Este año la polémica tampoco escapa al Zinemaldia, algo que apena a su director, José Luis Rebordinos, dado que ensombrece y empaña lo realmente importante en un festival de cine, las películas. Medio millar de ciudadanos rubricaron una carta, que jamás llegó al Zinemaldia pero sí a los medios de comunicación, pidiendo la retirada del documental de Jordi Évole y Màrius Sánchez No me llame Ternera (programado en la sección Made in Spain), que incluye una entrevista al histórico dirigente de ETA José Antonio Urrutikoetxea. No es la primera vez que una obra sobre el conflicto vasco causa polémica en el Zinemaldia. De hecho, en las últimas décadas ha sido criticado desde opiniones políticas radicalmente enfrentadas. No obstante, Rebordinos siempre ha defendido el encuentro como un lugar de libertad artística y, sobre todo, de debate. En esta primera parte de la entrevista al máximo responsable del Festival sobre la 71ª edición, que contará con una segunda pieza mañana domingo, Rebordinos, tajante, sale al paso de las críticas: “Nunca pondríamos una película que sea una llamada a la violencia terrorista”.
Hablemos de la polémica de este año. El Zinemaldia no ha recibido la carta de los 500 críticos con la exhibición de ‘No me llame Ternera’. ¿Tampoco han respondido a la invitación de un pase privado previo?
A día de hoy parece que no.
¿A qué cree que responde todo esto?
Entre los firmantes hay gente que conozco, respeto, aprecio y que creo que es gente que al ser víctimas del terrorismo o haber vivido de cerca a lo que era la amenaza del terrorismo, se pueden sentir mal por el hecho de que un miembro de ETA hable en una película. ¡Cómo no lo voy a entender! También tiene que ver con un estado de opinión que vivimos hace tiempo: cuando algo nos molesta, pedimos que se elimine. A mí hay muchísimas cosas que no me gustan y que jamás pediría que se que se prohibieran. Un bufete de abogados anunció que nos enviaría una carta y la filtró a la prensa antes de hacerlo. En todas estas polémicas hay mucho de interés y empiezas a pensar si realmente interesa nuestra respuesta para algo o, simplemente, lo que interesa es tener un espacio público.
Los firmantes temen que blanquee a ETA.
Hemos visto la película y, si fuera una película que blanquea el uso de la violencia, no la pondríamos. Lo importante es que la película se vea y luego podremos discutir a partir del visionado. Pero me pregunto, ¿qué está pasando para que con tanta alegría pidamos la censura de una película? Vaya por delante que lo último que me apetece es causar el más mínimo dolor a una víctima de ETA, tienen todo mi cariño y toda mi solidaridad, que con su sufrimiento y sus miedos fueron los garantes de la democracia durante en una época de ETA de imponer por la fuerza de las armas un tipo de sociedad y una serie de ideas. Pero las víctimas tampoco pueden pretender parar el que sigamos hablando, reflexionando y estudiando la historia.
Se suele hablar de la aportación del cine a la sociedad. ¿Qué le ha aportado a usted este documental?
Personalmente, me ha servido para conocer algunas cosas concretas de su historia y, tal vez, para ratificarme en algo que ya iba viendo claro. La historia de ETA es compleja y no toda la historia de ETA es la misma. Algunos que empezaron la primera ETA, que también era cruel y asesina, acabaron luego en partidos democráticos como el PSOE tras acogerse a la Ley de Amnistía, que me parece bien que fuera así, porque había que comenzar de nuevo. Pero hay que recordar que lucharon contra la dictadura, sí, pero no fueron hermanitas de la caridad; ETA (pm) mataba y mataba con mucha crueldad. Volviendo al documental, me ha aportado algo que creo que hemos visto todos.
¿El qué?
Al conocer a esos dirigentes de esa ETA cada vez era más loca, que nadie entendía por qué seguía matando y, además, con esa crueldad, te das cuenta que no era gente de gran nivel intelectual sino fanáticos. A través de una víctima que aparece al principio y al final, el documental habla sobre cómo el terrorismo y la violencia ciega te pueden joder la vida, que es de lo que habla esa víctima a la que no sólo acribillaron, sino a la que también destruyeron gran parte de su vida. En lo que respecta a la entrevista a Jose Antonio Urrutikoetxea, me parece un hombre muy plano, un fanático. Conociendo a este tipo de gente, entiendes cómo ETA llegó a hacer las cosas que llegó a hacer con esa crueldad; se te ponen los pelos de punta.
