La coral errenteriarra que dirige Iñaki Tolaretxipi, Landarbaso Abesbatza, ha vuelto de Indonesia convertida en el primer conjunto estatal en ganar el Asia Grand Prix. Se trata del premio internacional número 23 que ganan tras más de tres décadas reivindicando el trabajo coral. Esta tarde, en el Victoria Eugenia, 30 intérpretes de Landarbaso y 20 de Kontari, su agrupación juvenil, participarán por primera vez en la Quincena Infantil y lo harán con una ópera en euskera para toda la familia, Nora?.
¿Qué supone para Landarbaso haber ganado el Asia Grand Prix?
Es el premio más importante en la historia de este coro, que tiene 33 años de vida, pero también es uno de los premios más importantes de la historia de la música coral vasca, ya que ningún coro vasco, ni tampoco estatal, había logrado ganar un Gran Prix. Nos sentimos muy orgullosos y tremendamente felices.
¿Han tenido acceso al fallo del jurado?
En la final del Gran Prix, normalmente, sólo se anuncia el ganador y no tenemos más información. Tras la final, nos volvimos a presentar al concurso ordinario, es decir, al que ya ganamos en el año 2019, pero en este caso para intentar hacernos un hueco en Asia Grand Prix de 2025 en Singapur. Ahí sí que tenemos las puntuaciones de de todo el concurso.
Se presentaron a tres modalidades.
En música sacra sacamos el segundo premio, a 1,15 puntos del primero. En la modalidad de folklore y coros mixtos ganamos en ambos el primer premio. La diferencia de puntos en coros mixtos fue de 6 puntos al segundo, es un salto muy importante. En folklore obtuvimos la máxima puntuación de todo el concurso, 94 puntos. El siguiente coro logró 92.
¿Estas victorias les permitieron clasificarse para el Asia Grand Prix de 2025?
No, los ganadores de las doce modalidades pasaron a una ronda final para ver quién pasaba al Grand Prix. Ganó un coro de Indonesia. Tampoco nos sorprende. Nosotros veníamos de ganar el Asia Grand Prix. Sin desmerecer al ganador, en la competición ordinaria Landarbaso le sacó unos cuantos puntos y la final la hicimos bien, pero es comprensible que se dé oportunidad a otros grupos.
No hay que abusar.
(Ríe). También es cierto que llegamos un poco cansados. Creo que lo hicimos muy bien y mantuve la ilusión hasta el final, pero es verdad que el resto de coros empezaron el día 26 la competición ordinaria y nosotros veníamos del día 24, haciendo 31 horas de viaje, para preparar la gran final del día 25. La razón principal de nuestro viaje era estar en esa final histórica del Grand Prix. Somos el cuarto coro de la historia que ha llegado una final, pero somos el primero que lo gana. Los otros tres coros que vascos que estuvieron, en este caso, en las finales de Gran Prix europeo –sólo hay dos, el europeo y el asiático–, no lograron ganar.
Todos sus contrincantes en la final eran asiáticos.
Todos. Había un coro de Taiwán, uno de Malasia, dos coros filipinos y uno indonesio. Nosotros participamos en cuarta posición entre los dos coros filipinos y lo más sorprendente fue que al llegar nos dijeron que todos los coros teníamos que escuchar al resto. El auditorio era gigantesco y habilitaron una zona para que los coros participantes estuviéramos ahí. Terminaba uno y comenzaba el siguiente. Tuvimos una reunión previa para trabajar eso, para que psicológicamente no nos afectase lo que pudiéramos escuchar.
Por lo tanto, además de un trabajo técnico, también es importante el estado psicológico.
Claro, el ser humano está clasificando continuamente; diciendo inconscientemente si somos mejores o no que ese al que estamos escuchando.
Allí mismo se dieron cuenta que otras corales también habían elegido dos piezas que Landarbaso llevaba en su repertorio para la competición.
¡Mira si hay obras para cantar en el mundo! El quinto coro repitió Lay a Garland de Robert Pearsal y el sexto, Atsalums, de Jekabs Jancevskis. Nosotros cantamos por delante de ellos. Le dije al coro que, ante todo, esas dos las teníamos que hacer muy bien.
¿Hubo nervios?
Sí. Hemos estado dos años preparando esto y la música en directo no se puede controlar. Los nervios siempre los vas a tener. Aún así, tal y como dije al grupo, tener nervios no da puntos, va en tu contra. Si no hay una madurez en el escenario por parte de todos al final pasa factura.
Comenta que han sido dos años de trabajo. Un camino largo con la pandemia de por medio.
Realmente este concurso estaba previsto para el año 2021, porque nosotros ganamos en el 2019. El Asia Grand Prix es cada dos años. El año pasado estuvimos en el Gran Prix de Francia, solamente es un concurso local, no entra dentro del circuito del europeo, y ganamos prácticamente todo. Participamos para mantener un poquito la tensión de la competición y por ir probando el grupo.
