La inauguración “soñada” con Hayao Miyazaki, la huelga de actores y guionistas en Hollywood y sus consecuencias, el futuro de las IAs en el cine y su presencia en festivales, la cosecha del cine vasco, la inflación, las candidatas a la Concha de Oro... José Luis Rebordinos, director del Zinemaldia, repasa en esta entrevista los pormenores de la nueva edición del Festival que arrancará este viernes.

En su despacho destaca un cartel de ‘Mi vecino Totoro’. ¿Es un sueño para usted que Miyazaki inaugurase el Zinemaldia? 

Para mí era un sueño tener a Miyazaki. Ese cartel está desde mi primer año como director. Soy un fan loco de la obra del estudio Ghibli. No sólo de Miyazaki, también de su socio Takahata, que falleció. Mi vecino Totoro me parece una obra maestra a la altura de los mejores John Ford, Yasujiro Ozu o Carl Theodor Dreyer, aunque sea de animación que, a veces, eso la hace parecer menor. Hemos intentado varias veces a lo largo de estos años tener a Miyazaki en la Sección Oficial y siempre ha acabado en Venecia. También hemos intentado darle el Premio Donostia, sin éxito.

Esta vez lo han conseguido.

Es la primera vez que hemos tenido la suerte de poder contar con la película inaugurando y en premiere europea. A raíz de eso le hemos ofrecido el premio y ha aceptado. Él no va a venir, pero él ya tiene el premio en sus manos. Nos mandará un vídeo de agradecimiento, que se verá en la gala de inauguración. Además de la satisfacción personal, creo que es muy bonito que el nombre de Hayao Miyazaki quede ligado al Zinemaldia. 

Tiene 82 años y no es muy amigo de salir de Japón.

Desde mayo, cuando supimos que si la queríamos era nuestra, sabíamos que no iba a venir. Dos compañeros tuvieron que ir a Tokio a verla y les ha entusiasmado. Yo no la he visto porque no podía desplazarme tres o cuatro días para ir a Japón.

Dos realizadoras donostiarras competirán por la Concha de Oro: Isabel Herguera con ‘El sueño de la sultana’ y Jaione Camborda con ‘O corno’.

Es una bonita sorpresa. Cuando seleccionamos las películas no miramos si la firma una donostiarra o no. La película de Herguera, por ejemplo, creo que la cerramos en febrero o marzo. Es una película que íbamos siguiendo, claro. Y cuando vimos el primer esbozo, nos encantó. Tuvimos claro que era una película para la competición. Y lo mismo con Camborda, la veníamos siguiendo desde que hizo Arima. O corno, además, salió de nuestra Ikusmira Berriak. Se la ha producido María Zamora, una de las productoras más importantes que hay en el Estado y me atrevería de las más interesantes de Europa.

La Sección Oficial suele buscar un equilibrio entre realizadores primerizos y nombres con recorrido. Diría que este año hay más presencia de los primeros.

Tenemos nombres como Lafosse, Campillo, Coixet... Puede haber otros que no son tan consagrados pero que vienen con segundas películas importantes como Fingernails, de Christos Nikou, que está producida por Apple. La película de Kalak la dirige Isabella Eklöff, que fue coguionista de Border. Es gente que está empezando pero que lo que tiene por delante es bastante grande. Kitty Green, después de The Assistant, viene con The royale hotel, una cinta muy esperada.

También han apostado.

La película taiwanesa Chun xing, dirigida por un hombre y una persona no binaria, me parece muy interesante y, a la vez, difícil. Raven Jackson, que dirige All Dirt Roads Taste of Salt, la primera película sobre mujeres afroamericanas rodada por una afroamericana, pasó por Nest, el encuentro de estudiantes del Zinemaldia, luego estuvo en Ikusmira Berriak y, finalmente, se lo ha producido A24. Ha pasado por Sundance y ha tenido unas críticas impresionantes. Eso para nosotros es muy bonito.

La huelga de actores y guionistas de Hollywood les ha acabado afectando.

Sí. Teníamos dos Premios Donostia, que eran dos actrices de Hollywood importantes, que se cayeron. Una de ellas, actriz americana, se ha comprometido a venir el año que viene. Tuvimos que cambiar a dos miembros del jurado de la Sección Oficial en cuanto nos entró Fingernails de Apple. Teníamos jurados afiliados al SAG-AFTRA, el sindicato de actores, y en cuanto entró esta película de una plataforma se retiraron. Lo que no vamos a hacer es condicionar la programación en función de las presencias. Además, teníamos alguna película que iba a traer a algún actor gordo pero no ha podido ser.

También ha afectado a la entrega del Premio Donostia a Javier Bardem. 

Le ha fastidiado mucho. Es amigo, nos llevamos muy bien. Él nos decía, “Si os hago una putada, voy a recogerlo”. Pero, mi opinión ha sido que si no se podía hacer bien, era mejor no hacerlo. Era inevitable que en la rueda de prensa con Bardem le preguntasen por la huelga, tiene sentido. El año que viene se lo daremos en la inauguración y ya está. Hay una huelga, ¡qué le vamos a hacer! Se ha comprometido a que si tiene un rodaje el año que viene, su agente va a decir que necesita tres días para venir al Zinemaldia. Dice que no va a firmar nada que le impida venir el año que viene. 

¿Habrá alguna sorpresa de última hora?

Todavía estamos peleando por traer a alguna actriz y actor americano. Creo que acabaremos teniendo el permiso porque están en películas independientes. Nos ha afectado pero somos un Festival donde el glamur es importante, pero no tanto.

Me dirá que no puede decir nada pero Jessica Chastain estuvo en Venecia...

(Ríe). No te puedo responder porque si te digo algo y luego no sale es muy frustrante.

