La decisión que el consejo de administración de SNCB ha tomado este viernes de posponer la adjudicación de un contrato de casi 1.700 millones que pueden llegar a 3.400 prolonga los tres meses de tormenta en Bélgica en torno al “contrato del siglo”. Estas semanas de incómoda y sucia guerra comercial se han convertido en una batalla política de primer orden en Bélgica, y que debería ser inadmisible en la Europa del mercado único.

La SNCB elige su opción preferente: CAF

El medio especializado belga Trends avanzó el 4 de marzo que la sociedad pública elegía a CAF como candidata preferente para un contrato de 1.695 millones de euros y que hasta 2032 podía llegar a los 3.400 millones.

El contrato es más que suculento. Los sindicatos calculan una carga de trabajo para 12 años. No es para menos: el relevo de hasta 600 trenes AM30 (regionales que unen ciudades de Bélgica, Norte de Francia, Alemania y otros países del Benelux) es prioritario para la ferroviaria belga. La renovación urge: algunas unidades ya rozan los 50 años de antigüedad.

En primera instancia y vistas algunas reacciones en Bélgica, la propia SNCB (NMBS en sus siglas en flamenco), que nombró a CAF candidato preferente por unanimidad pese a que la oferta de Alstom era 107 millones más barata, emitió un comunicado en el que explicó la deliberación.

La SNCB responde

Ante las críticas por no favorecer la mano de obra autóctona, que es el quid de la cuestión ahora mismo, la empresa recordó un principio comunitario básico: no podía “conceder una ventaja a la producción local, en el marco europeo, bajo ninguna forma, con el fin de atribuir una puntuación más alta a un licitador que, por ejemplo, garantice cierta producción local”.

La legislación europea no lo permite”, recordó la sociedad pública, que desestimó la otra queja de Alstom, a quien recordó que “la SNCB estipuló de antemano en el pliego de condiciones y con total transparencia que la elección se haría en función de la mejor relación calidad-precio”.

La oferta más barata no siempre es la mejor

A buen entendedor, pocas palabras bastan: “La opción preferente no tiene por qué ser la oferta más baja, sino que la diferencia de puntos obtenida por una oferta mejor en lo cualitativo puede compensar la diferencia con una oferta más barata. Esto es lo que ha pasado aquí”. 

Si en el apartado económico la oferta de Alstom era mejor, CAF superó a su competidora en los demás, incluido el cómputo final: 76,3 a 75,9 puntos. 

La SNCB alabó, sin citar, las garantías de la oferta elegida: “Aunque la diferencia de puntos pueda parecer mínima, para la SNCB es muy importante. De hecho, una oferta de mejor calidad podría, por ejemplo, reducir los eventuales problemas a la hora de ejecutar y cumplir el contrato”.

Sede de CAF en la localidad guipuzcoana de Beasain. Redaccion NdG

Algunos partidos se desdicen: arranca la tormenta

La multinacional francesa a través de una carta de su director general en el Benelux, Bernard Belvaux (calificó la decisión de “impactante”) y algunos sindicatos belgas empezaron a moverse. Y parte de la clase política belga, a desdecirse de lo que miembros de esos mismos partidos presentes en la SNCB habían votado en febrero.

Dirigentes como la diputada Maaike De Vreese (N-VA); y el nuevo alcalde de Charleroi —donde Alstom tiene uno de sus dos centros belgas—, Thomas Dermine (Partido Socialista) protestaron. Incluso el ministro belga de Movilidad y Clima, Jean-Luc Crucke (de Les Engagés, gobierna en coalición con el PS), se vio obligado a intervenir para recordar que la elección de mejor postor no significaba la adjudicación definitiva. ¿Templar para ganar tiempo?

La oferta de CAF es la mejor

En una comparecencia parlamentaria, Crucke reconoció que CAF mejoraba en un 4% a Alstom en los criterios técnicos, donde además del precio financiero de la oferta, que incluye la compra del material rodante y el coste de mantenimiento; también contempla las condiciones generales de la compraventa y el calendario de entrega, así como el consumo energético que requieren los trenes. 

El ministro de Movilidad recordó que en un mercado único europeo solo se podía haber mejorado la valoración de las empresas con centros de producción cercanos dando más peso a los criterios medioambientales. La licitación, activada en 2022 con otro ministro (Georges Gilkinet, de Los Verdes, para más señas), no incluyó ninguna cláusula de este tipo...

En el plano laboral, el mayor sindicato de Bélgica, la confederación cristiana ACV-CSC Metea, llegó a reclamar a las empresas políticas “chovinistas” para proteger los mercados interiores y les invitó a que se saltaran la normativa comunitaria: “Hoy en día los consejos de administración se esconden demasiadas veces detrás de marcos legales”.