¿En este tiempo ha habido nuevas incorporaciones?
Hemos ido con un grupo súper joven, con coralistas de 18 y 19 años que viajaban en avión por primera vez. Eso me preocupaba un poco porque si llevas un coro un poco más maduro, siempre hay más experiencia. Pero es cierto que talento tenían y creo que ha sido el mejor coro de la historia de Landarbaso. Estamos en un momento muy bonito.
¿Cuáles diría que son las claves del éxito de este coro?
La elección de un buen programa, súper competitivo, diferente, que tuviera que presentar todas las cualidades que tiene el grupo, muchísimo talento por parte de los coralistas, juventud y trabajo. Añadiría otra cuestión, la buena relación entre nosotros.
La complicidad siempre será de ayuda.
Éramos un bloque en el escenario y también fuera. Si alguno estaba un poco bajo se le animaba. Parece una tontería pero el desayuno era muy importante, era muy distinto al de aquí y era importante desayunar bien para que no nos pasase factura. Ahí estuvimos ayudándonos entre todos para que pudiéramos llegar físicamente lo mejor posible.
¿Este tipo de premios suscitan mayor interés o una mayor contratación?
Interés, sin duda. Sólo hay que ver el interés que estáis mostrando los medios de comunicación, lo que nunca. En cuanto a la contratación, el coro tiene un caché ya. Este sería el premio internacional número 23 que logra Landarbaso, siendo el conjunto vasco con más premios de la historia. Lo que ocurre es que la música coral, ahora mismo, está en un momento de crisis. No hay casi coros los infantiles, ni grupos formativos.
Landarbaso, en cambio, cuenta con un coro infantil, Kontari y con otro juvenil, Didizka.
Son unas de nuestras grandes joyas. Nuestro coro infantil logró en marzo el Primer Premio Nacional en Madrid. Tenemos 140 chavales trabajando. Esto en Gipuzkoa es muy poco común. De alguna manera es una forma de reivindicar que trabajando mucho se pueden alcanzar cosas, aunque, hoy por hoy, en la sociedad la palabra compromiso no está de moda, como cantar tampoco lo está. Euskadi ha sido un pueblo cantor, sin duda, pero ahora no lo es. Es una pena. La música coral solamente se vive en octubre, coincidiendo con el Concurso de Masas Corales de Tolosa. Ahí hay cierta implicación por parte de los medios y también de parte de la sociedad y poco más.
No parece muy optimista.
Llevó 33 años con Landarbaso, desde su fundación. He ido viviendo cómo los coros cada vez son más mayores, no hay una renovación y el futuro es no es positivo. La gran masa de gente que canta en coros y es una de nuestras grandes joyas, pero se está muriendo poquito a poco.
En esa apuesta por la renovación, Landarbaso y su coro infantil van a participar hoy en la Quincena con la ópera ‘Nora?’.
Es la primera vez que participamos en la Quincena Infantil, aunque colaboramos con el festival desde 2002. Hemos hecho un poco de todo: hace dos años hicimos Zarzuela con la Sinfónica de Bilbao, hemos participado mucho en la Quincena Andante, hemos hecho proyectos súper bonitos en Arantzazu... No estará Landarbaso al completo en la ópera infantil, participarán unos 30 integrantes del coro de adultos y otros 20 de Kontari. Se trata de una historia muy bonita de un niño que hace un viaje por tren para visitar a su abuela, se duerme y vive en un sueño.
Landarbaso tiene una gran amistad con la compositora original de esta obra, la letona Laura Jekabsone.
Es una compositora joven y trabajamos muy bien con ella, con anterioridad ya nos hizo ya varios arreglos para el Musikaste de la pandemia. Luego hemos hecho otros trabajos con ella y con Pier Paul Berzaitz. Estamos súper contentos porque es una de las mejores compositoras del mundo.
¿Cómo se hace para arreglar una ópera con claves culturales y musicales letonas a la realidad vasca?
Letonia no tiene nada que ver con Euskadi. Es cierto que ciertas partes tienen aires letones, pero hemos cambiado parte del repertorio de música tradicional letona por lo que es nuestra cultura. Si quieres expresar una canción de emoción o una de tristeza, sustituyes una por otra para que tenga sentido en nuestra propia cultura. Hay que decir que los arreglos son de ella, es increíble que una letona nos arregle música folclórica vasca (ríe).
Eso demuestra que la conoce bien, probablemente, gracias a Landarbaso.
Es muy exigente y nos pide muchísimo material, muchísima información, el sentir de la obra... Para cuando hace un arreglo hay un trabajo previo muy intenso. Es también parte de nuestra seña de identidad. Somos muy trabajadores y, sobre todo, trabajamos en la calidad al máximo posible.