donostia - La contratación de extranjeros se consolida como uno de los pilares del crecimiento del empleo en Euskadi. El año pasado se incorporaron a las listas de la Seguridad Social más de 5.700 trabajadores de fuera del Estado español, lo que supone casi una tercera parte de todos los puestos de trabajo generados en el ejercicio. Euskadi lidera junto a Navarra el avance del empleo foráneo aunque la presencia de extranjeros en el mercado laboral vasco sigue todavía muy por debajo de la media española.
Este nuevo tirón supera al de 2017 y refuerza la sensación de que los extranjeros están cubriendo una parte importante de la demanda de mano de obra en esta fase de crecimiento económico. Un avance de la ocupación en términos absolutos empañado por la precariedad de los nuevos contratos, en especial en los sectores más accesibles a los inmigrantes como la hostelería, el servicio doméstico o la construcción.
Gorka Moreno, director de Ikuspegi, el Observatorio Vasco de Inmigración, habla de una “dualidad en el mercado laboral” que sitúa a los extranjeros en una bolsa de empleos desregularizados con condiciones muy inferiores a la media. En el otro extremo, el empleo más estable que genera la industria de media y alta cualificación o el sector público resulta prácticamente inalcanzable para este colectivo frente a las posibilidades con que cuenta la población local.
La lectura sindical es que, a la vez que soportan parte del nuevo empleo, el empuje de la afiliación extranjera va ligada a un deterioro de las condiciones de trabajo. La realidad es que el empleo extranjero está creciendo en la CAV a un ritmo mucho más ágil que el conjunto de la afiliación a la Seguridad Social.
El acelerón se produjo ya en 2017, con un avance de la afiliación foránea del 9,4%, al que da continuidad una subida del 10% en 2018, frente al ritmo de alrededor del 2% al que se mueve el conjunto del mercado laboral vasco. El resultado global ha sido algo más corto en 2018, con lo que el peso de la contratación foránea es aún más significativo y se dispara hasta el 32% de los nuevos trabajadores.
El número de cotizantes de fuera del Estado español encadena su quinto año consecutivo en ascenso, aunque es en los dos últimos años cuando pisa el acelerador para cerrar 2018 por encima de los 63.000, un techo que supera con holgura los registros anteriores a la crisis a pesar de que entonces el volumen total de afiliados a la Seguridad Social era mayor. En los últimos diez años el peso de los extranjeros en las empresas vascas ha crecido algo más de un punto hasta el 6,5%, es decir, aproximadamente uno de cada quince trabajadores.
En parte el ascenso tiene una lógica demográfica, recuerda Moreno, ya que una gran parte del colectivo de inmigrantes entra dentro de la población activa mientras que los sectores que quedan fuera, como pensionistas o menores, son fundamentalmente personas nacidas en Euskadi o en el Estado español. Aún así la magnitud del tirón hace pensar que hay una relación directa entre la buena dinámica de las actividades con más presencia de extranjeros y el repunte de la afiliación a la Seguridad Social.
ascenso de la construcción Un caso evidente es el de la construcción. La reactivación de la edificación situó el año pasado a las empresas constructoras como uno de los motores del empleo, con el consiguiente beneficio para el colectivo de afiliados extranjeros. Moreno apunta además a los nuevos trabajos asociados a la economía colaborativa a través de plataformas digitales, tan de moda en actividades como el transporte, la mensajería o el turismo, como otro motor para la ocupación foránea.
En Euskadi trabajan sobre todo rumanos, más de 9.500, marroquíes, casi 6.000, portugueses, nicaragüenses y colombianos. El año pasado aumentó sobre todo el número de cotizantes procedentes de Marruecos, casi un millar, con un fuerte repunte también de Nicaragua, que desplaza a Bolivia como cuarto país que más trabajadores envía a Euskadi. Por ámbito de actividad destaca la importante proporción de autónomos rumanos y chinos, mientras que en el sector del servicio doméstico sobresalen los países latinoamericanos como Nicaragua, Bolivia, Paraguay u Honduras.
Moreno señala que los inmigrantes procedentes de Rumania, China o países latinoamericanos presentan en general mejores índices de empleabilidad, mientras que en el otro extremo están magrebíes y subsaharianos. El nivel de estudios, el idioma incluso razones culturales pueden explicar por qué los extranjeros acceden a los empleos más precarios, indica el director de Ikuspegi. “La solución no es fácil. El objetivo es que los hijos de estos trabajadores y las siguientes generaciones se vayan asentando y puedan acceder a empleos más cualificados”, apunta Moreno.
Desde el ámbito sindical se coincide en que existe una brecha en el mercado laboral que aísla a los trabajadores inmigrantes en los empleos más precarios. Mikel Noval, responsable de Políticas Sociales de ELA, valora que la subida de afiliados extranjeros puede suponer en parte una regularización de situaciones que antes eran ilegales, aunque también tiene claro que los sectores con mejores resultados de ocupación son aquellos con menor estabilidad, más contratos a tiempo parcial y niveles salariales más bajos.
“La pérdida de condiciones de trabajo a través de las personas migrantes no es solo una cuestión que les afecte a ellos, al final repercute en todos los trabajadores”, dice el sindicalista, que denuncia que las empresas se aprovechen del colectivo para empujar a la baja los salarios y precarizar los contratos.
En ese sentido, recuerda que ELA ha denunciado irregularidades en la contratación y en el cumplimiento del convenio en grandes obras como las del campo de fútbol de Anoeta en Donostia o en la incineradora de Gipuzkoa, con amplia mayoría de personas procedentes de fuera del Estado español que trabajaban en “situaciones muy próximas a la ilegalidad o directamente ilegales”.