Alstom y Siemens, a juicio

Junto a la bronca pública, Alstom y Siemens Mobility acudieron al Consejo de Estado. Por vía de urgencia, este tribunal contencioso-administrativo belga paralizó el proceso porque la SNCB no explicó su decisión lo suficiente. De esta manera, SNCB y el candidato preferente interrumpieron el diálogo que debía desembocar en la adjudicación definitiva. 

Alstom protestaba porque su oferta era más barata y la licitación no tenía ninguna cláusula que favoreciera el trabajo local. Recordemos que la sociedad pública belga ya había señalado que las normas habían sido invariables desde el comienzo del proceso: la normativa europea impedía hacer ninguna discriminación como la sugerida.

Calma en CAF

La empresa con sede en Beasain es muy poco dada a hacer valoraciones públicas y se ha mantenido alejada de los focos públicos. Aun así, su hombre visible en Alemania y Benelux, Koen de Clercq, se mostraba a primeros de junio “convencido” de que la ferroviaria belga respetaría “las normas de evaluación actuales”.

La resolución del Consejo de Estado podía ser hasta esperada, a la vista de lo que pasó con otros contratos de CAF en suelo belga, que también fueron judicializados, como recordó De Clercq en las páginas del diario L’Écho: “En nuestro sector, esto no es nada inusual, especialmente en Bélgica”.

En 2017, ganamos la licitación de De Lijn y tuvimos que enfrentarnos al mismo problema: los competidores se habían puesto en contacto con el Consejo de Estado, y la empresa adjudicadora tuvo que ampliar sus explicaciones”, recordó el proceso para la construcción de tranvías para la compañía de transportes de Flandes entre el final de la pasada década y el comienzo de la actual.

La cita decisiva que no lo fue

Recibida la resolución del Consejo de Estado, el órgano superior de administración de la SNCB tenía varias opciones sobre la mesa: mejorar la explicación de su decisión inicial y seguir adelante con ella, renegociar con las tres aspirantes o incluso volver a sacar el concurso, que podría alargar la renovación de los trenes en unos cuatro años.

Con la vista puesta en la primera posibilidad, encargó dos informes independientes: uno técnico y el otro, jurídico. Su resultado llegó a la reunión de este viernes: el proceso para otorgar la mejor valoración a CAF es correcto, como publicó la SNCB en el comunicado oficial. Algunos medios belgas incluso han publicado que la valoración entre ambas empresas (76,3-75,9) habría aumentado.

Pero en la reunión que debía ser decisiva hubo algo más, que la compañía belga nombró como “elementos de motivación adicional”. En otras palabras, representantes de algunos partidos políticos que forman parte del consejo llevaron sus maniobras a la tensa reunión para frenar la reelección de CAF. En gran medida, los democristianos (CD&V), los liberales (VLD) y los socialistas (PS).

Críticas demagógicas

No eran los únicos. Los Verdes (Groen) y diversos partidos de los trabajadores (PVDA y PTB) han reclamado expulsar a CAF del proceso por participar en el tranvía que está construyendo Israel, propuesta que esconde cierta demagogia cuando Alstom también participa en proyectos del Gobierno hebreo.

El diputado de Los Verdes (Groen) Staf Aerts ha cargado contra CAF y contra el consejo de administración de la SNCB. “Como si quedara algún argumento para trabajar con esta empresa cuando se sabe que actualmente contribuye a la expulsión de palestinos de sus hogares”, añade Aerts, que califica de “necesarias” las inversiones en el transporte público belga, “pero no si hay sangre en ellas”.

Por su parte, el Partido de los Trabajadores (PVDA) considera una “primera victoria” el aplazamiento de la decisión de la sociedad pública, a quien exige a través de su diputada y trabajadora ferroviaria Farah Jacquet “beneficiar nuestra producción y el empleo local”.

En ocasiones anteriores, el ministro Crucke ya ha puesto mesura ante estos ataques y avisó que dicha implicación de CAF en los proyectos citados no suponía ninguna descalificación legal en la adjudicación en Bélgica. Más aún, defendió que Bélgica tiene relaciones diplomáticas y comerciales con Israel.

Trenes en una de las sedes de la ferroviaria SNCB en Bélgica SNCB

¿Fumata blanca en verano?

Esta última cuestión, por tanto, no se antoja decisiva en la resolución final del denominado ‘contrato del siglo’. Mucho más pesa el futuro de la planta de Alstom en Brujas, incapaz de lograr carga de trabajo más allá de abril de 2026. 

En parte del debate público belga, en torno a la empresa se ha instalado la falaz idea de que el futuro de 600 puestos de trabajo dependen del consejo de administración de la SNCB. Pese a que la propuesta de CAF en el marco de una licitación europea sea mejor en lo técnico y en lo jurídico. Hay mucha presión.

Algunos partidos políticos belgas, sin embargo, se muestran dispuestos a saltarse la mejor propuesta e incluso las reglas de la Unión Europea. La pugna está servida y la respuesta aún debe esperar.