La polémica recuerda a la que hubo con ‘La pelota vasca’, de Julio Medem.
Fíjate cómo son las cosas que La pelota vasca trata la cuestión de ETA de una forma colateral. Es una película que, haciendo un análisis crítico, tiene mucho más que ver con el nacionalismo vasco. De aquella película algunas líderes políticas que aún están en activo dijeron que era una apología de ETA, alguna de ellas tras negarse a verla aunque el Zinemaldia se lo propuso. Ese tipo de cosas te hacen preguntarte dónde está la buena voluntad y dónde los intereses.
El Zinemaldia ha sido criticado en este caso por las víctimas o su entorno, pero también ha recibido, en otras ocasiones, duras críticas desde la izquierda abertzale, como cuando rechazaron proyectar ‘Barrura begiratzeko leihoak’ (2012).
Cuando llegué a la dirección, me tocó vivir el caso de Barrura begiratzeko leihoak. El presidente del consejo era Juan Karlos Izagirre y además Bildu tenía mayoría absoluta en el consejo. Rechazamos la película y tuvimos una campaña brutal: se nos llamó inquisidores franquistas, se interrumpió alguna rueda de prensa... Al año siguiente pusimos Asier ETA biok y nos pasó todo lo contrario, un periódico conservador de gran difusión llegó a decir que, desde que yo había llegado al Zinemaldia e Izagirre a la Alcaldía, ETA se había colado en el Festival. Pasamos de ser inquisidores franquistas a amigos de ETA. He de decir, porque creo que es de justicia, que Juan Karlos Izagirre fue exquisito con nuestra decisión de rechazar aquella película, que para nosotros era publicidad pura y dura de la izquierda abertzale y no tenía ningún interés, ni contexto. Izagirre siempre respetó la decisión del comité de selección.
En otras ocasiones también se han programado películas en las que se entrevistaba a asesinos o terroristas.
Se han puesto muchas y nunca había pasado nada. ¿Que esta trata sobre ETA? También el señor Iñaki Arteta, que ahora parece el adalid de las únicas películas que parece que son buenas sobre el conflicto en Euskadi, tiene una, si no recuerdo mal, en la que entrevista a etarras. No sé si estas 500 y pico personas también escribieron una carta antes de que él sacara la película...
¿El actual consejo de administración le ha pedido cuentas por ‘No me llame Ternera’? ¿Le han llamado?
No. Es un consejo de administración muy sensato y que tiene confianza en el Festival. Ya nos conocen. Ya saben que no vamos a poner una película que sea una llamada a la violencia terrorista. Históricamente hemos tenido de todo en los consejos, desde el PP hasta Bildu, y siempre han sido exquisitos, siempre han respetado el criterio del comité de selección.
Eso les tranquilizará.
Hay cosas muy básicas que no puedes dejar de defender. A mí, si un día mi consejo de administración me dice qué películas puedo poner y cuáles no, me tendré que ir. No te puedes quedar. Nunca ha habido un problema a ese nivel. Lo han entendido todos los partidos políticos.
Parece que, últimamente cada año, hay una polémica vinculada con el Zinemaldia.
Nos vienen. Qué más quisiera yo que no tener este tipo de polémicas que creo que son estériles. Lo bonito de esta película es que se hubiese visto y luego que hubiese habido mucho debate, que lo va a haber, y eso es lo interesante. Es una de las razones por la que la ponemos. Para que se debata, como otras muchas que programamos. Por ejemplo, ahora que el fascismo está ocupando sitios en Europa y que se cumplen 50 años del golpe de estado en Chile, vamos a poner una película donde también habla un asesino, en este caso, de la junta militar de Videla. Es una manera de buscar el acercamiento histórico a través de personajes reales.
¿Le entristece que estas polémicas tapen lo importante, el cine?
Me da pena que en este Festival hayamos programado más de 200 películas, haya más de 4.500 invitados, que hay un montón de historias que han sido preparadas con esfuerzo, conferencias, mesas redondas... y parece que lo único que hay es una película en la que aparece José Antonio Urrutikoetxea. Me apena también la energía que estamos gastando en esto, que es mucha, y que ensombrezca otras cosas muy bonitas que están pasando.