“Toda mi ambición estriba en ser un buen artesano”. Esta célebre frase pertenece a uno de los maestros de la cinematografía japonesa, Yasujiro Ozu, y es la que ha inspirado el título de Los últimos artesanos, un libro de entrevistas en profundidad a cuatro cineastas vascos: Pedro Olea, Imanol Uribe, Enrique Urbizu y el colectivo Moriarti. Este ensayo, editado por Erein, se ha presentado este martes en Donostia de la mano de su autor, acompañado por el editor Inazio Mujika Iraola y el prologuista del volumen, Miguel Zozaya Fernández, doctor en Teoría, Análisis y Documentación Cinematográfica por la EHU. El germen del libro, ha contado el director de Bi anai (2011) e Hil kanpaiak (2020), se encuentra en el fallecimiento de Mario Camus en 2021. Rayo llevaba tiempo detrás de él, con intención de entrevistarle para entender mejor el oficio y retratar un “tipo de cine que estaba en vías de extinción”. Se refería al cine como artesanía en el sentido del Hollywood clásico: “La técnica invisible, la simetría, la narrativa ordenada y lineal, la economía de medios, la modestia autoral...”, comenta el realizador.
Camus se le “escapó”, pero en ese momento pasaron en televisión Tormento (1974) —ganadora del Premio Perla del Cantábrico del Zinemaldia—, Pim, pam, pum... ¡fuego! (1975) y Un hombre llamado Flor de Otoño (1978), una trilogía que ejemplifica ese tipo de cine al borde de la extinción que quería retratar. Para que no volviese a ocurrir algo similar, recurrió a Pedro Olea y, entonces, comprendió que podía llegar a entrevistar a un cineasta vasco de cada generación: “Todos los cineastas que hemos reunido en este libro comparten esa forma de hacer cine. Temáticamente son muy diversos, pero comparten ese aspecto formal”.
“Ha sido un trabajo muy enriquecedor”, comenta el realizador, que confiesa que las entrevistas tienen un punto “morboso”, debido a que, en el intento de comprender cuál es la manera de trabajar y cómo es el oficio de Olea, Uribe, Urbizu y los Moriarti, ha tenido que hacer “preguntas incómodas”. De cualquier modo, se trata de “conversaciones entre amigos”. Eso sí, ha aclarado el editor, no son “conversaciones eruditas”, sino charlas que pueden ser seguidas y disfrutadas por todos los amantes del séptimo arte. Tampoco son entrevistas periodísticas, ya que el autor toma parte en la charla e interactúa.
El artesano del cine
“El concepto de artesano en el cine ha ido cambiando en función de las distintas cinematografías”, explica Rayo sobre la “morfología mutante” del término. No era lo mismo ser un artesano de esta disciplina en el Hollywood clásico que tras la irrupción de los críticos de Cahiers du Cinéma, quienes relegaron ese término a aquellos que, si bien no hacían mal su trabajo, no eran capaces de imprimir su “impronta” en la obra cinematográfica. Es decir, elogiaban al autor, al tiempo que denostaban al artesano.