¿Le preocupa que esta huelga afecte a la cosecha del año que viene?

Ya lo está haciendo. Estamos en contacto con gente de Hollywood tanto cercanos a los estudios como a las plataformas, y también gente que está en la huelga. Tiene pinta de que antes de diciembre es difícil que se solucione. Influye más de lo que pensamos. Me pusieron el ejemplo de una serie argentina, rodada en Argentina y con elenco argentino, pero que para terminarse debía posproducirse en Estados Unidos. Con el tapón que hay allí, efectos especiales que se tenían que haber hecho en noviembre y diciembre, igual, se acabarán haciendo en junio y julio del año que viene...

Los cines se verán afectados igualmente.

Si se retrasan tres pelotazos gordos al año que viene, a los cines les van a generar unas pérdidas brutales. Es una huelga que repercute en todo.

Uno de los puntos de conflicto en la huelga es el del uso de las Inteligencias Artificiales. En la sección Zinemaldia & Technology han programado una mesa redonda, precisamente, sobre el uso de las IAs.

Cosas que son maravillosas, se pueden convertir en cosas terribles. El gran miedo de los actores y los guionistas es que la máquina sustituya al ser humano. Es decir, que tú le digas a la máquina que quieres una historia de amor con estos condicionantes y no haga falta un guionista. porque la máquina te da 17 opciones parecidas con variaciones. Hay sospechas, se dice, que algunos estudios ya están usando las IAs para los guiones. En el caso de los actores se habla ya de que tienen legislarse los contratos de imagen para que una inteligencia artificial no actúe con su imagen. Eso sí que va a suponer muchas cosas de cambio en la industria cinematográfica.

¿Aceptaría el Zinemaldia una película creada por una IA?

Me haces una pregunta difícil, no lo sé. Siempre decimos que juzgamos las películas por lo que son, no por quién las ha hecho.

Bajo ese criterio deberían aceptarlas.

Claro, pero ese criterio habla de si es una productora tradicional o es una plataforma. En el caso que planteas, no la he hecho un ser humano, lo ha hecho una máquina. Será complicado, quizá acabe habiendo festivales solo para películas hechas con inteligencia artificial. De cualquier modo, creo que aún está empezando y queda algo de tiempo para que llegue todo eso. Aunque todo va muy rápido y quizá sólo sean diez años (ríe).

La 71ª edición cuenta con 19 películas con autoría vasca pero solo cinco compiten por el Premio Irizar.

Porque el resto, afortunadamente, se han movido. 20.000 especies de abejas viene de Berlín, de Málaga y de muchos más festivales. Optan al premio El sueño de la sultana, que ya he dicho que es muy bella, y Josu Martínez lo hace con dos películas: Bizkarsoro y Mirande, sobre el escritor Jon Mirande. Precisamente, es una película que habla de un fascista, de alguien que apoyó a los nazis y que fue un gran escritor. Habla de esas contradicciones y me parece interesantísimo, porque tengo la sensación de que era un personaje bastante horrible pero, al mismo tiempo, un tío muy listo. También compite Bidasoa 2018-2023, de Fermin Muguruza, sobre la gente que está muriendo de esta manera tan absurda en el río Bidasoa. La quinta es Arnasa betean, emakume zinegileak, de Rosa Zufia y Bertha Gaztelumendi, que es una no ficción sobre la historia de las mujeres realizadoras en el cine vasco, que está muy bien documentada y es bastante exhaustiva.

A Víctor Erice la faltaba un Premio Donostia.

Sí, y creo que es muy bonito que sea 50 años después de ganar la Concha de Oro con El espíritu de la colmena vuelva al Victoria Eugenia para recibir el premio. Erice siempre cuenta cómo Donostia es una ciudad muy especial para él y va a ser muy bonito. Se lo va a entregar Ana Torrent porque es lo que él nos pidió; no se nos ocurre nadie mejor para hacerlo.

La película sorpresa se ha consolidado.

Con la película sorpresa, además, puede que haya algo especial. Los medios gráficos querrán estar en la sesión de la película sorpresa, os lo aseguro. Peleamos porque las películas sorpresa sean muy potentes y esta lo va a ser. Nos ha costado lo suyo...

Le ha tocado gestionar el Zinemaldia durante los coletazos de la anterior crisis económica, en la pandemia del covid, en periodos de guerra y, ahora, en época de inflación. ¿Cómo está viviendo esto último?

Eso es lo que más preocupa a mí, más que todas las polémicas que pasan y ya está. No sé cómo están las cosas ahora porque han cambiado, pero hicimos un primer cálculo en el que vimos que para hacer el mismo Festival que en 2022, ni un ápice más grande, necesitábamos 380.000 euros más. Vamos a andar ahí, ahí, si no llegamos del todo, con las pequeñas reservas que tenemos lo cubriremos. No vamos a hacer ningún tipo de quebranto a la sociedad anónima. Va bien pero ha sido complicado. Hemos tenido que conseguir más dinero de espónsores, tenemos más que el año pasado y ahí estamos, peleando para seguir sin déficit. Llevamos doce años y hemos cuadrado las cuentas en todo este tiempo. 

En este contexto y también en el de los límites que ya presenta Donostia, ¿puede el Zinemaldia crecer más? ¿Debe hacerlo?

Creo que puede crecer muy poquito y en cuanto a deber, creo que también. Debemos mejorar para hacer un festival de más calidad y luego ver por dónde tiene que ir el festival, no. Por ejemplo, la parte de Industria con el encuentro inversores, que se hace por segunda vez, ha encontrado un hueco muy bueno que nos está poniendo en el mapa. También estamos creciendo, de una manera racionalizada en esa parte dedicada a la programación del Festival de todo el año.