?

Los grupos se eligen con cariño y vemos su repertorio. Siempre tenemos en cuenta la calidad, por supuesto; también que parte sea en euskera. Siempre se les explica que tendrán dos bolos, uno para los adultos y otro para los niños, y ellos acaban adaptándose. Recuerdo a Ray Gelato y Claire Martin, que acabaron tocando y bailando entre las familias. Creo que el público infantil, si algo le gusta, es incluso más agradecido que el adulto, muestra su entusiasmo más fácilmente.

Trece años es casi una generación. Alguno chaval que asistiese a la primera edición, quizá haya dado el salto ya a la programación de adultos.

Yo no me atrevo a ponerle una edad por arriba al Txikijazz, pero es cierto que a los doce años se encuentran en ese límite en el que ya no quieren hacer un plan así en familia. Aún así, creo que este año en Bulego, programado en el Jazzaldia, vamos a ver muchas familias, como ya las vimos el año pasado con Izaro. Pero más allá de eso, el Festival de Jazz es abierto a todo tipo de público y también encontramos familias en otro tipo de conciertos. Yo creo que sí, que jóvenes que en su día fueron a Txikijazz han acabado de público en el Jazzaldia.

Siempre se ha dicho que la mejor manera de acceder a una música, es mediante los directos.

En casa te pueden poner música e intentar inculcar la cultura. Los padres influyen, aunque luego cada uno elija sus preferencias. Eso sí, siempre queda algo. Pero en un directo es donde más se disfruta. Es muy distinto escucharlo en casa, en unas circunstancias determinadas. Aunque es cierto que hoy en día parece que ya no nos sentamos a escuchar música, sino que es algo que está ahí, de fondo. En un directo se dirige la atención al concierto, aunque proliferan otras problemáticas como la de los móviles. Aún así, tengo la sensación de que en Txikijazz el público es más respetuoso. Los padres y las madres acaban asumiendo que también es su momento y se centran en esuchar, también como parte de su pedagogía.

Y los niños, ¿mantienen la atención?

Sí, sí. Como en todo, hay quien no está hecho para eso. También es cierto que nosotros les damos libertad absoluta. ¿Que alguien quiere expresarse corriendo alrededor? Está bien, al igual que está bien aquel que se queda sentado atónito ante lo que ve. Lo importante es que se respete la música y que se vea el trabajo de los músicos en el escenario.

¿Cómo va a ser la 13ª edición de Txikijazz?

Comenzará hoy y durante cinco días habrá cinco conciertos distintos en cuanto a estilos. Empezaremos este miércoles en la Plaza de Tabakalera con la Old School Funky Family, una banda de Baiona superdivertida. Llevan casi dos décadas actuando y tienen más de 300 conciertos a sus espaldas. Además, tienen un proyecto estéticamente dirigido al público familiar.

En la Plaza de Tabakalera también actuará Irati Bilbao, pero mañana.

Es una mujer con una calidad y una voz maravillosa. Cantará temas de su último disco de jazz moderno y algunos standards. Hacerlo en la Plaza nos permitirá algo más de aforo, y además el escenario será circular, lo que permitirá una perspectiva de 360º grados del concierto. Puede ser algo más curioso para los niños.

El viernes y el sábado estarán en Chillida Leku, en las dos únicas sesiones de pago.

El viernes actuará Claire Martin, una de las voces más respetadas a nivel europeo, en formato cuarteto. El sábado, por su parte, será el turno de Arima Soul, el grupo que componen Mikel Makala y Lidia Insausti. Vienen con su neo euskal soul y a presentar su nuevo disco. Con Mikel y Lidia siempre es un gusto trabajar, siempre están dispuestos a todo y conocen bien al público.

Para el último día han dejado a la banda de Amy Winehouse

Tengo muchas ganas de verla. Son los miembros originales, los que la acompañaron hasta el último momento. En principio estaba programada solo para el Jazzaldia, pero cuando les ofrecimos participar también en Txikijazz, se sumaron encantados. Tiene que ser un concierto bonito, aunque creo que en este concierto creo que van a disfrutar más los mayores que los pequeños (ríe). Espero que eso se trasmita también a los niños.

Como comentaba antes, también habrá talleres.

Maushous ha organizado dos jornadas de talleres en Chillida Leku sobre música y arquitectura. Lo imparten con tanto cariño, que la gente suele repetir. Tienen un aforo limitado a 25 familias. También se ofrecerá otra actividad con Yamel Romero, de Musikanaiz, en torno a la música y el movimiento. Kutxa Fundazioa ha organizado sus propios talleres, que se celebrarán en unas salas cerradas en la entrada de Plaza en Tabakalera. El domingo habrá pintacaras, que siempre es un éxito. ¡Suele haber hasta colas! La FNAC, por su parte, hace su aportación a Txikijazz en su tienda de San Martín, en la zona Forum, desde ayer y hasta mañana, con conciertos-taller a cargo de Musikanaiz.